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domingo, 5 de noviembre de 2017

EL ANGEL QUE LEIA NOVELAS.

Mariela salió temprano a comprar pan para el desayuno y al pasar frente al departamento de la señora Matilde, le pareció escuchar un rumor de llanto.  Primero pensó que era el gato que maullaba, pero luego se convenció que había alguien llorando sin consuelo. Y no podía ser otra persona que la viejecita, que vivía sola desde su viudez.
Mariela se quedó inmóvil, escuchando, sin saber qué hacer.
Pero se le ocurrió una idea y tocó el timbre. El llanto cesó y se convirtió en suspiros. Por fin se abrió la puerta.
-Señora Matilde, buenos días- dijo Mariela amablemente- Voy a comprar al supermercado y se me ocurrió que usted podría necesitar algo ...
La anciana se quedó pensativa y se llevó la mano al pecho, como si fuera a sacar de ahí alguna lista de compras.
-Solo me hace falta té,  si no fuera una molestia...
Mariela partió a comprar feliz de haber podido ayudarla en algo sin entrometerce en el motivo de su pena.
Al entregarle el paquete, la señora la invitó a pasar.
En un sillón algo raído, ronroneaba un gato de color gris.  Al escuchar voces, abrió un ojo,  luego lo cerró y se acomodó en los cojines con aire displicente.  Mariela pensó que no existen animales más petulantes y pagados de sí mismos que los gatos.
La señora Matilde la invitó a tomar una taza de té y mientras la paladeaban, Mariela sintió que habían entrado en confianza.
-Señora Matilde, hace un rato la escuché llorar...Si pudiera ayudarla en algo...
La viejecita suspiró y respondió en voz baja:
  -La verdad es que me siento muy sola porque hace días que el ángel no viene a leerme.
-¿ Un ángel, dice usted?
-Claro, del Servicio Social. De esos que le leen a la gente mayor, cuando está corta de vista...
-Pero ¿ es de verdad un ángel?
-Sí, aquí se saca el abrigo y despliega sus alas, que las trae acalambradas de tanto llevarlas encogidas.  Porque en la calle, no puede mostrarlas ¡ claro! Lo llevarían detenido por alterar el orden público...
Mariela la escuchaba atónita y con la insolencia de su juventud, pensaba: Esta vieja está loca.
-¿ Y dice que es del Servicio Social?- le preguntó para disimular su ecepticismo.
-¡ Claro!  Del Servicio Social Celestial. El Señor los manda a la tierra para acompañar a la gente que está sola. Ellos averiguan las necesidades de una...Y a mi me gusta mucho leer, pero ya los ojos me sirven de muy poco... Me estaba leyendo David Copperfield, que es una novela que me encanta.
Mariela se quedó sin habla y la viejecita ahogó un suspiro. Pero de pronto se le iluminó la cara de esperanza y exclamó:
-Me dejó un número telefónico, por si tenía alguna emergencia. Si fuera tan amable y me lo marcara...
Mariela lo marcó sin poder disimular su incredulidad, y para su asombro, escuchó una cortina musical y luego una voz armoniosa que decía:
" Si desea obtener informes de algún residente del cielo, marque uno.
" Si desea contactarse con el Servicio Social Celestial, marque dos. Un ángel atenderá su consulta.
Sin dudarlo, Mariela marcó el número dos y otra voz más dulce aún que la primera, le informó:
" Nuestros ángeles se encuentran ocupados. Por favor, espere en línea.
 Se tomaron otras dos tazas de té, sin haber logrado comunicarse con el Cielo.
-No se preocupe, Marielita- dijo la anciana, ya más consolada-Estoy segura que uno de estos días mi ángel va a volver y continuaremos leyendo. ¡ Me ha servido tanto que usted me viniera a acompañar!
Se notaba que le había hecho bien desahogarse con alguien y Mariela se fue contenta de haberle podido ayudar.
Días después, se vio que las cosas volvían a la normalidad.
Al partir temprano a su trabajo, Mariela vio que alguien tocaba el timbre de la señora Matilde. Era un joven alto, vestido con un largo abrigo y sosteniendo en la mano un maletín.
Llevaba un gran sombrero que le cubría el pelo y parte de la cara, pero destellos luminosos surgían bajo el ala, como si ocultara unos mechones dorados que pugnaran por escapar.
En su espalda había un bulto sospechoso, aprisionado por la tela del abrigo. No cabía duda de que eran unas alas .
La puerta se abrió y una exclamación de la señora Matilde le confirmó a Mariela que el ángel había vuelto.

Se sintió tranquila, pero al cabo de unos días, empezó a lamentar no haber anotado aquel número telefónico...Pero se consoló pensando que de seguro le habría contestado aquella cortina musical y aunque hubiera marcado cien veces, siempre habría quedado " esperando en línea". 


6 comentarios:

  1. Cad quien, tiene su propio ángel y no podría compartirlo con nadie.
    Un abrazo Lily Muy interesante

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  2. Tienes ángel para contar historias, LilY... Buena semana con un enorme beso

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  3. Tu eres tu propio angel,tu personalidad hace de ti una gran persona

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  4. Que bello cuento...

    me hiciste sonreir mucho

    Si ellos existen e inspiran no?

    Así lo creo, cuando escribo, leo o pinto...más aún al hacer mi jardín

    Eso de los gatos me parece muy personal, no terminan de gustarte ,a mi menos, aunque los acaricio cuando puedo y ellos son mimosos conmigo...

    Una esperanza cierta es que cuando uno se quede así de viejecita, venga ese angel lector acompañarte...

    Genial!

    Besos.

    Pases buenos días.

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  5. Estimada me faltó agregarte
    una estela de

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    de lo bueno de la vida.

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  6. es un placer leerte querida amiga y soñar contigo y tus palabras

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