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domingo, 15 de abril de 2018

NIEVE.

El tren atravesaba velozmente los campos cubiertos de nieve.
En un vagón semi vacío iba Cecilia. Miraba a través de la ventanilla, como los árboles se desvanecían antes de poder fijar su vista en ellos.  A su lado iba su madre llevando en su regazo a su hermanito enfermo. Después de una noche en vela,  la mujer dormitaba, agotada.
De pronto el niño tosió. Su garganta emitió un ruido extraño, como si algo se le desgarrara adentro. Luego se quedó inmóvil, con sus ojos fijos en el techo del vagón.
Una señora muy alta, vestida de negro, avanzó por el pasillo sin hacer ruido. Se detuvo junto al niño y puso una mano sobre su pecho. Los labios del niño se  entreabrieron y por ellos salió volando un pajarito. Aleteó en la penumbra por unos segundos, pero la mujer lo atrapó rápidamente y lo metió bajo los pliegues de su manto.
Cecilia comprendió que era la Muerte y que se llevaba el alma de su hermanito.
Se paró del asiento, tratando de detenerla. La mujer se volvió a mirarla y se soltó de sus manos con violencia.  Se bajó del tren en marcha y se perdió entre los copos de nieve que caían sin cesar.
Cecilia vio que se le había caído un cuaderno de tapas negras.
Al abrirlo, vio que las páginas estaban llenas de columnas de nombres. Había muchos tachados y otros marcados con una cruz. El último que aparecía era el de su hermanito. Lo seguían infinidad de nombres no tachados aún...
Aterrada por el descubrimiento, escondió el cuaderno en el bolsillo de su abrigo.
Su mamá despertó y al ver al niño inmóvil, se puso a llorar amargamente.
Al día siguiente fueron al cementerio llevando en brazos el pequeño ataúd blanco. Cuando el sepulturero lo bajó hasta la fosa, Cecilia arrojó también ahí el cuaderno de la Muerte.
Las paletadas de tierra lo sepultaron de inmediato.
...........
La Muerte, mientras tanto, se desesperaba al no poder cumplir con su tarea. Hacía inútiles esfuerzos por recordar donde había perdido el cuaderno. Notaba que su memoria le estaba fallando. Se sentía vieja y cansada. ¿ Qué harían con ella cuando ya no pudiera trabajar?  ¿Traerían a otra Muerte más joven, más eficiente y a ella la mandarían al asilo?
De pronto recordó los tirones que le había dado la niña en el manto, cuando estaba en el pasillo del tren. ¡ En ese momento se le había caído el cuaderno!  Y seguramente esa niña se había quedado con él....
Mientras la buscaba de pueblo en pueblo, no podía hacer su trabajo y la gente dejó de morir.
Al principio, nadie se daba cuenta. Pero, al segundo día, los obituarios de los periódicos aparecieron en blanco. Loa fabricantes de ataúdes no recibían  ningún encargo y un rumor fantástico empezó a extenderse por el mundo.
" Ya nadie muere" decía el titular de un diario.  "¿ Murió la Muerte?"   preguntaba otro con sarcasmo.
La gente iba por las calles eufórica y temeraria. Los autos pasaban con los semáforos en rojo y los transeúntes se atravesaban frente a los buses en marcha.
Solo los gobernantes le tomaban el pulso a la catástrofe demográfica que se avecinaba. Pero, nadie los escuchaba, en medio del júbilo irresponsable que se había apoderado de todos.
.......
La Muerte, mientras, había encontrado por fin a Cecilia.
Encorvada  por la aflicción, la esperó a la salida de la escuela, sin notar que nevaba copiosamente. La nieve  iba cubriendo su cuerpo y la hacía parecer una reina destronada, con una capa de armiño.
Al verla parada en la vereda, la niña tembló. Pero al ver la cara angustiada de la mujer, comprendió que no le haría daño.
-¿ Donde tienes mi cuaderno?- le preguntó ella.
-¡ No te lo devolveré!  Tú te llevaste el alma de mi hermanito y mi mamá llora todo el día.
-Pero ¿ no entiendes que no es mi culpa?  Yo solo recibo órdenes. ¡ No puede haber Vida sin Muerte!  ¿ Has pensado que si nadie muere no habrá espacio en la Tierra para  los que nacen?
Cecilia se quedó pensativa.  Clavó sus ojos en la cara angustiada de la mujer.
-¡ Tienes que devolverme el cuaderno!- insistió ella- Al no cumplir mi tarea, estoy introduciendo el caos en los asuntos de Dios.
La niña aceptó sus razonamientos  y tomándola de la mano la condujo al cementerio. En silencio, le señaló la tumba de su hermanito.
.......
Y así fue como la Muerte recuperó su cuaderno. Como estaba atrasada en su trabajo, se apuró en ponerse al día y el destino de los hombres siguió cumpliéndose sin remisión.  



1 comentario:

  1. Vaya que cuento te traes

    Ojala se desvíe.aun de mis sendas si es asi, pero a todos nos llega
    No queda otra
    Y es como.debe.ser

    Pases buena semana
    Cariños.

    🌼🍀🌼🍀🌼🍀🌼🌼

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