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domingo, 12 de octubre de 2014

LOLITA.

Apenas terminó sus estudios en el Instituto Comercial, Dolores encontró trabajo de secretaria en una empresa metalúrgica.
Tenía veintidós años pero su aspecto frágil la hacía parecer casi una adolescente. Contribuían a acentuar su aire infantil una melena con flequillo y por sobre todo, el aparato corrector que usaba en los dientes.
 Por supuesto, nadie la llamaba por su verdadero nombre. Todos le decían Lolita.
Su jefe directo era don Manuel, un hombre corpulento, de pelo canoso y sonrisa fácil.
Cuando supo que Lolita vivía sola en un departamento cercano a la empresa, le preguntó humildemente si podía pasar en la tarde a tomar un café con ella.
Lolita quedó sorprendida y respondió titubeante. Se sentía cohibida y no sabía a qué atenerse. No le quedaba claro si debía asustarse o sentirse orgullosa por el dudoso honor del que la hacía objeto.
Pero, él se comportó  siempre muy serio y respetuoso y pasó más de un mes de continuas visitas, antes de que la tomara por la cintura y le dijera que estaba enamorado...
 Al principio, a ella la acomplejaba el aparato corrector de sus dientes. Pensaba que el sabor metálico le molestaría a don Manuel cuando la besaba. Pero, pronto descubrió que era todo lo contrario. Su aspecto de niña parecía exacerbar su pasión. La sentaba en sus rodilla y la besaba con vehemencia, murmurando:
-Mi niñita....¡Mi colegiala preciosa!
A Lolita le parecían extraños esos arrebatos. Más de una vez pensó que los sentimientos que despertaba en don Manuel tenían algo de inconveniente y malsano.
Pero, era tan dulce y tan respetuoso...
Ella, por su parte, embargada por una vaga nostalgia de su padre, se colgaba de su cuello dejándose llevar por un abandono infantil y aún en sus momentos de mayor intimidad se negaba a  tutearlo y seguía llamándolo don Manuel.
En la empresa nadie sospechaba la relación que los unía.
El Día de la secretaria, don Manuel le regalaba a todas una caja de bombones del mismo tamaño y calidad.
Las chicas la abrían de inmediato y ofrecían su contenido al resto del personal. Sólo Lolita
se negaba a hacerlo y se hizo fama de mezquina.
Pero, lo cierto era que ella sabía que en el interior de la suya siempre había una cajita más pequeña, conteniendo un anillo o un prendedor.
Pasó el tiempo y Lolita perdió su aspecto aniñado.  De adolescente frágil pasó a ser una mujer atractiva. Desarrolló curvas perturbadoras y sus dientes, libres del frenillo, mostraban ahora una sonrisa perfecta.
Lo curioso fue que don Manuel empezó a visitarla cada vez menos. Y cuando iba,  ya no la sentaba  en sus rodillas ni la llamaba su niñita...Se quedaba mirándola con ojos pensativos y tristes, como si echara de menos a alguien que ya no estaba ahí.
Ese año, Lolita recibió el premio a la Mejor Secretaria y la empresa le regaló un viaje a Buenos Aires, con todos los gastos pagados.
-¡Qué exquisito!  ¡Qué envidia! -exclamaban todas- Tú siempre quisiste ir ¿verdad?
No, la verdad era que ella no quería ir. No deseaba en absoluto ese viaje...
La mañana que el taxi la llevó al aeropuerto, miró por el vidrio la fina garúa que humedecía los árboles y vio como la ciudad iba quedando atrás. Hubiera querido ir a trabajar a la empresa, como cada día y en la tarde, quedarse en su departamento, esperando la visita de don Manuel....
Como era previsible, lo pasó muy bien en Buenos Aires, pero a la vuelta la esperaba una sorpresa.
La habían trasladado a otro piso. A un puesto de mayor responsabilidad y mejor sueldo, le aseguró don Manuel...
Ni siquiera tuvo oportunidad de protestar, porque ya su escritorio estaba ocupado por la nueva secretaria .
Era una chica delgada de aspecto infantil. Parecía tener menos de quince años.
Miró a Lolita con turbación, como sintiéndose culpable pero luego sonrió y el corrector metálico que llevaba en los dientes, centelleó  alegremente bajo la luz de neón.

 

3 comentarios:

  1. ops!
    un pedófilo escondido...como muchos...
    aunque a la mujer no le importa...al fin cada quien obtiene su ganancia
    de algo le sirvió lo bailao y lo comio...
    y de estas historias nada es un cuento!

    bsss

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  2. Dice María Teresa González.
    Me llevé la sorpresa con tu cuento. Una vez más te pasaste...La palabra Lolita es muy inspiradora ¿ verdad?
    Muy bueno tu cuento

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  3. Gracias por tu visita y comentario en mi blog. Por cortesía vengo a este agradable sito, lleno de interesantes narraciones, donde disfrutar de su amena lectura.
    Esta historia de las “Lolitas” es fruto de la imaginación, pero con visos de realidad como la vida misma.
    Un placer leerte.
    Un abrazo.

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