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domingo, 12 de octubre de 2014

TARDE DE PERROS.

 ( Tarea de Taller)
                                                  
Amanecí de mal ánimo y para colmo, en la escalera se me atravesó un gato negro.
¡Era un augurio de mala suerte!  Estaba claro que el resto del día se vendría torcido...
Al llegar a la oficina, me esperaba un recado amenazante. Me lo dio Rosita, la secretaria, con una mezcla de lástima y oscuro regocijo.
¡ El gerente quería hablar conmigo!
Para hacerles corta la historia, me despidieron. Y lo peor era que yo, por haber llegado de provincia, había gozado hasta ese momento del privilegio de alojar en la bodega de la Empresa, que quedaba a pocas cuadras. Ahí ocupaba un cuartito minúsculo, que era todo mi hogar y mi único sitio privado en este mundo.
Con el despido, me quedaba sin sueldo y sin un techo bajo el cual refugiarme.
Me fui a vagar por el parque y me dejé caer en un banco. Una tremenda pesadumbre se abatió sobre mi. Apoyé la cabeza en el duro respaldo y sin saber cómo, me quedé dormido.
Y aquí viene lo raro.
Soñé que era un perro sin casa, o en situación de calle, como se dice ahora, para hacerlo más fino.
  No tenía a donde ir y vagaba sin rumbo por la ciudad despiadada.  Acostumbrado a las patadas y a los pisotones, me iba orillando las murallas, tratando de ocupar el menor espacio posible.
Para colmo, empezó a llover y en cosa de segundos quedé calado hasta los huesos. La mitad de las pulgas se me ahogaron, creo yo, bajo ese chaparrón inclemente.
Me refugié en el quicio de una puerta. De pronto, escuché el frenazo de unos neumáticos y una voz tierna que decía:
- ¡Pobre perrito!  ¡ Seguro que alguien lo abandonó!
A continuación, unos brazos me cogieron y me encontré en el tibio interior de un automóvil. Una mujer muy elegante me sonreía. El que iba manejando me echó una mirada despectiva pero no dijo nada.  Estaba claro que la que mandaba era ella y no había más que hablar.
Llegamos a una casa del barrio alto. Una mucama abrió la puerta y al entrar, lo primero que vi fue un enorme gato negro ovillado en un sillón. Al verme, largó un bufido y vi como se le  erizaba la piel desde la nuca hasta la punta de la cola.
Tuve un deja vu....Sentí que lo del gato negro era un mal augurio que venía persiguiéndome. Pero en mi mente de perro, no pude recordar de donde me venía la intuición...
-¡ Cholito!  ¿Qué te pasa?- lo amonestó la señora, con dulce acento- ¡ Tienes que ser bueno con este huérfano que acabo de recoger!
Pedirle a un gato que sea bueno resulta irónico. ¡Por algo son los regalones de las brujas!
Y ese tal Cholito era uno de los peores...Maligno y astuto, se las arregló para que me echaran a la calle en cuestión de horas. Arañó, rompió y ensució cuanto pudo, logrando que siempre me echaran la culpa a mi.
De nuevo me vi arrojado a la intemperie y a mi triste existencia de perro vago.
Con las orejas caídas y la cola gacha, me refugié en el umbral de una puerta y a pesar de mi pena, logré dormirme.
Entre sueños pensaba ¡ Si pudiera, no despertaría nunca!
Pero lo hice. Y desperté como lo que era. Como un cesante sentado en un banco del parque y que no tiene a donde ir.
-¡Ay!- pensé, acongojado-  ¡Ojalá hubiera podido seguir soñando que era perro!  ¡Estar despierto es peor!

3 comentarios:

  1. así es la cosa...vivimos en un perro mundo...
    de sueños rotos...de oportunidades magras....

    empecemos por nosotros los seres humanos a respetarnos mas....a sentir por los demas ...que no todo sea una fiesta de la indiferencia...

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  2. El personaje denota una soledad inmensa. Viviendo en forma muy precaria en un cuartucho de la bodega de su empresa, de ahí pasar a ser un perro vagabundo con un momento de solaz donde le aparece nuevamente la adversidad representada en un gato negro.
    Es un cuento pesimista de una vida perra, perrísima mísera. Levantar el ánimo porque hasta el más mísero de los perros tiene una vida mejor, no le trabajan un día a nadie y duermen plácidamente en las calles.

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  3. Sergio Cereceda: Me gustó mucho este cuento porque retrata muy bien lo que el perro ( y el hombre) sufrían en su vida cotidiana.

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