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domingo, 20 de septiembre de 2015

UNO NUNCA SABE....

Graciela iba por la vereda arrastrando sus pesados botines cubiertos de barro. Con las manos en los bolsillos de sus jeans y la cabeza baja. Al final de un día de trabajo en el Supermercado, no le quedaban ganas de mirar otra cosa que el suelo.
Los dorados y rojos que el crepúsculo derrochaba sobre la ciudad le eran indiferentes. Los empujones que la gente le daba al pasar apenas la sacaban de su ensimismamiento. Los lindos vestidos tras las vitrinas de las tiendas, no la atraían. ¿ Cuándo y dónde los iba a lucir?
En una esquina vio a un viejito que tenía un montón de mercadería  extendida en el suelo sobre un cartón. 
-Señorita ¿ necesita algo ?- le preguntó sonriendo.
- No, no necesito nada- respondió Graciela con voz agria, pero levantó la vista y sus ojos se encontraron con los del anciano. Eran luminosos y mansos, llenos de serenidad.
Se detuvo entonces, a su pesar, y contempló los objetos. Había cajas de botones, paquetes de agujas...¿ qué podía ella querer de todo eso?
Pero el anciano metió su mano en una bolsa y sacó un sobre de celofán que contenía un par de medias.
-¡ Esto, señorita!  ¡ Esto es lo que usted necesita!
-¿ Y para qué voy a querer yo unas medias transparentes?
-¡ Uno nunca sabe!...¡ Llévelas!  Cuestan sólo mil pesos...
Lo miró dudosa y entonces supo a quién le recordaba el viejo con su cara dulce y su pelo blanco. ¡ A su abuelo, que había muerto hacía poco!
-¡ Está bien, abuelito! ¡ Las llevo!- y sacó de su bolsillo el billete de mil pesos que guardaba para su pasaje en autobús.
Se fue a pie, pero ya no arrastraba los pies. Estaba contenta de haber ayudado al anciano.  Seguro que nadie más le iba a comprar esa noche...
Al rato, pasó Julián por esa misma esquina. También arrastraba los pies, cansado de recorrer las calles inútilmente, en busca de un empleo en algún comercio.
Solo había recibido miradas desdeñosas y frases amargas:
-¿ Y para qué voy a necesitar a alguien que me ayude si no se vende nada, me quiere usted decir...?
En la esquina estaba el viejito con su mercadería extendida sobre el cartón.
-¿ Necesita algo, joven?
-¡ Por supuesto que necesito muchas cosas, pero nada de lo que vende usted, abuelo !
-¿ Y qué le parece ésto?
- ¡ Una corbata!  No me haga reír...¿ Para qué voy a necesitar una corbata?
-Uno nunca sabe...¡ Llévela!   Son sólo mil pesos.
Julián miró la cara del viejo y le pareció que su sonrisa despedía un suave resplandor en la penumbra del crepúsculo.
¡ Pobre viejo!  Yo al menos tengo juventud para luchar- pensó Julián y sacó de su bolsillo los últimos mil pesos que le quedaban.
Había pensado comprar un pan y una taza de café....pero ¡ bueno! - se dijo- Mañana será otro día.
Al llegar a la pensión, la dueña le entregó un papel.
-Vino un amigo suyo y le dejó éste recado.
Decía lo siguiente:   Julián, estás de suerte. Mañana a las nueve tienes una entrevista por un trabajo. Mencionaba una dirección y el nombre de una empresa. Y agregaba ¡ preséntate bien vestido, que son exigentes con la apariencia !
  Entró a su pieza frenético. Sacó del closet su único traje, una camisa blanca y... ¿corbata?... ¡No tengo corbata!...  ¡Pero, sí, la que me vendió el viejito!
La sacó de su bolsillo y la extendió sobre la cama. Sus sobrios colores parecían brillar con el delicado fulgor de la seda. ¡ Qué fina es!   pensó. ¿ Como pudo costar solo mil pesos?   ................................................
Mientras, Graciela llegó a su departamento cansada por la larga caminata y entró a la cocina a prepararse un té.  Sonó el teléfono y pensó no contestar. No quería hablar con nadie...Luego se arrepintió.
-¡ Hola, chica!  ¡ Qué bueno que te encuentro!- resonó en su oído la voz de Silvia, su única amiga- ¡ Te tengo una invitación para el Sábado !
-¿ Qué cosa?  ¿ Una fiesta ?
- Sí, chica. Una fiesta en la casa de Letizia. ¡ Irán chicos guapos así es que tienes que ponerte tus mejores galas!
 ¿Mis mejores galas?....Graciela miró sus botines viejos y sus jeans gastados, pero luego recordó su vestido azul y las medias finas que le había vendido el anciano.
Sonrió ilusionada. Después de todo, uno nunca sabe....
.................................................
Julián había aceptado contento la invitación de Letizia para ir a su fiesta de cumpleaños.
¡ Había conseguido el empleo y su vida se veía promisoria!  Bien merecía celebrar su triunfo.
Al entrar, vio al fondo de la sala a una chica preciosa. Al contrario de las otras, no llevaba pantalones ceñidos ni botas, sino un vestido azul cuyos suaves pliegues rozaban sus piernas enfundadas en medias transparentes.
Sin vacilar, se dirigió hacia ella.
-¡ Qué linda tu corbata!- le dijo Graciela, mientras giraban al compás de la música.

-¡ Sí!  Y creo que me trae suerte...- respondió Julián, apretándole la mano.



5 comentarios:

  1. Bueno, ya te leeré despés del Marte 22.
    S e que escribes muy Bonito, ya lo comprobé antes.

    manolo
    .

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  2. Los eternos por qué y para qué. La vida es un compilado de situaciones con respuestas futuras. Como siempre, muy buen trabajo querida Lily.
    Abrazos.

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  3. Que bien redacta la historia.
    Me ha gustado mucho
    Un abrazo
    Fus

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  4. Que constructivo tu cuento. De nada sirve andar por la vida mal humorado y/o pesimista, frente a lo duro de la vida, la adversidad. El optimismo del anciano con su sonrisa, hizo el milagro de las coincidencias virtuosas. En un mundo tan crispado y desequilibrado, hace bien un remanso de optimismo. Un abrazo

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  5. Bueno nunca se sabe no?
    la vida siempre nos da lecciones a diario...

    estés bien!

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