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domingo, 24 de noviembre de 2013

EL REFLEJO DISCREPANTE.

Bruno trabajaba de portero en un Hotel.
Debía estar siempre parado en la entrada, recibiendo a los pasajeros. Consultar las reservas, llamar al botones para que se encargara del equipaje y mil cosas más.
Era natural que terminara agotado. Mantener la sonrisa pese a las impertinencias y los reclamos, era extenuante y había terminado por agriarle el carácter.
En las mañanas, se levantaba malhumorado y no teniendo a nadie a quién contarle sus penas, conversaba con el espejo.
Por eso, no le extrañó demasiado que un día, su imagen le contestara.
Lo que le molestó fue que lo contradijera.
-¡Seguro que se viene otro día infernal!-  auguraba Bruno, mientras se hacía el nudo de la corbata- ¡Esto de haber nacido pobre es una maldición!  ¡Más valdría estar muerto! ¿Cuando se acabará esta vida de fatigas y humillaciones?
-¡Hombre!  No lo pintes tan feo...-le respondió su reflejo- que la vida vale la pena vivirla, tanto si llueve como si truena. ¿Por qué te levantas siempre tan amargado?
-¡Claro! A ti todo te parece bien, porque no tienes que esforzarte en nada. Tu única tarea es reflejarme y garantizarme que llevo bien hecho el nudo de la corbata... Seguro que cuando me voy, te echas a dormir. ¡Con esa vida holgazana que llevas, no es raro que estés contento!
El reflejo se sonrió en forma ladina, como si tuviera algún secreto que ocultar, lo que no hizo más que aumentar el ofuscamiento de Bruno.
Salió de su casa molesto y confundido. ¡Ahora resultaba que, en lugar de tener un reflejo que pensara lo mismo que él,  tenía uno que le llevaba la contra y para colmo, lo miraba con socarronería!
-¿Tendrá algo que esconder éste?- se preguntaba Bruno, mientras iba en el Metro, recibiendo los apretones y pisotones que eran el pan de cada día.
Esa tarde, al pasar frente a un bar, tuvo que restregarse los ojos para convencerse de lo que veía.
Allí estaba su reflejo, muy orondo, tomándose una copa, mientras leía un diario vespertino.
Se apuró en regresar a la casa, para pillarlo en flagrancia, mejor dicho, para constatar su ausencia.
Pero había vuelto a tiempo y ya estaba allí, saliendo del fondo del espejo, muy dispuesto a devolverle su imagen, agotada y maltrecha, como siempre al final de cada jornada.
Esa noche llamó por teléfono a Rafaelito, el concerje, para avisarle que a la mañana siguiente llegaría tarde, porque tenía hora en el dentista.
En lugar de dirigirse a la estación del Metro, se quedó escondido tras un árbol, vigilando su casa.
Al poco rato, vio salir a su reflejo, exudando optimismo y alegría de vivir.
Picado, lo siguió de lejos y lo vio dirigirse al parque.
Pasó la mañana tomando el sol y persiguiendo a las mariposas....
¡Con razón se permitía opinar que la vida era buena!
Mientras, Bruno se enfermaba de los riñones y se le ponían los pies planos, todo el día parado en la puerta del Hotel.
Cuando volvió, al atardecer, estaba decidido a darle un escarmiento.
Entró al dormitorio con un martillo y sin decir palabra, arremetió contra el espejo y lo hizo añicos.
No contento con eso, molió los pedacitos, dejándolos reducidos a polvo.
¡Vamos a ver, ahora, si puedes salir a pavonearte por la ciudad, mientras yo me mato trabajando!
Era el único espejo que había en la casa, así es que de ahí en adelante, se tuvo que afeitar de memoria. Como es natural, quedaba muy desprolijo, con manchas negruzcas de barba que no alcanzaba a detectar.
Al hacerse el nudo de la corbata, le quedaba flojo o torcido y más de alguna mancha de grasa en la chaqueta, le pasaba desapercibida.
Su presentación personal empezó a deteriorarse seriamente y el gerente del Hotel lo notó con disgusto.
-¿Qué le pasa a Bruno, que viene a trabajar en esa facha? Un portero que no cuida su apariencia, es un desprestigio para el Hotel. No tendré más remedio que despedirlo.
Y lo hizo, sin vacilar.


6 comentarios:

  1. Eso de vivir en un mundo que no es lo suyo
    al fin pierde la mente y la vida misma de esos seres
    ...

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  2. ¡Cuantos temas abordas en tus cuentos! La muerte, la envidia, la tristeza, las depresiones...La vida misma, como ya alguien te comentó. Lo bueno es que todas tus reflexiones llevan sentido del humor. Y los dibujos, lindos. Ingenuos, tipo naif. Maria Teresa Gonzalez.

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  3. Si te quedaras inmóvil, te crecería MUSGO en la piel?

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  4. Un relato bien desarrollado, con varios temas a pensar. Me quedé pensando que esa otra mitad -que tenemos todos- es la verdadera personalidad que reflejamos en el espejo y que por sobrevivir debemos ocultar.

    Veo que ese señor Bolaños también dejó el mismo comentario. Acabo de visitarle y pedirle respeto por los que si escriben por amor a las letras.

    Abrazos y me quedo como tu seguidora.

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