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domingo, 4 de agosto de 2019

ANA BELÍ.

Yo estudiaba en un Liceo mixto y al curso de mi hermana menor, había llegado una niña que me traía loco.
Era bajita y tenía unas cuantas pecas en la punta de la nariz. Mientras otras se planchaban el pelo o se rapaban un lado de la cabeza, ella se hacía unos chapes anacrónicos, como niñita de orfanato.
Me gustaba mucho, pero mantenía en secreto mi interés, porque sospechaba que de enterarse, mis compañeros me iban a hacer burla. En los recreos, se me iba los ojos a buscarla por el patio y siempre la veía sola, leyendo un libro bajo un árbol.
Fingiendo desinterés, le comenté a mi hermana:
-Tienes una compañera nueva...
-¡ Sí!  Es del campo y le decimos " la huasa".  ¡ Es más fome!...Se lo pasa leyendo...
No me atreví a preguntarle el nombre y decidí averiguarlo yo mismo, a como diera lugar.
Armándome de valor, me atreví a acercarme a ella en el patio. 
-¡ Hola!  - apenas me salía  la voz, pero me fingí canchero- ¿ Como te llamas?
-Ana Belí.
-¡ Ana Belí!  ¡ Qué nombre tan original!
-Sí, me lo puso mi papá, por un poema que él conoce. Que trata de una niña que vivía en un reino junto al mar.
Comprendí que se refería a Anabel Lee, el poema de Edgar Alan Poe, pero no le dije nada, para no poner en entredicho los conocimientos literarios de su papá.
En eso, sonó la campana y ella se despidió con una sonrisa. Yo me quedé  como un tonto, repitiendo su nombre: Ana Belí.
 Me encantaba, porque rimaba con " alelí"  , "te quiero a ti"  y  " me gustas desde que te vi".
Me pasé el resto del año, mirándola de lejos, consciente de que ella también me miraba, pero sin atreverme a acercarme, mitad por timidez y mitad por miedo a las burlas de mis compañeros.
Pero, a fin de año hubo una kermes con baile.  A mi hermana, la mamá la mandó a cambiarse, porque quería ir con medias de malla negra y una mini del ancho de un cinturón...Yo fui con ella, haciéndome el desganado, pero dispuesto a encontrar a mi amada y acortar las distancias, de una vez por todas.
 ¡Al fin la divisé!  Llevaba un vestido azul y una flor prendida en el escote. Se había soltado los chapes y el pelo castaño se le rizaba a los lados de la cara. Las pecas se veían como un polvillo dorado y a mí se me ocurrió que era como polen en los pétalos de una flor.
Logré bailar con ella tres veces y aproveché de preguntarle donde iba a pasar las vacaciones.
- Me voy a mi casa, a Talcarehue.
-¿ Y donde queda eso?
-Por San Fernando,  cerca del río Tinguiririca.
A mí, todos esos lugares me sonaban a realismo mágico y no me hubiera extrañado que me dijera que su casa quedaba en las afueras de Macondo.
Se acabaron las clases y no la vi más. Pero, el verano se me hacía eterno y decidí ir a buscarla.
Tomé un bus hasta San Fernando y en el paradero pregunté por Talcarehue.
- No hay locomoción hasta allá - me informó el chofer- pero puede irse a pie, porque es cerquita...
Partí confiado, pero por más que andaba, no llegaba nunca.
Empezó a anochecer y el campo estalló en un concierto de sapos y de grillos. Al rato apareció la luna, grande y dorada, rodando por los cerros como una rueda desprendida de alguna carreta.
¿ Me habría equivocado en algún cruce?  Pensé que el chofer, al verme cara de santiaguino, se había reído de mí.
Pero escuché rumor de voces y vi luz entre unos matorrales.  Había una fogata y alrededor de ella, tomaban café unos baqueanos.
-¿ Se perdió, patrón?-me preguntó uno- Arrímese p'acá que se puso fresca la noche.
-¿ A donde va a estas horas?- me preguntó un huaso canoso, que parecía mandar en el grupo.
-Voy a Talcarehue- dije yo, esperando escuchar un coro de risas.
-¡ Nosotros también vamos p'allá!  Pero será mañana. Ahora estamos muy cansados.   Fuimos al cerro a arriar las reces y se nos vino la  noche encima.
El canoso me pasó una manta y me indicó que me acercara al fuego.
-¡ Echese una dormidita y verá que pronto amanece!
-Oiga, on Hilario- exclamó uno de los hombres- ¿ Por qué no nos recita pa acortar la noche?  Esa poesía tan re bonita que declama siempre...
-¿ Te refieres a Ana Belí?  -preguntó complacido y sin esperar que lo rogaran, empezó a recitar:
-Hace mucho, mucho tiempo,  en un reino junto al mar...

Yo, en la oscuridad, sonreí  tranquilo. ¡ Ahora estaba seguro de que iba bien encaminado!  Pero, antes de quedarme dormido, pensé en como le iba a decir a Don Hilario, al otro día, que iba a Talcarehue a ver a su hija....


1 comentario:

  1. QUe ternura de cuento!!
    me sonreí al final...pobrecillo , pero ya ves lo que hace el amor...
    me recordé semejante hazaña que me pasó ...viajando al campo quedé en la penumbra , nunca olvido ese pasaje espeluznante que viví, pero logré llegar a destino en medio de la noche entre ladridos de perros y luces extrañas...

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