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lunes, 19 de noviembre de 2012

EL CAMINANTE.

Lo vio salir con una maleta.
Se había puesto su abrigo y el viejo sombrero raído en el ala.
-¿A dónde vas?
-Voy allá.
-¿ "Allá"  donde?
-"Allá". Al lugar al que pertenezco. Aquí me siento prisionero. Me ahogan estas paredes.
Ella se quedó callada. No entendía lo que él quería decir ni donde estaba aquel mítico "Allá" que parecía llamarlo.
Pero, no se extrañó de su marcha.
Siempre había sabido que la iba a abandonar.
De a poco se habían ido cortando los lazos que los ataban. Ahora solo los unía la costumbre, como una frazada gris, que los envolvía, sofocándolos.
Lo había notado ausente, sumergido en su introspección y ella no había podido atravesar el muro que se alzaba entre ellos.
Lo miró partir sin hacer un gesto para retenerlo.
La puerta se cerró sin ruido a sus espaldas. El la sostuvo hasta el final, para que no golpeara contra el marco. Tal vez tenía la esperanza de que esa partida silenciosa le hiciera menos daño a ella.
Pero fue inútil.
Un ancho hueco de ausencia se abrió a donde había estado su cuerpo.
 Ella se sentó al borde de esa laguna oscura y fue tirando en ella las horas, como pequeños guijarros que se hundían sin dejar huella.
El partió, libre y esperanzado.
 Caminó mucho tiempo, sin detenerse. Atravesó innumerables pueblos grises, envueltos en una neblina de humo o de melancolía.
Por fin, a lo lejos, divisó los contornos de una gran ciudad.
Un alto muro la rodeaba y junto a la puerta, vio parado a un hombre.
-¿Es esto "Allá"?- le preguntó, esperanzado.
-¡Oh, no!- le respondió, con una mueca de burla- ¡"Allá" está mucho más lejos! No has recorrido ni la  mitad del camino...
-¿Y cuándo voy a llegar?-gimió él, con desaliento.
- Esta ciudad es "Cuando".  Puedes descansar en ella, antes de reanudar la marcha. Y seguramente encontrarás a otros que buscan lo mismo que tú.
A medida que se internaba en la masa gris de edificios, vio a un grupo de personas que caminaban delante de él. Nadie se volvió a mirarlo. En sus caras brillaba débilmente la esperanza, como una brasa que crepita entre las cenizas, antes de extinguirse.
A todos los guiaba la certeza de que su destino y la razón de sus vidas se encontraba "Allá".
"Cuando" era solo un lugar de paso. No había nada en la ciudad que invitara a quedarse. Y la gente recorría sus calles, abrumada por la incertidumbre, repitiendo : ¿"Cuando" "Cuando" ?, sin encontrar a nadie que respondiera a su pregunta.
El anduvo durante mucho tiempo, sin darse cuenta de que caminaba en círculos.
Su espalda se encorvó y su pelo se volvió gris, como si lo cubriera una capa de cenizas.
El cansancio lo agobiaba, pero continuó andando, sin alcanzar nunca la meta. Cuando por fin creía haber llegado a ella, la veía diluirse como un espejismo y reaparecer más allá, dorada por la luz del ocaso.
Los que marchaban junto a él, se fueron quedando atrás o se perdieron en un recodo del camino.
A otros los venció la fatiga y la convicción de haber buscado en vano.
Un anochecer, cuando ya lo abandonaban las fuerzas, entró en una ciudad.
Sintió renacer su esperanza.
-¡Tiene que ser este el lugar que he buscado durante tanto tiempo!
Las calles estaban oscuras y las casas parecían desiertas.
Por fin, vio brillar una luz tras el vidrio de una ventana.
Golpeó a la puerta y le abrió una mujer de ojos apagados.
-¡Dígame que he llegado por fin! ¿Es esto "Allá"?
-No- suspiró ella- Esto es "Aquí", el mismo lugar desde donde partiste.
La miró sobresaltado y solo entonces la reconoció. En los surcos de su cara vio escrita una historia de congoja y de abandono.
Arrepentido, se dejó caer a sus pies y hundió el rostro entre los pliegues de su falda.
Ella le cogió la cabeza entre sus manos y le preguntó con tristeza:
-¡No has comprendido que "Allá" estará siempre más lejos? ¿Que solo podrás verlo a la distancia y que dejará de existir cuando te acerques?
Lo oprimió contra sí y acarició su pelo encanecido. Con dedos tiernos trató de alisar las arrugas de su frente.
-¡Quédate conmigo!- le pidió, sonriendo entre sus lágrimas- ¡Quédate conmigo, porque "Aquí" está el amor!   Y quizás "Allá" solo se encuentra la muerte.


2 comentarios:

  1. Interesante, esta historia que es la vida misma, el aquí y ahora es lo que tenemos, el alla nunca llega, hasta que abandonando la capa física cubre nuesta "esencia" cruzamos al otro lado, y nadie sabe, al otro lado lo que hay.
    Un abrazo.
    Ambar

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  2. Potente escrito que grafica claramente a esa especie humana que por estar, toda su vida, buscando algo inexistente, deja de lado lo que podría hacerle feliz.

    Y desencarna y se hace polvo y olvido sin haber disfrutado de vivir...

    Una vez más ¡Gracias Lilly por esta enseñanza tan profunda!

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