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domingo, 2 de noviembre de 2014

EL CUADRO.

Un día, al pasar frente a una tienda de antigüedades, vi un cuadro que me atrajo con fuerza. Largo rato me quedé mirándolo, porque mis ojos no lograban apartarse de él.
Representaba un paisaje marino. Una lengua de arena y rocas se adentraba en las olas y en el extremo había un faro, azotado por ráfagas de espuma. El cielo era gris, salpicado de nubes blancas y en él revoloteaban algunas gaviotas.
Sin comprender por qué me atraía tanto, entré a la tienda a preguntar el precio. No era tan alto como suponía, pues se trataba de la obra de un aficionado. Regateé un poco y al final lo compré.
Lo puse en la pared frente a mi cama y era lo último que veía cada noche, antes de dormirme.
Una mañana, noté una poza de agua en el suelo, bajo el cuadro.
Reprendí severamente a mi perrito Monky, pensando que había olvidado sus buenos modales, pero aparte de eso,no le dí  importancia.
Sin embargo, al otro día había un charco más grande, imposible de atribuir a Monky y al tocar los bordes del cuadro lo noté mojado, como si el mar se estuviera rebalsando.
Esa noche me desvelé pensando en el misterio. Cuando al fin me estaba quedando dormida, escuché batir de olas y súbitamente, una de las gaviotas se salió de la pintura y revoloteó un par de veces por mi pieza.
Por supuesto creí que se trataba de un sueño y hubiera seguido pensándolo, si al otro día, al despertar, no hubiera encontrado  una pluma blanca caída sobre la alfombra.
Era cierto entonces que el cuadro tenía un misterio. Recordé la poderosa atracción que sentí cuando lo vi en la vidriera de la tienda y la necesidad  imperiosa de comprarlo, como si ya no pudiera prescindir de él.
Esa noche decidí no dormir y quedarme observando el cuadro sin perder un detalle.
Los párpados me pesaban de sueño, pero de pronto, todos mis sentidos se alertaron al unísono. Volvió a llegarme el rumor de las olas, escuché el grito de las gaviotas y me encontré respirando a bocanadas un aire salobre.
Salté de la cama y me paré frente al cuadro. En lo alto del faro vi la figura de un hombre que antes no estaba ahí y que me hacía señas para que me acercara.
Adelanté un pie desnudo y mis dedos tocaron arena húmeda. Sin saber cómo, me encontré en el promontorio rocoso que conducía al faro.
 Miré hacia atrás y a mi espalda pude ver mi pieza, en ella mi cama y en mi cama, yo.
-¡Bah!  ¡Es natural!  ¡Estoy soñando! - me dije sin inquietarme. Y la idea se afianzó en mi mente cuando noté un delicado cordón atado a mi cintura y que iba hasta la cama. ¡Era el cordón de plata que dicen que amarra nuestro espíritu al cuerpo cuando soñamos y que impide que nos extraviemos al despertar !
Seguí trepando por las rocas hasta llegar al faro. La puerta estaba abierta y al pie de la escalera me esperaba el hombre.
Me tomó de la mano y me condujo hasta lo más alto de la torre. Desde ahí vimos un paisaje maravilloso.  Vastas arenas blancas y en la línea del horizonte un barco pesquero que permanecía inmóvil.
En otra dirección, podíamos contemplar mi dormitorio y a mí envuelta en las frazadas.
-¡Mira!- le dije-Ahí estoy yo durmiendo. Eso prueba que ésto no es más que un sueño.
-Ya lo sé-  me respondió él- Yo también estoy soñando. A menudo vengo en sueños a esta playa, donde hace tiempo fui feliz.
Lo miré esperando que continuara , pero se quedó callado y me sonrió con melancolía.
Estuvimos acodados en la baranda del faro por mucho rato, sin hablar.
De pronto, llegó nítido a mis oídos el sonido de una campanilla.
-¡Es la alarma de mi reloj!- exclamé- ¡Debo volver antes de que mi cuerpo despierte!
El se quedó en lo alto del faro y agitó su mano, diciéndome adiós.
-¡Por favor!- le grité -¡Vuelve a soñar para que podamos encontrarnos!
Desde entonces, todas las noches me desvelo mirando el cuadro.
 Aveces las olas se embravecen y las gaviotas gritan despavoridas porque viene una tormenta.
Otras veces, el mar está sereno y límpido y no se sabe donde termina el agua y donde empieza el cielo...
Pero, al hombre del faro no lo he vuelto a ver.

3 comentarios:

  1. Me gusta la imaginería tratando de desentrañar el misterio de los sueños, aquella vida nuestra escondida en las sombras, en tu cuento se ilumina. Un anhelo de abarcar otra vida sin soltar la actual, ahí está el cordón de plata y el despertador. La vida es sueño y los sueños son. Un abrazo

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  2. es cierto hay sueños entrañables ...que nunca del todo se dilucidaran...
    como son misterios...mejor que así sean...

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  3. Noches de sueño, noches desveladas mirando el cuadro, noches soñando.

    Me ha encantado tu relato sobre el cuadro Lillynarmat, un placer pasarme por tu blog, te dejo enlazada para no perderte.

    Un beso enorme.

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