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lunes, 5 de marzo de 2012

LA PUERTA.

Elvira descubrió una callecita corta con casas de un piso, dotadas de antejardín.
La última estaba en arriendo y pensó que era ideal para ella y Laurita.
¡Y a pasos de la estación del Metro que la llevaba al trabajo!
Cuando el dueño se la mostró, se asombró al ver que, aparte de los servicios básicos, sólo constaba de una sala de estar y un dormitorio.
-¿Por qué se ve más grande desde afuera?-preguntó.
Era más grande, señora-explicó el anciano-Pero se quemaron dos piezas de atrás en un incendio y hubo que demoler lo poco que quedó de ellas.
En la pared del fondo del dormitorio había una puerta clausurada.
-Por aquí se iba a las dos piezas que faltan,  pero ahora sólo hay un patio embaldosado, donde estuvieron los cimientos.
La puerta estaba condenada. El picaporte no giraba. Así es que salieron por la cocina a ver el patio. Sólo junto a la pared medianera había una franja de césped y unos macizos de hortensias.  Lo demás era cemento que cubría el lugar donde un día hubo dos dormitorios.
Pero se quedaron con la casa y Laurita estaba feliz de tener el ante jardín y el patio trasero para sus juegos.
Al poco tiempo, la niña empezó a hablar de una amiga imaginaria. Se llamaba Olivia y vivía detrás de la puerta condenada.
-¡Voy a jugar ahí, mamá, mientras la nana hace el aseo! Hay una pieza muy linda con cortinas rosadas y una cantidad enorme de muñecas. Olivia tiene vajilla, cacerolas y una cocina donde preparamos galletas.
-¡Qué bueno!- le respondía Elvira, distraída. Total, no había nada de malo en que tuviera una amiga imaginaria. No había visto niñitas de cinco años, como ella, en la cuadra. Y sólo al año siguiente la mandaría al colegio.
Todas las tardes, cuando Elvira volvía del trabajo, Laurita la recibía alborozada contándole sus juegos con Olivia. ¡Estuve allá toda la tarde y preparamos una torta para el cumpleaños de mi muñeca!
-Bueno ¿Y por dónde se va a la casa de Olivia?
-Por la puerta que hay al fondo del dormitorio, pues, mamá. ¿Por dónde creías?
Elvira sabía que era imposible abrir esa puerta, que el picaporte giraba en vano y que al otro lado sólo estaba el patio de baldosas. Pero no le discutió a la niña su fantasía. ¿Para qué? Lo importante era que jugara y se entretuviera dentro de la casa. Ahora que ya hacía frío y el Invierno estaba por llegar.
La nana se quejó un día:
-¡Se me pierde la niña, señora! Por largo rato. Y no sé dónde buscarla. Después sale del dormitorio y dice que viene de la casa de su amiga. ¿Dónde se esconderá a jugar, que no la encuentro?
Una tarde, Laurita dijo:
-Mamá, Olivia no tiene hermanitas y quiere que me vaya a vivir con ella. Total, tú nunca estás aquí y su casa es tan linda y con tantos juguetes...
Elvira empezó a preocuparse por las invenciones de su hija. ¿No estaría llegando demasiado lejos?
Una tarde, se detuvo en el almacén de la esquina y le preguntó a la dueña por el incendio ocurrido en la casa.
-¡Ay, señora! Fue una tragedia atroz. Justo se quemó el dormitorio donde dormía la niña. Dicen que fue una falla eléctrica. Los padres andaban en una fiesta y la nana, medio inconsciente por el humo, no atinó a salvarla. ¡Era una niñita tan linda! Olivia se llamaba, todavía me acuerdo.
Elvira apresuró el paso. Entró a la casa corriendo.
La nana planchaba en la cocina.
-¿Y Laurita?
-En el dormitorio, señora.
Alcanzó a entrar en el momento en que la niña abría la puerta clausurada. El picaporte giró suavemente y al otro lado alcanzó a ver una habitación iluminada con un resplandor rosado y a una niñita que la llamaba sonriendo.
Laurita se volvió hacia Elvira y le dijo:
-Mamá, me voy a la casa de Olivia. Quiero vivir con ella. Me dejas ¿verdad?
La puerta se cerró a sus espaldas.
Elvira se arrojó sobre ella, empujándola, pero vio que estaba clavada al dintel. Dos goznes de fierro la inmovilizaban en el marco y el picaporte, que hizo girar inútilmente, terminó por desprenderse y caer al suelo.
-¡Laurita! ¡Laurita!
Enloquecida, salió corriendo por la cocina y dio vuelta a la casa.
Sólo encontró el patio vacío, donde la lluvia formaba charcos en las baldosas y tronchaba los tallos de las hortensias.

1 comentario:

  1. Como suele ocurrir también en las películas del género, los adultos siempre se dan cuenta tarde de que algo raro ocurre con los niños y sus "amigos inventados".

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