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miércoles, 13 de junio de 2012

LILÍ.

-"Las mujeres son como las castañas. Hay que ponerlas al fuego un rato y después saben deliciosas".
Esa era la frase favorita de Alfredo y la decía guiñando un ojo, con sonrisa de conocedor.
La verdad es que nos cargaba a todos. Era el vendedor "Estrella" de la sección Papeles. ¡Claro! Con esa pinta y esa labia, era imposible que no le fuera bien.
Nosotros también vendíamos, pero menos.
Messina logró superarlo un mes y todos lo aplaudimos con ganas. Mitad por él y mitad por la antipatía que le teníamos a Alfredo, con su petulancia y sus aires de galán.
Por supuesto que arrasaba en la Distribuidora. Niña nueva que llegaba, bastaba que él se le pusiera por delante con aire de no verla, para que se volviera loca tratando de obtener una mirada.
Alfredo se hacía el distraído, el difícil. "Ponía la castaña al fuego", como decía él.
No era que le tuviéramos envidia o celos. Aunque algo de eso había también. Más que todo era por la rabia de verlo tan cínico y tan picaflor.
Nunca un entusiasmo le duraba más de tres semanas.
Y las mujeres ¡tan tontas! Siempre yéndose por la pinta, por las apariencias, sin notar lo vanidoso y lo falso que era.
-¡Conmigo va a ser distinto!- parecían creer. Y al mes las teníamos con los ojos rojos, arrancándose a llorar al baño, mientras él le hacía la rueda a su nueva conquista.
La verdad, yo tomaba palco y me importaban poco sus andanzas de Don Juan barato... Hasta que a la Sección Abarrotes llegó Lilí.
No fui el único que se fijó en ella. Era primorosa. Menuda y fina, con una naricita respingada que le daba un aire infantil.
Messina se acordó de repente de una canción antigua que había escuchado no sé a dónde y se puso a tararear:
"Lilí, muñeca de ensueño,
Oh, Lili, oh,Lili, ay lo."
Pero, les duró poco el interés, porque ella se mostró seria y reservada, sin hacerle mucho caso a nadie.
Sí, a ellos les duró poco, pero yo quedé flechado, como se dice. Fue un amor a primera vista.
Y me alegraba mucho de que ella no fuera llamativa ni curvilínea, como le gustaban a Alfredo. Confiaba en que no la descubriera muy pronto. Pero fue ella la que lo descubrió a él.
¿Vale la pena que me extienda en describir el papelón que hizo la pobrecita tratando de interesarle? A veces me daban ganas de zamarrearla, por tonta. Decirle que dejara de dar vueltas alrededor de él, ruborizada y tímida, esperando que se dignara mirarla siquiera. Como una polilla chamuscándose  las alas en el calor de una ampolleta.
Por supuesto, Alfredo ya la había visto. Pero estaba demorándose para interesarla más.
Al final, la invitó a salir.
Todos vimos el cambio que se produjo en ella. Brillaba como si se hubiera tragado un tubo de neón. Y circulaba por la sección con una sonrisa fija, una sonrisa de embobamiento que me hacía mucho mal...
Messina había notado lo que me pasaba y me miraba con un aire entre compasivo y burlesco. Adrede se ponía a tararear la canción, para que yo me diera cuenta de que también por mi parte estaba haciendo el loco.
"Lilí, muñeca de ensueño,
comprenderás mi pasión.
Te quiero, mi alma, mi dulce bién.
Oh Lili, oh Lili, ay lo."
A Alfredo esta vez le duró más tiempo el entusiasmo. ¿Sería porque ella era diferente?
Tan dulce, tan delicada como una flor.
Creo que hasta anduvo un poco enamorado. ¡Como si yo no pudiera comprenderlo!
Una parte de mí sufría por mi amor contrariado y otra parte, más generosa, se alegraba por ella, porque no quería verla sufrir. Pero, nunca creí que la cosa fuera a durar mucho. ¡Conocía tan bien a Alfredo!
Y claro, se corrió la voz de que Verónica había roto su noviazgo con Galvez y estaba libre y de nuevo en circulación.
Ella siempre había sido la secreta frustración de Alfredo. Su argolla de compromiso era como una armadura que la protegía de su asedio. ¡Y ahora estaba libre! La diosa, la hechicera, con sus ojos verdes y su cabellera roja que parecía despedir chispas cuando pasaba.
Fue en la kermess que se hizo en el Casino, para financiar el paseo de fin de año.
Yo no quería ir para no ver a mi Lilí bailando con Alfredo.
No sabía que esa noche se preparaba el destrozo de su corazón. Ignoraba que él ya había planeado su acercamiento a Verónica y que nada ni nadie podría detener la fuerza de su deseo ni impedir el triunfo de su voluntad.
Habían dado las once cuando me decidí a darme una vuelta por el Casino.
Había empezado a llover despacio y las veredas copiaban en sus charcos las luces parpadeantes.
En la puerta vi una figurita menuda, envuelta en un abrigo gris. Me acerqué y vi que era ella.
Contemplaba la lluvia, encogida como un gorrión, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
No necesité preguntar nada para entender.
Adentro estaría Alfredo, bailando con su nueva conquista, olvidado ya por completo de la dulce Lilí, a quién había amado ¡qué record!, por casi cuatro semanas...
Fingí que no veía su llanto y le pregunté:
-Lilí ¿quieres que te acompañe a tu casa? Como ves, fui precavido y traje paraguas...
Y lo abrí, desplegándolo sobre su cabecita húmeda.
No dijo nada. Estaba como adormecida de pena, pero se apartó del umbral y caminó a mi lado, en busca de un taxi.
Vi que una de sus manos estaba desnuda y amoratada de frío.
-¿Perdiste un guante, Lilí?
Se miró la mano sorprendida, como si no entendiera.
Se la cogí tiernamente y la deposité en el fondo de mi bolsillo. La dejó ahí y rápidamente la encogió y la anidó en el calor, como un pajarito aterido.
Caminamos en silencio por la acera mojada. Los árboles refulgían con mil gotas, como enjoyados de diamantes. Busqué la mano de Lilí en mi bolsillo y la apreté sin decir nada.
Me vino a la mente la canción que cantaba Messina, para hacerme burla:
"Mañana tal vez me amarás a mí,
Oh, Lili, oh Lili, ay lo. "

2 comentarios:

  1. Me han gustado los momentos de ternura que incluyes en este cuento. ¡Y hay que ver lo claras que ven las situaciones quienes las viven desde fuera...! ¡Cuántos chascos se evitarían si fuera así siempre!
    ¿Pudo haber actuado antes el protagonista? Seguramente Lilí no habría hecho mucho caso...
    Cuidate, Lillian.
    José

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  2. Llily no es una, son miles, que habitan en su universo. La conocí por una carta dejada al viento de un enamorado, y por avidez me adentré en su mundo. Encontré mil personajes que tal vez son ella misma o basados en su inagotable fantasía. Ese día no paré, leí tantos cuentos que su mundo me pareció inagotable. Creí que era todo y partí... Pero todos sus personajes, me hicieron regresar, como si en la noche pidiera el gusto de un té de hierba de San juan, que calma mi espíritu y alimenta mi deseo de verlos vivir, revivir, crecerse y multiplicarse.
    Lilly inventó un amor fantasma en un faro, como si fuera posible desaparecer de las fotos y no dejar rastro. volvió ligera como los cuentos de hadas rejuvenecidos, Fuerte e insólita crea un abandono inminente, que deja atónita por un momento, luego se da el lujo de crear un personaje que llega en el medio del cuento y lo cambia para siempre.
    Es dulce como todos los ramos de rosas de sus mujeres enamoradas. Práctica, feminista y segura de si misma, como como su alter ego, y su contraparte sensual, y romántica, que también creo que es ella... Es tantos personajes en un ser humano que sorprende verlos como burbujas en agua hirviendo.
    Me pregunto si le hablan, o solo se posan en sus dedos mientras escribe, o la llaman urgentemente desde donde esté para que se siente a escribirlos...porque Lilly es de carne y hueso, va al mercado, compra verduras, tiene dos hijos profesionales, estudia filosofía, se entretiene, ve televisión, toma su carro y va de paseo.

    Con cariño,
    María Elena.

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