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domingo, 2 de abril de 2023

FRUSTRACION.

Había pasado otro día, ocioso y melancólico, sin haber escrito nada.  Mi mente se encontraba en blanco, como si nunca hubiera albergado un pensamiento digno de ser llevado al papel.

Mi lápiz de pasta yacía ocioso sobre el cuaderno y molesto, soltaba de vez en cuando una mancha de tinta, seguramente queriendo llamar mi atención.

Pero nada lograba distraerme de mis cavilaciones.  Desde hacía días venía incubando la inquietante idea de que no era yo la que escribía mis cuentos.  Al recordar episodios en que de pronto, como poseída por una inspiración repentina, escribía páginas y páginas, esta sospecha se reafirmaba en mi mente con molesta insistencia.  Por otra parte, muchos de mis escritos me resultaban ajenos, como si los argumentos y las palabras provinieran desde afuera, del éter, por decirlo así y mi único trabajo fuera ponerlos en el papel.

Resumiendo, más de alguna vez había imaginado que el espíritu de un escritor frustrado  se había posesionado de mí.  Y para colmo, ahora ese espíritu me había abandonado, dejándome en la más completa sequía literaria.

La penumbra del anochecer, apenas quebrada por el resplandor de una lámpara, iba invadiendo mi escritorio. Y tuve de pronto la extraña sensación de que no me encontraba sola. Escruté con fijeza las sombras y creí vislumbrar una figura sentada junto a la ventana. 

En ese momento, se encendió el farol de la calle y un rayo de luz cayó sobre la silueta de un hombre.  Llevaba un impermeable y, aunque afuera no llovía, se veía empapado. Gruesas gotas de lluvia manaban de su pelo y resbalaban por su frente. Cada cierto rato, las enjugaba con un pañuelo.

-¿ Quién es usted?- le pregunté, menos asustada que asombrada de no haberlo visto entrar.

-Deberías conocerme de sobra- me respondió molesto- Llevo bastante tiempo acompañándote...

-¿ Quiere decir que eres un espíritu?- le pregunté yo, agarrando confianza al ver  confirmarse mis  sospechas.

-Sí- me respondió melancólico- Fui en vida un escritor que nunca logró ver publicada su obra.  La tarde en que morí, me dirigía a una Editorial, llevando mis cuentos, con la esperanza de que me los aceptaran.  ¡ Era una puerta más que iba a tocar, después de varios humillantes rechazos!  Llovía a cántaros y al  cruzar una calle, resbalé frente a un autobús...

-Morí en forma anónima, tal como había vivido...La carpeta con mis cuentos se aflojó en mi mano y cayó en un charco. Nadie se molestó en recogerla...

-¿ Y son esos los cuentos que yo he estado escribiendo durante todo este tiempo?

-Bueno, no todos. Sólo los mejores. Los otros los has inventado tú, imitando mi estilo.  Y te han quedado bastante mediocres, sin ánimo de ofender.

Esto último me lo dijo con un aire de superioridad que me sublevó. Herida en mi amor propio, me sumergí en un terco silencio. Pero, luego pensé que no me convenía enemistarme con el espíritu y escondiendo mi resentimiento, le pregunté con humildad:

-   ¿Y donde has estado estas semanas en que no he podido escribir ? 

- Me invitaron a un Congreso de escritores difuntos. Pero no creas que lo pasé muy bien. Me encontré con un par de Premios Nobel que me trataron con menosprecio.  ¡ Si hubiera vivido más tiempo habría llegado a ser tan famoso como ellos!

No dije nada, pero en mi fuero interno pensé que se sobre estimaba.  Que su talento solo alcanzaba para poner cuentos en un blog. En mi blog, para ser exactos...

Suspiró, agobiado por la frustración y se levantó para irse. 

-¿ Volverás?- le pregunté ansiosamente.

-Trataré- me respondió dándose importancia. Y sin agregar más, se esfumó en las sombras, dejándome un charco de lluvia sobre el parquet. 




9 comentarios:

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  2. ¡Qué imaginación! Esta historia de un "muso" algo descarado y misterioso...me ha encantado.
    Besitos.

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    1. Gracias, querida Noelia. En realidad, siempre he sentido que no soy yo la que escribe los cuentos. Creo que se debe a la cantidad de inspiración que una ha recogido toda la vida de otras cosas que ha leído. Hasta Isabel Allende le copia a García Márquez. Creo que todos somos un poco plagiadores.

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    2. Gracias, querida Noelia. En realidad, siempre he sentido que no soy yo la que escribe los cuentos. Creo que se debe a la cantidad de inspiración que una ha recogido toda la vida de otras cosas que ha leído. Hasta Isabel Allende le copia a García Márquez. Creo que todos somos un poco plagiadores.

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  3. Bueno... no te puedes quejar, si lo que te pasa por el cerebro es bueno. Como está claro que es un poco fantasma, lo de que los tuyos son mediocres también será una fantasmada, y a la vista rsta.
    Agradecido tendría que estsr de que lo saques del anonimato.
    Abrazoo

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    1. Creo que es un fantasma un poquito pagado de sí mismo. ¡ Espero que me siga visitando!

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  4. Algunos por timidez, otros por extravagantes, los hay también escritores y poetas que hacen responsables a las musas y a los sueños... vaya uno a saber, aunque me parece novedoso adjudicarle tus textos a un personaje...

    Bien hecho, Lillian. Abrazo grande.

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    1. Bueno, fue él quién se presentó a aclararme las cosas y más encima ninguneó mis esfuerzos. Espero que no me quite su apoyo o que venga alguien más, con cierta dosis de talento.

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  5. Ja! , eres única amiga...me hizo sonreir este personaje...que hay de todo en la viña del Señor y en la vida y en la muerte lo hemos de conocer...
    Pero me imagino no son menos los escritores de cualquier estilo que s ehan marchado sin que nadie conozca de sus textos y obvio que es algo que no debe haber sido una toma de conciencia muy feliz, peor aún si era que querían ser famosos como otros...

    Y espero te siga visitando el muso de los buenos cuentos.
    Abrazo.

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