Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 19 de abril de 2015

AVENTURAS DE LA YENIFER.

Yo soy la Yenifer y les voy a contar lo que me pasó, para que ustedes opinen después.
Pero, antes quiero que sepan que ese refrán que dice: " El dinero habla", es la pura y santa verdad.
Por lo menos yo, cada vez que abría mi chauchera, oía una voz que me decía:
- No te alcanza.
Y las monedas, al entrechocar unas con otras, parecía que se reían de mi.
Sí, el dinero habla. Pero lo que susurra en los oídos son puros malos consejos. " Sácale plata de la cartera a la señora".  " Revisa los bolsillos del terno del patrón, a ver si se le quedó algún billete..."
Pero la que más alimentaba mi insatisfacción monetaria era la Zulema. Como a ella le sobraba tiempo porque le tocaba la cocina y a mí el aseo en esa casa que parecía hotel, se lo pasaba mirando revistas de viajes y diciéndome lo fantástico que sería que nos fuéramos las dos a Cancún o a Buenos Aires. ¡  Nosotras!
Después se ponía a quejarse de las injusticias de la vida y de la brecha entre ricos y pobres, que era una frase que le encantaba y que no sé de donde la había sacado.
Lo bueno era que pasábamos casi todo el día solas en la casa, hasta las cinco, cuando llegaba el transporte escolar. Aveces venía a la casa el junior del patrón, cuando a él se le quedaba algún documento.
Lo hacíamos pasar a la cocina y le ofrecíamos café. El decía :" No puedo, no puedo, tengo cosas urgentes que hacer". Pero lo mismo se quedaba tomando hasta dos tazas y comiéndose las galletas de arroz de la señora.
Se llamaba Olegario y a mí me gustaba harto. Por eso fue que me dejé convencer tan fácil.  ¡Pero no nos adelantemos a los acontecimientos!  como dicen en la Tele.
No era feo el Olegario. Siempre de terno y corbata, no tenía nada que envidiarle al patrón. El pelo un poco duro, es cierto, pero lo más bien que se lo acomodaba con gel...
Empezó a venir seguido, y yo, la muy tonta, creía que era por mí.
Un día nos preguntó si habíamos recibido algún llamado telefónico de esos que dicen que raptaron al patrón o que se accidentó y que hay que entregar toda la plata y las joyas.
Le dijimos que no y el Olegario nos dijo que era bien fácil que él mismo hiciera el llamado. Conocía a alguien que recibía de todo: joyas, computadores, máquinas fotográficas y que todo lo pagaba al contado y sin averiguar... Y que nos iríamos a medias.
Nos dijo que lo pensáramos con calma, durante unos días.
 Las dos con la Zulema nos quedamos como asustadas, pensando. Era como tener dentro un ratón que te roía sin descanso. Y la Zulema le echaba carbón a la hoguera, hablando más que nunca de Buenos Aires, de Cancún y de la brecha entre ricos y pobres...
Al cabo de una semana, apareció el Olegario. Nos dijo que tenía un taxista amigo para llevar las cosas, que lo único que faltaba era que nos decidiéramos. Y me ponía el brazo en la cintura y me respiraba en la oreja.
La Zulema dijo que bueno, que estaba cansada de contar las monedas y de sufrir la brecha entre ricos y pobres...
¿ Quieren que les haga corta la historia?

Al Olegario y al taxista no volvimos a verlos nunca más.  Y a nosotras , por más que lloramos y juramos inocencia, nos despidieron , sin recomendaciones. 


1 comentario:

  1. Yo pienso es mejor retener a nadie, porque amigos a la fueza mala cosa
    besos

    ResponderEliminar