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domingo, 6 de agosto de 2017

UNA VIDA DE PERROS.

Juan había amanecido de mal ánimo. Para colmo, en la escalera se le atravesó un gato negro.  ¡Era un augurio de mala suerte!  Fijo que el día se venía mal...
Al llegar a la oficina, lo esperaba la secretaria con un recado amenazante:  El gerente quería verlo.
Como era de esperar, lo despidieron.  Tuvo que desocupar en seguida su escritorio y de un minuto a otro, se encontró  en la calle, sin saber qué hacer.
Vagando por el parque,  se dejó caer en un banco. Una enorme pesadumbre lo invadió.
Vio venir a una dama muy elegante, seguida por una mucama uniformada que le llevaba los paquetes. Al pasar a su lado, lo miró con desdén y comentó en voz alta:
-¡ Estos vagabundos son una verdadera lacra!  Deberían echarlos de la ciudad...
Humillado, Juan apoyó la cabeza en el respaldo del banco y sin darse cuenta, se quedó dormido.
Tuvo el sueño muy extraño. Soñó que era un perro vago. O en situación de calle, para decirlo en forma más elegante.
Estaba echado en el mismo banco, tratando de captar con su nariz los efluvios de algo comestible que pudiera haber en las cercanías.
Pasó de nuevo la misma dama que lo había mirado con desprecio unos minutos atrás.
-¡ Oh! ¡ Pobre perrito !- exclamó conmovida-¿ Quién será el desalmado que lo abandonó?  ¡Deberían meterlo preso por maltrato animal !
Lo tomó en sus brazos y en seguida Juan se encontró en el interior de un lujoso automóvil.
-¡ Vamos, pobrecito!  ¡Ahora tendrás un hogar!
Llegaron a una casa del barrio alto. Lo primero que vio Juan al entrar, fue un enorme gato negro ovillado en un sillón. Al verlo a él, el animal lanzó un bufido y se le erizó la piel, desde el cuello hasta la punta de la cola.
-¡ Genaro! ¿ Qué te pasa?- lo amonestó la dama con acento tierno- ¡ Tienes que ser bueno con este perrito huérfano que acaba de llegar!  Ahora ya es parte de nuestra familia.  Apaciguado en apariencia, el gatazo se contentó con echarle una mirada de desprecio y luego de dar unas vueltas sobre sí mismo, se acomodó mejor y siguió durmiendo.
La mucama llevó a Juan a la cocina y le dio de comer. Cuando estuvo satisfecho, la señora lo cogió en sus brazos y lo puso sobre un cojín, frente al fuego de la chimenea.
Con el estómago lleno y envuelto en un suave calor, Juan cerró los ojos y pensó:  ¡ Este es un sueño del que no quiero despertar!
Pero lo hizo. Y despertó como lo que era, un cesante sentado en el banco del parque. Hambriento y sin saber a donde ir.

-¡ Ay!- pensó acongojado- ¡ Ojalá hubiera podido seguir soñando!  ¡ Esa vida de perros era mucho mejor!


6 comentarios:

  1. En tu relato sí, y eso que muchas veces decimos, que mala pata, llevo una vida de perros.
    Pero es cierto que a veces hay personas que sienten más compasión por los animales que por el ser humano.
    Un abrazo.
    Ambar

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  2. ES triste, bonito y a la vez increíble. Un perro es muy importante, pero entiendo, vaya,igual lo entienda,
    Un perro ante un humano, debe de tener preferencia, el humano
    Hay veces que lo que hace un perro, un humano no lo hace
    El perro, espera,el humano, no
    El perro no es rencoroso el humano mucho
    Besos

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  3. un texto especial Tal cual eres tú felicitaciones

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  4. En esta sociedad tan actual,se comienza a amar más a un animal,que aun semejante.
    Tu lo relata con un cuento,pero es copia de una realidad

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  5. Vivimos en un mundo tan desprovisto de amor verdadero
    que equivocamos bastante mas seguido a quien es que hay que darle de comer cuando se necesita...

    un reflejo del hoy...

    pero por igual sabemos que hay seres diferentes que balancean tanta desigualdad.
    besos.

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