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domingo, 4 de septiembre de 2016

ENCRUCIJADA.

Había caído la noche y Jorge conducía feliz su automóvil, en dirección a su cita con Lucy.
Le habían hecho un nuevo corte de pelo que a él le parecía que le sentaba muy bien. Sacó su celular para tomarse una selfie y en ese preciso segundo, sintió un violento impacto en el parachoques.
Aterrado, vio un par de ruedas de bicicleta girando todavía a un costado del camino. Entre los fierros, yacía un muchacho que respiraba penosamente.  Desde su pecho hundido brotaba unos estertores que lo llenaron de pavor.
 Subió rápidamente al auto y se alejó de ahí a toda velocidad. Constató que no venía nadie en dirección opuesta y que no había casas en ese tramo del camino.
Aceleró, temblando de horror, aunque lúcido. Pero, de pronto, un enorme árbol pareció salirse de la carretera y precipitarse contra él.
El impacto lo oprimió contra el volante.
Al minuto siguiente, se encontró parado en una nube, frente a un escritorio. Detrás de él, se sentaba un anciano majestuoso, que lo miraba con serenidad.
-¿ De donde vienes, Jorge?- le preguntó, como si lo conociera de toda la vida. Lo cual era totalmente cierto, pues el anciano no era otro sino Dios.
-De la carretera, Señor....Iba apurado...No sé qué pasó.
-Pero, antes de chocar, algo te ocurrió ¿ no es cierto?
-¡Oh, sí, Señor !  Un ciclista....Iba tomándose fotos con su celular y se me atravesó, sin mirarme...
El Señor lo observó con severidad y Jorge enrojeció violentamente. Se dio cuenta de que estaba contando la historia según su  conveniencia, y con Dios esas cosas no resultan bien.
-  Te quedaste a auxiliarlo, me imagino....
-La verdad es que no, Señor. Tuve miedo de meterme en un lío...Y además creí que estaba muerto.
Jorge se quedó en silencio, con la cabeza gacha, sin atreverse a enfrentar aquellos ojos tan dulces y tan severos, al mismo tiempo.
- Lo que no entiendo- dijo el Señor- es qué haces aquí.  Debieras haber tomado otra dirección.
-Es verdad. A medio camino vi una encrucijada entre las nubes. De un lado venía un calor infernal, como si hubiera un incendio....y de la otra dirección, esta frescura y esta paz , así es que me vine para acá sin dudarlo.
Dios fijó en él esa mirada en que la piedad y la justicia resplandecen juntas.
-Debes volver a la tierra y auxiliar al ciclista que atropellaste. De otro modo no podrás quedarte aquí.
De inmediato, Jorge volvió a encontrarse en la carretera. A lo lejos, los restos de su automóvil humeaban incrustados en el árbol. A sus pies, yacía el joven ciclista entre los fierros doblados. Las ruedas aún giraban, como si quisiera llevarlo a un lugar mejor.
-¡ Amigo!- gritó Jorge- ¡ No te duermas, quédate conmigo!
-Es tarde - suspiró el muchacho- El que me atropelló escapó....Tú eres bueno, pero no creo que puedas salvarme. Siento que me voy...
Sus ojos lo miraron con gratitud, antes de cerrarse definitivamente.
Jorge lo tomó en sus brazos y lloró, desesperado. Los remordimientos y la vergüenza atenazaban su corazón.
Lo siguiente que pasó fue que se encontró de nuevo entre las nubes,  frente a  Dios, que lo miraba desde detrás de su escritorio.
-¡ Fue inútil, Señor!  Te lo traje hasta tu Cielo y ahora me voy al lugar que me corresponde...
- Puedes quedarte aquí.
-¡ Pero, Señor!  ¡ No logré salvarlo!

- Es cierto.No pudiste salvar su cuerpo. Pero salvaste tu propia alma y eso es lo que realmente importa. 


7 comentarios:

  1. Tus imaginaciones,vuelan mucho más que las fantasias del viejo fotógrafo
    Saludos

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  2. Mi amiga escritora es capaz de hacer una historia de esa fotografia,tu agilidad mental,sube y sube.

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  3. Leer tus notas es una gozada,porque en ellas,se reflejan tu cultura y sentimiemtos
    Un fuerte abrazo

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  4. Todas tus historias tienen un finalque hace pensar

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  5. Cuanta sabia has puesto en este escrito querida Lilian
    un gusto volver a leerte después de tiempo y aún sigo delicada d e mi salud...no me suelta rápido esta peste pero ya no con la furia de antes,

    Tu relato me hace pensar en esa oportunidad que al fin todos tendremos y tenemos en la misericordia divina
    a pesar de nuestros yerros siempre hay una posibilidad de rectificar
    aún en el último suspiro de vida...

    te dejo un gran abrazo.

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  6. Vaya, me ha vuelto a pasar entrar leer creer que he comentado y marchar sin que pase el comentario.
    Pues aquí digo que si siempre nos dieran una segunda oportunidad, muchos por no decir todos rectificaríamos muchas cosas de nuestra vida.
    Un abrazo.
    Ambar

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  7. Tu imaginación vuela mucho más alta que mis fantasias

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