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domingo, 17 de agosto de 2014

LA PESADILLA.

En el último tiempo, Julia trataba de quedarse despierta leyendo hasta altas horas de la noche, porque tenía miedo de quedarse dormida.
Sabía que la misma pesadilla se presentaría para torturarla una vez más.
En ella, se veía en la cárcel, sin saber qué delito había cometido.  En vano se lo preguntaba a la celadora, una mujer corpulenta de mirada impasible. Ella se burlaba en su cara y le decía:
-¡Claro!  ¡Ahora me vas a decir que eres inocente! Podrías tratar de ser un poco más original...
-Pero ¿ qué hice, por Dios?  ¡Le juro que no lo recuerdo!
La mujer le volvía la espalda y cerraba la reja con estrépito.
Noche tras noche soñaba lo mismo. Le bastaba poner la cabeza en la almohada para verse transportada a la estrecha celda, siempre iluminada con una luz cruda que martirizaba sus ojos.
Despertar en su cama, cada mañana, era un alivio, pero se levantaba extenuada por la angustia de ver repetirse el mal sueño una y otra vez.
Terminó por creer que era premonitorio. Que ella estaba destinada a cometer un delito grave, un asesinato y que esa pesadilla no hacía más que mostrarle lo que le deparaba el futuro.
Pero ¡no! ¡ No era posible!  No odiaba a nadie ni nunca había pensado siquiera en hacerle daño a alguna persona. ¡ No podría!  No estaba en su naturaleza....
Hasta que supo que Carlos la engañaba.
Hacía tiempo que sus amigas venían diciéndole que lo habían visto con otra. Pero ella no les hacía caso y  lo atribuía a la envidia. ¡Siempre le habían demostrado su escepticismo al ver que Carlos se había fijado en ella! 
-Deberías arreglarte más-le decían- Te resultará difícil retener a un hombre tan buenmozo como Carlos....
Y hasta el día antes de la boda habían tratado de arrebatárselo.
Pero su incredulidad en los comentarios y su fe en él se terminaron abruptamente el día que encontró una nota arrugada en uno de sus bolsillos.
" Amor, a las siete en el lugar de siempre".  En lugar de firma había una letra L.
Comprendió que se trataba de Leticia, la nueva secretaria, una mujer rubia y llamativa que  le habían presentado en una fiesta de la oficina.
Pero su odio no se concentró en ella sino en Carlos, a quién tanto había amado y quién seguía fingiéndole amor mientras la apuñalaba por la espalda.
Entonces decidió matarlo.
No tuvo dificultad en comprar una pistola para su defensa personal.
-Vivo en un barrio peligroso- le dijo al vendedor en la armería y él le sonrió comprensivo. Bastaba abrir los diarios cada mañana para saber que la delincuencia iba en aumento...
Le pareció casi divertida la expresión de incredulidad de Carlos cuando la vio parada frente a él  con la pistola en la mano. ¡ Ella, tan serena, tan quitada de bulla, tan señorita de colegio inglés...!
-¡Julia!  ¿Estás loca?  ¿Qué te pa....?
La palabra se truncó en sus labios en el mismo segundo en que la bala penetró en su corazón.
Esa noche no tuvo pesadillas. Durmió con un sueño turbio y sin imágenes. Y desde entonces, la pesadilla recurrente no la volvió a atormentar.
La llevaron a juicio y aunque el abogado hizo lo posible por defenderla, la condenaron. Tal vez porque ella se negó a hacer la comedia del arrepentimiento.
Escuchó la sentencia sin alterarse. Ahora que Carlos estaba muerto, todo le daba lo mismo.
La empujaron al interior de una celda estrecha, alumbrada por una luz cruda que martirizaba sus ojos.
Entró la celadora, una mujer corpulenta de rostro impasible. La miró sin sorpresa, como si llevara mucho tiempo viéndola y le espetó con sorna:
-Bueno ¿ y tú vas a seguir con la cantinela estúpida de que eres inocente?  Te advierto que me tienes cansada...
-No se preocupe- respondió Julia- Ya no lo volveré a repetir. 

3 comentarios:

  1. Dice Miguel Angel Sánchez:
    .
    Me rindo a tus pies. Me saco el sombrero. Tienes una vena literaria maravillosa

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  2. vaya , no se si será de agallas que se viste una para darle duro a un hijo de p...no hay derecho creo , que si ya no das el gusto y el punto para sus "altas exigencias pasionales" , por qué no se largan de una ,con la verdad por delante y no andan poniendo los cuernos de chivo como si nada...de esos ejemplos está plagado el diario vivir...y la mujer aprendió de ello y mas en este tiempo y se justifica haciendo lo mismo ,como en una rueda que no terminará nunca se rodar...

    no se si por eso merezca la pena ensuciarse las manos ...a mi me vale darle un puntapie ahí mismo para dejarlo bien resentido por un rato y en el trasero una patada y a la calle...

    vaya no deja de ser violento eso no???....bueno cuando se ofende el amor propio , como uno es maleable no mas , será que los ecos de paz en este caso . me sobran...
    así es la cosa ...entre el decir y el hacer es una pura realidad...

    bss amiga ...estés bien!

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