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domingo, 28 de junio de 2015

TURBULENCIAS EN EL CIELO.

Mirando los noticiarios de la CNN, a Dios no le quedó duda de que las cosas se habían agravado en el Medio Oriente.
Así es que hizo su equipaje, dispuesto a  comprobar las cosas en persona.
En una pequeña maleta echó unos cuantos rayos, por si era menester desatar alguna tormenta que pusiera en su sitio a la prepotencia humana y un par de estrellitas pequeñas, de veinticinco watt, para alumbrarse en la noche mientras leía. Últimamente le costaba quedarse dormido...
Lo tenía muy preocupado el destino de los hombres. Y lo peor era que con eso del libre albedrío que él mismo había inventado, ahora no podía intervenir en lo que hacían.
Por eso,  iba al Oriente Medio en calidad de mero observador.
A su exiguo equipaje agregó la libreta de los destinos, un lápiz y una goma de borrar. Con la goma iba borrando a los que morían y con el lápiz, a los que lograban nacer, que, con ésto de la legalización del aborto, eran cada vez menos numerosos... Observó con pesar que la goma estaba muy gastada.
¿ Qué más podía hacer?  Se había convertido en un mero espectador de su Creación, que hacía tiempo se le había escapado de las manos.
Suspiró con desaliento. ¡ Se sentía tan cansado!
Pero su viaje era necesario y se decidió a partir, dejando el Cielo encargado a los ángeles mayores.    
Inmediatamente, los angelitos más pequeños se dispusieron a hacer travesuras. Lo que más los divertía era abrir huecos en las nubes y mirar lo que pasaba en la Tierra.
-¡Vengan! ¡ Vengan!- gritó uno- ¡ Abajo hay un carnaval y están tirando fuegos artificiales!
Pero ¡ ay!  No era un carnaval... Era la guerra.
Sentada en lo alto de un monte  vieron una figura oscura que los llenó de miedo.  Una sonrisa feroz deformaba su cara y se sobaba las manos mirando la destrucción.  Cada cierto tiempo, un espasmo de placer lo sacudía y entonces, un par de alas negras se desplegaba a sus espaldas con un ruido aterrador.
Era el Demonio que aún no se recobraba de la humillación de haber sido expulsado del Paraíso y que ahora empezaba a concebir nuevas esperanzas... ¡ No le cabían dudas de que a corto plazo iba a triunfar el Mal!
Lanzó una carcajada que sonó como un trueno y los angelitos, aterrados, se pusieron a llorar.
El Ángel Mayor acudió apurado a averiguar de qué se trataba ese escándalo y muy enojado, los mandó a lavarse las manos y a acostarse.  ¡ Era muy tarde para que los niños estuvieran en pie!
Y esas cosas pasaban en el Cielo, mientras en la Tierra, los hombres seguían empecinados en sus luchas.

Lo extraño era que, al mismo tiempo, su máximo anhelo era ser felices.  Sólo que siempre su felicidad se basaba en la desdicha de los otros.

2 comentarios:

  1. No queda nada no para el consuelo
    Demasiado dolor aturde
    Parece que ya nos ganó el desamor

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  2. Paradojas del hombre. Destruye y busca la felicidad. Me pregunto ¿en qué terminará todo esto?.
    Abrazos querida Lily

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