Al
terminar el año escolar, a Rubén lo ascendieron de profesor a director de
escuela y lo trasladaron a B..., un
pueblo pequeño cercano a la capital.
Era
soltero y no tenía otras ataduras sentimentales que sus ancianos padres, que no
dependían economicamente de él. Así es
que se dispuso a empezar una nueva vida.
El
primer escollo fue encontrar alojamiento, pero casi en seguida surgió la
posibilidad de arrendar una vieja casa que permanecía desocupada desde hacía
meses.
-Aquí
funcionó durante mucho tiempo la Tesorería Comunal - le informó el dueño - pero ahora se trasladó a un costado de la
Gobernación.
-Y
antes ¿ quiénes vivían aquí ?
- Una
familia muy agradable. Pero, hace más de veinte años que se fueron a Europa.
Rubén
recorrió la casa y le pareció demasiado grande para él solo. Sin embargo, lo
cautivaron el jardín interior y la arboleda, donde se alternaban manzanos y
ciruelos en un estallido de verdor.
Sus
días de trabajo en la escuela eran agradables. A medio día almorzaba con los
niños que viajaban desde pueblos vecinos y sólo al atardecer regresaba a la
vieja casa.
Un
jardinero se ocupaba del riego y del control de la maleza. En el jardín crecían
rosales y había un macizo de lirios morados y blancos que Rubén bautizó de
inmediato como " Los lirios de Van Gogh " .
Una
tarde en que leía en la galería, vio a una niñita jugando entre los rosales.
Perseguía inútilmente a una mariposa color limón.
Ruben
salió al jardín extrañado, pues no sabía quien era ni por donde había entrado.
Ella
lo miró con la confiaza absoluta que a veces tiene los niños en la bondad de
los grandes. Se notaba que nadie le había hecho daño nunca y para ella el mundo
eran un lugar seguro donde vivir.
-¡
Hola!- lo saludó sonriendo- Soy Carolina ¿ Tú vives aquí ?
- Sí
¿ Y tú?
-Yo
también. Vivo con mis papás y mi
hermano, pero él está interno en un colegio de Santiago.
Rubén
se quedó en silencio y no la quiso contradecir. Seguro que la niña vivía en una
de las casas vecinas y como era tan pequeña no sabía expresarse bien.
-Ahora
voy a cortar algunas flores para hacerle una casita a las hadas.
Se
alejó corriendo hacia un extremo del jardín, donde habían brotado unas
margaritas.
El
resto de la tarde Rubén la vio entregada a sus juegos secretos. A veces, la niña levantaba su rubia cabecita
y le hacía una seña con la mano, sonriendo.
Rubén
se distrajo con su lectura y no supo cuando ella se fue. En cosa de un momento,
había desaparecido.
Intrigado,
fue a investigar los contornos del jardín y de la arboleda. Revisó el muro de
adobes que los rodeaba, pero no encontró ni una puerta ni una abertura por
donde la niña pudiera haber entrado.
Muchas
tardes volvió Carolina a jugar al jardín.
En
una ocasión, le mostró una diminuta muñeca y le dijo:
-
Mira, con estas ramitas le voy a hacer una casa a mi muñeca. Esta hoja grande
será su cama y estos pétalos de lirio, las sábanas. ¿ Te gusta?
Y así
parloteó dulcemente durante un rato,en cuclillas a la sombra de un rosal.
Un
día, Rubén se encontró con el propietario de la casa y le habló de la niña.
-¡
Qué raro!- se extrañó él- En esta cuadra no vive nadie con niños. Solo ancianos
jubilados. Aunque en el almacén de la esquina hay un niño de unos once
años,llamado Francisco...
-¡ No
! Mi amiga es una niñita rubia ....Tendrá unos seis años, creo yo...
- No
me lo explico. Pero, su descripción me
hace recordar a la familia que vivió antes aquí. Ellos tenían una niñita rubia
muy linda....
-¡
Pero, usted me dijo que eso fue hace veinte años !
-Claro.
Y esa familia se fue después a Europa. La niña debe ser ahora una preciosa
mujer.
El
misterio no fue aclarado y Rubén siguió recibiendo periódicamente las visitas
de su pequeña amiga.
Aveces
pasaban varios días en que no aparecía y luego, sin ninguna explicación,
regresaba alegre y radiante a saquear
los lirios y las rosas, para construir sus casitas para las hadas.
Pasó el verano y súbitamente, la niña dejó de
venir.
Rubén
la esperó en vano y el jardín le pareció triste y desolado sin su
presencia.
Llegaba
el otoño y a ratos llovía.
¿ Donde estará Carolina?- se preguntaba Rubén.
Una
tarde, al volver de la escuela, vio a una joven parada frente a su casa.
-
Señorita ¿ busca a alguien?
Ella
lo miró con unos ojos confiados y serenos que a Rubén le recordaron otros ojos,
vistos no hacía mucho...
-La
verdad es que no busco a nadie. Yo viví en esta casa cuando era niña y
necesitaba volver a verla.
-Pase
usted, por favor. No parece que haya cambiado mucho. Por lo menos el jardín y
la arboleda se mantienen iguales gracias al cuidado del mismo jardinero.
El
rostro dulce, rodeado de cabellos rubios se iluminó.
-
¡Muchas gracias! No demoraré mucho.
Rubén
la dejó sola y de lejos la miró recorrer los senderos del jardín, pensativa,
acariciando aquí y allá los pétalos de las flores que a causa del frío, empezaban a marchitarse.
Cuando
se acercó a él, para despedirse, Rubén le ofreció una taza de café. Sentía la
urgencia de retenerla.
-Vengo
de Londres- dijo ella, frente a una taza humeante- Vivo allá con mi familia
desde que nos fuimos de aquí. Es primera vez que viajo a Chile y sentí la
necesidad imperiosa de ver esta vieja casa...Creo que estoy obsesionada con
ella. Casi todas las noches sueño que vengo a jugar aquí...
-¿
Dice usted que sueña?
¡
Sí! Me veo niña de nuevo...Noche tras
noche se repite el mismo sueño...Soy niña otra vez y estoy jugando en el
jardín. ¡ Lo veo todo tan nítido !
- ¡Y te llamas Carolina! - exclamó Rubén, sin
darse cuenta de que había empezado a tutearla.
-¿
Cómo lo sabe?- empezó a preguntar ella, pero luego lo miró a los ojos y dijo
con certeza- Ya nos conocimos antes ¿ no es cierto ?
- Has
estado viniendo aquí cada vez que soñabas...En Londres era de noche cuando aquí
era de día... -murmuró Rubén - Y venías como la niñita que fuiste, así que
puedo decir que te conozco desde hace mucho tiempo.
Se
miraron sonriendo y en un acuerdo
tácito, volvieron a salir al jardín.
El
pálido sol del otoño envolvía los árboles con un nimbo dorado.
Pues que relato mas bello amiga
ResponderEliminares de esos relatos entrañables que existen en la vida y que aunque me creas algo sosa , pero yo si creo en esas cosas...sobretodo de soñar los lugares que hemos vivido y quizás el ojos noble y abierto del ser humano nos vea recorrer esos espacios de antes y del después...
una historia llena de belleza y de esperanza también...
antes te pedi permiso para tomar otra publicación y llevarla a un blog en otro portal que tengo ...me gsutaría darlo a conocer, respetando de todas maneras tu autoria...
gracias Liliana me has hecho sonreir...
y querer mas mi jardín...
te dejo un gran abrazo!
quedo publicado en:
Eliminarhttp://amigos.com/blog/20481/post_236304.htm
lo compartí en G+
EliminarQuerida Magdeli, gracias por tus palabras tan amables.
ResponderEliminarTe contaré que ese jardín y esa casa existieron en el pueblo de Buin. Ahí pasé mi infancia y le hice " Casitas a las hadas"...
Carolina habría sido yo, si soñar lograra transportarla a una hacia la infancia.
Pero la casa y el jardín ya no existen. No sabes como lloré el día que fui al pueblo y vi que la habían demolido.
Que mal...hay cosas que nunca vuelven en lo que ya fue, pero quedan encendidas en nuestro corazón
Eliminarpor eso siembro mis flores amiga
es una buena terapia...traer la semilla de lo que fue...
aquí en mi casa donde vivo traje las plantas de casa de mi madre y trato de recuperar d e las que tenía en Chaiten y que por efecto d e las cenizas nunca recuperé...
te dejo un abrazo!
Mi querida Lily.
ResponderEliminarEsta noche paso a saludarte y darte un abrazo, aquí son las 12.20 de la noche, pero mañana pasaré a disfrutar de tantas historias como me sea posible leer.
Ambar