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domingo, 5 de octubre de 2014

INSOMNIO.

 ( Inspirado en un cuento de Juan Forn.)

Jorge estaba desvelado y hacía largo rato que se revolvía entre las sábanas sin hallar una postura cómoda.
Tratando de no despertar a Alicia, buscó a tientas las pantuflas y se dirigió a la cocina. Al pasar, la miró con resentimiento.  Esa noche habían tenido otra violenta discusión. Pero, mientras él permanecía insomne, ella dormía como si nada la perturbara.
A pesar de la hora, el calor agobiante del día aún se prolongaba y sintió el pelo mojado en sudor. Sacó una cerveza de la heladera y fue a sentarse en el jardín, a oscuras.
Un grillo, escondido quizás donde, dejaba oír su monótono cri cri. El aire estaba cargado del perfume de las rosas, que habían florecido todas juntas, como de acuerdo con un secreto pacto que sólo ellas conocían.
En el momento en que se acomodaba en la reposera, sonó el timbre de la puerta de calle.
Jorge miró el reloj: eran las doce pasadas. Sin saber por qué, no se preocupó por la hora ni se preguntó quién sería. Acudió a abrir y en el umbral vio a su padre.
No lo veía desde que había muerto, hacía dos años.
El lo miró sonriendo y al notarlo indeciso, le preguntó con un dejo de burla:
-¿ Puedo entrar?
Llevaba un impermeable al brazo, cosa que a Jorge le intrigó más que su presencia en la casa.
-¿Por qué llevas eso?  Si hace tanto calor...
-Sí, pero pronto va a llover- le respondió su padre y pasó de largo junto a él, hasta el jardín.
Fue a sentarse en la reposera que Jorge había dejado momentos antes.
-Ven a sentarte a mi lado y cuéntame cómo te va.
-Creí que desde allá se veía todo lo que pasa en este lado...
-Tienes una idea muy errada de lo que es la Muerte. ¿Cómo podría uno descansar si continuara al tanto de todo?
- Y entonces ¿ por qué viniste?
-Porque estar muerto es muy solitario y me dieron ganas de saber de ustedes...Cuéntame de tu madre, de tu hermano... Y de ti, por supuesto. ¿Cómo va tu matrimonio con Alicia?
Una oleada de amargura le subió a la garganta. Estuvo tentado de hablarle de su fracaso, pero prefirió callar. ¿ Acaso alguna vez había logrado tener con su padre algo parecido siquiera a una conversación?
Pero el resentimiento guardado por tantos años pudo más en él y le reprochó, sarcástico:
-¡ Te preocupas por mí más que cuando estabas vivo !
Su padre lo miró en silencio y luego comentó, sin alterarse:
-Veo que todavía me guardas rencor... Y ya que estoy aquí ¿ por qué no aprovechas de desahogarte?
Jorge empezó a hablar a tropezones, forzándose a poner en palabras las cosas que por años le habían envenenado el corazón.
Ya era muy tarde para hacerle reproches, pero sintió que todo lo que le decía estaba impregnado de amargura y soledad. ¿ O es que acaso su descalabro emocional no era producto de una infancia privada de cariño ?  ¿ No habían sido el distanciamiento y la indiferencia de su padre los que lo habían lanzado inerme a esa guerra a muerte que era la vida?
Habló largo rato y sus palabras fueron una revelación para él mismo. Se comprendió más y se culpó menos. Entendió que desde niño había sido programado para el fracaso y  que habría sido inutil luchar. De a poco, sintió que se alivianaba su corazón del peso que había cargado por años.
Cuando terminó de hablar, la claridad gris del alba iba redefiniendo los contornos de las cosas. Una lluvia inesperada refrescaba los rosales, mustios por el calor.
Sonrió al recordar el impermeable de su padre, pero al mirar hacia la reposera, vio que ya no estaba ahí.

4 comentarios:

  1. una manera de sanarse de sus propios fantasmas...retrospectiva que al fin sacude lo que se acumula...

    menos mal que algunos no necesitamos nuestros fantasmas para espantar nuestros demonios
    bsss

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  2. Muy Emocional.
    Una historia muy bien hilvanada.
    Afortunadamente no tengo esos problemas, que si que existen.
    Me ha gustado leerte.

    manolo

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  3. Dice Sergio Cereceda:
    Me gustó mucho tu historia. Cala hasta los huesos, por así decirlo. Muy lleno de sentimientos ese diálogo entre padre e hijo.
    Te felicito. escribes muy bien. Llegas al corazón y dan ganas de seguir leyendo sin parar.

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