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domingo, 11 de junio de 2017

EL VESTIDO DE NOVIA.

Después de llover, sopló un viento helado y los árboles desnudos se pusieron a tiritar. Entonces bajó la niebla y los arropó en su frazada gris, pero tuvieron más frío todavía.
Juana salió de la Iglesia cuando las campanas llamaban a la oración de la tarde. Le había ayudado al cura a arreglar las flores y ahora se iba a su casa a lavar el mantel del altar mayor. Esos menudos quehaceres le llenaban la vida.
Al poner los pies en la vereda sintió que chocaba con un muro blanco. Era la niebla que había espesado y quería impedirle el paso. Pero se lanzó contra ella,decidida. Le pareció que iba vadeando un lago de agua helada y que nunca lograría llegar a la otra orilla.
Tembló y se arrebujó en su delgado abrigo de liquidación.  De repente escuchó un chirrido de ruedecillas, apenas amortiguado por el barro de la lluvia reciente. Frente a ella apareció una mujer tirando un carrito de supermercado.
Llevaba un chaquetón de corte masculino y un sombrero ajado que le tapaba el rostro.
Al cruzarse con Juana levantó la vista y le sonrió. Entonces ella  vio que no era una anciana sino una mujer joven,  con unos ojos que brillaban bajo el ala del sombrero.
Juana la siguió con la mirada y notó que bajo el chaquetón llevaba un vestido de novia. Su blancura parecía iluminar el crepúsculo y aunque estaba manchado de barro en el borde, ofrecía una visión perturbadora.
Intrigada, Juana decidió  seguirla, confiando que sus galochas no hicieran mucho ruido en el pavimento. Pero la mujer parecía tener un oído muy fino, porque se volvió de pronto y le preguntó enojada:
-¿ Se puede saber por qué me sigues?
Juana se turbó, pero al final le dijo la verdad:
-Es que me impresionó tu vestido...¿ de donde lo sacaste?
La mujer la miró entre airada y triste .
-¡ Es mi vestido de novia!  El que llevaba el día que él me dejó plantada frente al altar.
-¿ Qué dices?
-Lo que oyes. Yo era una novia llena de ilusiones. Estaba enamorada y creí que él me amaba también...Lo esperé una hora, hasta que todos empezaron a irse. Me miraban con lástima, pero vi burla y satisfacción en los ojos de las que se decían mis amigas.
-Y eso ¿ cuando pasó?
-Ya no me acuerdo...Hace tanto tiempo...
-¿ Y por qué llevas el vestido todavía?
-Porque lo ando buscando a él y sé que un día lo voy a encontrar. Cuando me vea con mi vestido, comprenderá que todavía lo amo. Y entonces se arrepentirá y se casará conmigo.
Después de suspirar de nuevo, la mujer tomó su carrito y se alejó entre la niebla.
Juana se quedó mirándola, consternada.  Ella, que nunca había tenido novio ni se había enamorado, sintió que su corazón se contraía de dolor.
Pero luego pensó en todas las veces que había odiado su soledad, sin comprender que gracias a ella se había mantenido a salvo de tragedias semejantes.
- ¡ Fue mejor no haberse enamorado !- se dijo sin mucha convicción. En el fondo, sabía que se estaba engañando a si misma.  Que más vale tener roto el corazón que no haber querido a nadie nunca.
Esa noche, durmió poco y mal y al otro día se dirigió temprano a la Iglesia.
Cuando le contó al señor cura el extraño encuentro de la víspera, éste sonrió compasivo.
-¿ Y tú le creíste?
- ¡ Como!  ¿ Que no es verdad?
-¡ Claro que no!  Conozco a esa mujer. Duerme debajo del puente con otros vagabundos y en el día sale a andar arrastrando su carrito...Temo que está trastornada.
-¿ Y el vestido de novia?
- Sé de buena fuente que lo encontró en un contenedor de basura...Por aquí botan las cosas más insólitas.
Juana se quedó pensativa y no supo si las palabras del cura le causaban alivio o decepción.
¡ Después de todo, era una historia tan triste y tan romántica!



6 comentarios:

  1. ¡Hola Lillian!
    Unas veces puede ser un cuento, otras una realidad, pero siempre ambos existen.La verdad es que es parte de nuestro vivir. Sufrir por amor, hace doler el alma y no sufrir por eso; seca el manantial del amor.
    Es un precio a pagar por el amor y también por el desamor.
    Un abrazo.

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  2. ¡Hola Lillian!
    Unas veces puede ser un cuento, otras una realidad, pero siempre ambos existen.La verdad es que es parte de nuestro vivir. Sufrir por amor, hace doler el alma y no sufrir por eso; seca el manantial del amor.
    Es un precio a pagar por el amor y también por el desamor.
    Un abrazo.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Quizás es una historia que abre dos versiones...
    Sucede que la vagabunda puede dar con esa explicación, pero sabemos que muchas han perdido la cabeza por esas decepciones , el amor idealizado en un hombre que solo deja dolor y miseria...
    (Conocí un caso bien de cerca de esos, y donde ella se abandonó en la búsqueda de la felicidad real ,por sentirse traicionada...)

    mala cosa...

    y otra versión de la vagabunda que sabe solo Dios y ella sabe , la real causa de su vaganacia...que de historias le habrá colmado la calle que hace uso de esos artifugios para recrear una historia...como el actor viviendo y reinventando un mundo ajeno o tal vez muy parecido a su realidad? ...fruto quizás también de su desgracia, por alguna razón , esa mujer anda en la calle...

    Como sea, le sirve a la mujer para meditar sobre su propia vida
    y ya veremos que camino o decisiones tomará , a partir de esa lecturas de la niebla y la noche desvelada...

    Hermoso relato amiga,

    te dejo un abrazo enorme!

    PD:Borré el anterior ...
    tenía muchos errores ...ahora corregi...besos-

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  5. Tus fantasias,y tu saber bien escribir,consigue hacer esas bonitas histórias

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  6. Tal vez esa mujer se transformó en una vagabunda porque sufrió una fuerte decepción. El vestido lo recogió porque era su vestido. Ella sabía y reconoció el lugar donde lo abandonó.

    Un gran abrazo Lily

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