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domingo, 24 de mayo de 2015

DESPECHO.

Un día de lluvia estuve parada frente a tu casa.
No llevaba paraguas y al poco rato, mi pelo y mi chaqueta estaban empapados. Lloraba y mis lágrimas se confundían con las gotas que rodaban por mi cara.
Si en ese momento, hubieras abierto tu puerta y me hubieras visto ahí, no hubieras sabido que era llanto el que corría por mis mejillas.  Pero yo sí sentía su sabor salobre en mis labios.
Pero ¿ para qué ibas abrir la puerta, si desconocías la presencia de esa mujer empapada de lluvia y de lágrimas, que acechaba tu casa, parada en la vereda?
Estarías muy cómodo allí dentro, junto a la estufa, leyendo algún diario vespertino. Y frente a ti estaría ella, Violeta, con un libro abierto sobre el regazo. A cada instante, dejarían de leer y se mirarían a los ojos, sonriendo...
Cuando me dejaste, lo hiciste con ese modo caballeroso y leal, con que lo hacías todo.
Me dijiste que lo  nuestro había sido importante para ti, pero que yo tenía que reconocer que nunca me habías hecho ninguna promesa. Ahora te habías enamorado de verdad.  Ella, Violeta, te correspondía y pensaban casarse en un par de meses.
Tiempo después, vi en un diario las fotografías de tu matrimonio y por un conocido supe sin querer la dirección de tu casa.
Empecé a rondar tu calle al anochecer. Sólo para ver las ventanas iluminadas y adivinar tu silueta tras las cortinas.
Escondida en las sombras, muchas veces te vi llegar del trabajo. Ella abría la puerta y se abrazaban en el umbral.
¿ Por qué me empecinaba en ver esas escenas  si con ello hundía más el puñal que atravesaba mi pecho?
Quizás creía que contemplando tu felicidad perdería toda esperanza y por fin lograría olvidarte.
O sólo quería sufrir. Castigarme a  mi misma por amarte tanto...
Sólo sé que al  verte con ella,  mi dolor crecía y me ardía en el pecho como una quemadura.
Una tarde, llegué más temprano a mi puesto de observación y vi a un hombre alto salir de tu casa.  En el umbral, Violeta lo abrazó estrechamente.
Aún era muy temprano para que tú llegaras.
Dos días después, me aposté en mi escondite y lo vi de nuevo saliendo de tu casa. Ella sonreía y le apretaba la mano, como si no quisiera dejarlo ir.
Cuando tú llegaste, un rato después,  te recibió con un beso y yo sentí que la odiaba, por cínica e hipócrita.
¿  Por ella me habías abandonado a mí, que te quería con locura?
Te mandé una nota a tu oficina, desfigurando la letra. En ella te decía: " No puedo permitir que lo traicionen así. Usted es un buen hombre ."
Firmé: " Un amigo"
Me sentí ruin. Comprendí que no lo hacía por ti sino por mí. Quería destruir tu matrimonio con la esperanza de que me buscaras en medio de tu dolor.  Ansiaba denigrar la imagen de esa mujer y así realzar la mía ante tus ojos.
Días después, reconocí tu voz en el teléfono. Se me doblaron las piernas y tuve que sujetarme del escritorio.
- ¡ Hola, Paula! ¿ Cómo estás?  Tenía deseos de saber de ti.
-Estoy bien... muchas gracias- balbuceé apenas y en un arranque de cortesía mal fingida, te pregunté:  ¿ Y como está Violeta?
- ¡ Oh!  Está muy bien. Ahora más contenta. Su único hermano, que estaba distanciado, ha estado viniendo a verla muy seguido. Le ha quitado un peso de encima.
Sentí que la sangre me subía a la cara y me la sentí arder. Luego se retiró de golpe y se me agolpó en el corazón. Comprendí que si  me habías llamado había sido para comentarme eso, porque habías adivinado en seguida que era yo la autora del anónimo.
Te despediste cortésmente, sin hablar más. No sé cómo logré articular unas palabras de despedida.
 Me quedé rígida junto al teléfono. Supe que  te había perdido para siempre. Y que si alguna vez habías tenido un buen recuerdo de mí, ahora sólo sentías desprecio.


2 comentarios:

  1. Cuando existen términos de pareja, uno de los dos queda muy herido y si bien en la mayoría de los casos superan el dolor, existe una minoría que intentará destruir por el daño causado.
    Un abrazo querida Lily

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  2. Sin dudas los despechos llevan a hacer cosas funestas
    que hieren más a quien las hace que hacia quien van dirigidas
    porque el odio nunca nada siembra menos en el corazón ...
    aunque de algún modo hay que pasar todas esas vivencias para conocer
    realmente su tinte
    estará en cada quien saber salir de semejante atolladero...
    bss

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