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domingo, 5 de enero de 2014

FIESTA DE FIN DE AÑO.

Se sentía mareada cuando abandonó la fiesta. Había tomado varios tragos de más y lo peor era que, en lugar de animarla, la habían hecho sentirse aún más deprimida.
Mientras se dirigía al estacionamiento, le pareció que caminaba sobre una sustancia viscosa. El pavimento subía y bajaba frente a ella, como si tuviera vida propia.
¡Ojalá nunca hubiera asistido a esa fiesta!
Todos los fines de año la Gerencia de la Empresa celebraba los éxitos recién obtenidos y pronosticaba con entusiasmo  los que seguramente vendrían a continuación. 
Laura había asistido sólo para ver a Pablo.
Pero él, ni una sola vez la había mirado.
Estaba rodeado por un círculo de aduladores que lo felicitaban por su ascenso. ¡Se iba a la sucursal recién abierta en el extranjero!
Para Laura fue un golpe saber la noticia, pero disimuló con un vaso en la mano y en la boca una sonrisa fija que llegaba a causarle dolor...
Por supuesto, Pablo no le había dicho nada. ¿Para qué, si todo había terminado entre ellos?
Laura siempre supo que para él sólo había sido una aventura. Ella fue la ingenua que trató de imprimirle un carácter más serio. Llegó a sentir amor en aquellos meses en que la invitó a salir y la sedujo sin mayor esfuerzo.
Su interés duró muy poco y pronto empezó a alejarse.
¡Cuanto había llorado Laura al darse cuenta de que él utilizaba mil pretextos para ir espaciando sus citas!
Una cada quince días, una al mes...y después nada.
Una tarde lo llamó a su celular y no pudo evitar el llanto. Sollozando le reprochó su alejamiento. El la escuchó en un silencio helado.
-¡Por favor, Laura!- dijo, al fin, con impaciencia- Sabes que estoy muy ocupado....
Y cortó la comunicación.
¡Y ahora se iba!
Laura caminaba hacia el estacionamiento con paso inseguro. Sentía las rodillas débiles y la intensa congoja mezclada con el alcohol ingerido, la hacían tambalear.
Estaba muy oscuro y las débiles luces iluminaban apenas los autos estacionados. Le costó hallar el suyo, porque las lágrimas le nublaban la visión.
Al querer abrir la portezuela, se le cayeron las llaves golpeando el pavimento con un tintineo burlón.
Tanteando en la oscuridad, las encontró al fin junto a una rueda.
-¡Démelas!- ordenó una voz a sus espaldas.
Laura, aterrada, gimió sin volverse:
-¡Llévese el auto, pero no me haga daño, por favor!
Escuchó una risa burlona, pero no se volvió a mirarlo. Sabía que si le veía la cara, sería peor...
El abrió la portezuela y le ordenó que subiera.
-¡No, no quiero!- sollozó Laura- ¡Tome mi cartera, pero déjeme aquí!
El hombre volvió a reírse y con cierta ternura, le dijo:
-¡Tontita!  ¿Por qué no me miras, mejor?
Ella alzó la vista y con sorpresa se encontró frente al rostro agradable de un hombre que había divisado en la fiesta. Sus ojos la miraban, brillantes de risa contenida.
-¿Me reconoces?  Soy Andrés Saráte. Estuvimos juntos ahí dentro. Vengo a reemplazar al gerente que se va.
Laura se quedó muda y un intenso rubor hizo arder sus mejillas.
-¡No te avergüences, Laura!  Por un rato te dejé creer que te estaban asaltando. Quise castigarte por querer conducir, habiendo tomado tanto.
Ella se echó a llorar, tapándose la cara con las manos.
-¡No llores!- le dijo él, con voz cálida- ¡No vale la pena!  ¡Y ya lo olvidarás!
Laura lo miró, consternada.
-No, no te asustes. ¡Nadie se dio cuenta!  Disimulaste muy bien...Sólo yo lo noté, talvez porque me pasé la noche mirándote.
Condujo hasta la casa  de Laura y estacionó con pericia el auto en el garage.
Antes de que ella atinara a darle las gracias, la empujó suavemente hacia la puerta.
-¡Ándate a dormir ahora, que te hace falta!  ¡Y el Lunes nos vemos en la oficina!
 

3 comentarios:

  1. Algunas veces la felicidad la tenemos al lado y queremos mirar al infinito para buscarla. Me ha gustado mucho tu relato.

    un abrazo

    fus

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  2. Andrés, será otro amor fugitivo, o será el que tanto desea Laura. Un poco mas duradero, porque en los tiempos actuales l@s jóvenes nada de compromiso. Pasar un tiempo y ya.. todo termina.
    Eres una eterna romántica amiga, me gustó cada cual termina el cuento como quiera. Gerónimo

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  3. Interesante, siempre busacamos lo que necesitamos donde no está, el que quiero no me dan y el que me dan no lo quiero, amor y dolor van de la mano.
    Un abrazo y sigo.
    Ambar

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