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domingo, 3 de agosto de 2014

INVIERNO.

-Pobre y viejo, dos veces pobre...- suspiró José mientras se afeitaba frente al espejo del baño.
Una telaraña de arrugas rodeaba sus ojos y dos surcos curvos aprisionaban su boca,como si todo lo que fuera a decir estuviera entre paréntesis. Ajeno al tema central de la conversación, que era la Vida misma.
Esa Vida que le había pasado por el lado esquiva, casi sin saludarlo. Una leve inclinación de cabeza, una mirada de soslayo.... y si te he visto, no me acuerdo.
¿Qué había tenido él desde joven, que no fueran desengaños?
¿Qué había acumulado a lo largo de su existencia, que no fueran tristezas?
Y el Amor, ese misterio perfumado y arrebatador, como una rosa que se abre al amanecer, en el caso de él, parecía haberse abierto ya marchita...
Pero, ¡no!  ¡Aún tenía una ilusión!   ¡Margarita!
Creyó ver frente a él su rostro fresco y sonriente.  Ella siempre lo había mirado con simpatía. Aveces, había sorprendido una chispa de ternura en sus ojos ... ¿Por qué nunca había tenido el valor de hablarle de sus sentimientos?
¡Quizás aún era tiempo!
Decidió ir a su casa esa tarde, a la hora que ella habría vuelto del trabajo. No sabía qué pensaría al verlo llegar de improviso, pero, lleno de esperanza, se vistió con esmero. A la camisa blanca le agregó su mejor corbata, la de poliester imitación seda que le había regalado su hermana...Sabía que esa nota de color le rejuvenecía los rasgos.
Palpó sus bolsillos y con cierto temor impeccionó su billetera. Anoréxica la pobre, como siempre, lo poco que comía lo vomitaba de inmediato...Pero vio que le alcanzaba como para un ramo de flores. ¡De  margaritas, la flores que llevaban el nombre de ella!  La florista le vio tal cara de enamorado, que se conmovió y les agregó una cinta y un papel celofán...
Le faltaba media cuadra para llegar a la casa de ella, cuando vio a un joven muy elegante parado frente a la reja. Llevaba un gran ramo de rosas rojas cuyo perfume exquisito llegó hasta la nariz de José. El sintió que lo que olía era una corona fúnebre...
Lo vio tocar el timbre con una confianza que a José le pareció descaro y de inmediato apareció Margarita.
Al verlo, sonrió complacida. Se cogió de su brazo y se fueron caminando juntos.
Al pasar, el joven sin querer rozó a José, que permanecía inmóvil junto a un árbol.
-¡Perdone, abuelo!- se disculpó con gentileza. Margarita no lo vio o fingió que no lo conocía.
José miró su triste ramo de flores, que en un segundo parecían haberse marchitado, tal vez porque las llevaba apretadas contra el rescoldo agonizante de su pecho. No sabiendo qué hacer con ellas, se quitó la corbata y las ató con ella a los barrotes de la reja.
Un dolor sordo atenazaba su corazón.
-¿Qué me queda ahora sino esperar la Muerte?- suspiró José y se sentó en un banco del parque. Una hoja seca se desprendió de una rama y bajó volando hasta sus pies.
Al cabo de un rato, vio venir a una joven muy linda que le sonreía desde lejos.
-¿Será a mí? - se preguntó aturdido y miró a su alrededor, sin ver a nadie.
-¿Me esperabas?- le preguntó ella con coquetería.
-Es decir...no...Para serte sincero, yo esperaba a la Muerte.
-Bueno ¿y quién crees que soy yo?
-¿Tú?   Pero, ¡si eres tan joven y tan hermosa!
-Yo nunca envejezco, como comprenderás...¿Y por qué no iba a ser hermosa?  ¿No es hermosa la Vida acaso?   Y las dos somos hechas de la misma sustancia...
Lo tomó del brazo con suavidad y lo guió hasta los últimos resplandores del sol, que se extinguía tras de los pinos.

4 comentarios:

  1. Pobre viejo ilusionarse de Margarita una chica mucho mas joven que él, si hubiera sido rico a lo mejor su suerte con las mujeres cambiaría. El dinero es afrodisiaco los futbolistas "top" lo saben.
    Triste la ancianidad, solo, viejo y pobre buscando miguitas de ternura en el lugar equivocado.
    Tu cuento toca el tema de la soledad de muchas personas ancianas. Un abrazo

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  2. Mi querida
    No me olvido de ti, pero he estado ausente todo el mes de julio, ahora he publicado esto y tengo dificultad para trabajar con el ordenador, se apaga a cada momento y me deja colgada en medio de lo que sea que estoy haciendo.
    Voy intentando comentar según me deja, te dejo estas letras y voy a leer tus escritos mientras el ordenador me lo permita.
    Aqui veo dos puntos, o se le aparece la muerte o Margarita recien pasada al otro lado, me ha cogido de sorpresa este final, interesante para pensar, la vida y la muerte de una misma esencia, muy cierto.
    Un abrazo
    Ambar.

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  3. Gracias, querida Ambar por tu comentario. No, la muchacha hermosa no es Margarita , es sencillamente La Muerte, que no tiene por qué ser horrible y pavorosa, como a veces la imaginamos.

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