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domingo, 30 de agosto de 2015

MATAR UN RUISEÑOR.

Julio estaba eufórico.
Había escuchado esa mañana en la radio que Paul X , su cantante favorito, daría un concierto en el pueblo.
¡ Tantos años siguiéndolo!   Desde que Paul X era tan sólo un adolescente y había triunfado en ese concurso de la Televisión...Julio se acordaba muy bien de cuando había subido al escenario, tímido e inseguro, cargando su guitarra. Clavó los ojos en el techo, como si buscara un invisible rayo de luz que lo iluminara y empezó a cantar.  Estallaron los vítores y el jurado no dudó ni un segundo...
Desde entonces, su carrera había ido en ascenso.
Grabó muchos discos y recorrió el mundo entero haciendo presentaciones.
Julio no se perdía detalle de sus triunfos.  Lo admiraba tanto que soñaba ser él.  A veces se sentía de tal manera identificado, que al mirarse al espejo creía ver la cara de Paul y se ponía a cantar, imitando sus gestos.
-¡ Lo admiro más que nadie!- pensaba- ¡ Sólo yo soy capaz de percibir su talento en todo lo que vale!
Y ahora, él venía al pueblo....
Pensó que podría costear el valor de la entrada para el concierto, pero luego supo que ni la butaca más alejada del escenario estaba a su alcance.
Se quedó merodeando alrededor del Teatro, junto a un grupo de fanáticos que no se consolaba con no poder entrar. Los guardias empezaron a dispersarlos a bastonazos.
-¡ Ya!   ¡ si no tienen plata para la entrada, váyanse !  No sacan nada con quedarse aquí obstruyendo la vereda.
Julio pensó que aún tenía tiempo para correr a su casa a buscar más dinero.
Sabía que su padre guardaba siempre unos billetes en su velador, para alguna emergencia.
En la casa no había nadie. Subió corriendo al dormitorio de sus papás y comprobó que en el cajón del velador no había dinero.  Su mano tanteó hasta el fondo, y debajo de unos pañuelos, sintió el contacto duro de una pistola.  Su padre la había comprado hacía unas semanas, por si entraban ladrones.
Estaba cargada.  Julio se la echó al bolsillo sin pensar.
Mientras corría en dirección al teatro, la iba acariciando con los dedos. No sabía para qué la había sacado , pero el contacto frío del cañón le provocaba una sensación de júbilo,  de poder embriagador que nunca antes había conocido.
Llegó cuando ya las puertas del teatro estaban cerradas.  Un grupo seguía merodeando por los contornos y algunos empezaron a desahogar su frustración apedreando los faroles.
-¡ Corran!- gritó alguien-  ¡Paul va a salir por la puerta que da al callejón !
Se precipitaron hacia allá, esperanzados. Pasó mucho rato antes de que se abriera la puerta y apareciera el cantante rodeado de guardaespaldas.
El maquillaje bronceado, unido al sudor, le goteaba en el cuello de la camisa. Lucía cansado y al ver a la multitud, esperándolo, esbozó un gesto de contrariedad. Pero se rehizo y sonrió, luciendo la blancura artificial de sus dientes.
-¡ Gracias, muchachos, por venir!- exclamó, levantando la mano.
Julio se abrió paso frenéticamente, empujando a los que impedían su avance y no supo como, se encontró frente a él.
-¡ Paul!- le gritó- ¡ Paul!  Yo te admiro más que nadie...

Y sacando la pistola de su bolsillo, le disparó una bala directo al corazón.


3 comentarios:

  1. La obsesión histérica de algunos fanáticos puede transformar a uno de ellos en, asesino de sus admirados ídolos y, vaya que se conocen casos.
    Abrazos querida Lily

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  2. gracias, querida Tati, por haber entendido la intención de este cuento. Lo escribí pensando en el asesinato de John Lennon, que fue como " matar un ruiseñor"
    ¿ Por qué lo hizo? ¿ Por llamar la atención? ¿ En qué momento su amor se transformó en odio? Nunca lo vamos a saber.

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  3. Es un caso de esos tantos creo, que hay gente pierde el norte de su vida en función de la vida de otros...una baja autoestima que debió mejorarse siendo niños o niñas para poder sobre llevar lo que viene de la vida...

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