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domingo, 2 de octubre de 2022

LA HISTORIA DE GABRIEL.

Cuando llegué a trabajar a la Tesorería Provincial, me pareció que el ambiente era bastante agradable.  Pronto noté que en el escritorio contiguo al mío, se sentaba un hombrecito flaco que apenas hablaba. Me saludaba muy educadamente, pero luego se sumergía en su trabajo y no levantaba la cabeza hasta pasado el mediodía. Se llamaba Gabriel Ratto, pero a sus espaldas lo llamaban Ratón.

Me pareció cruel, aunque se veía que lo hacían sin animadversión, como una burla fácil que se imponía por sí sola. 

Pronto me hice amiga de Pablo, el payaso de la oficina.  Nadie sabía a qué hora hacía su trabajo, porque siempre iba por los escritorios comentando rumores y haciendo chistes.  Un día, al salir me invitó a un café. 

Sentados en el frescor del anochecer, conversamos de mil cosas y sin saber cómo llegamos a Gabriel Ratto. Le pregunté por qué le decían Ratón.

- No son muy amigables- le dije- Seguro que más de alguna vez los ha escuchado. No merece que lo traten así.

Por un segundo se quedó callado, pero sonreía con desprecio. 

-Mira- me respondió finalmente-El solo se lo ganó. ¡ Nunca he conocido a otro hombre que se dejara basurear como él lo hizo!

Y a continuación me contó una historia muy grotesca y triste, que me dio qué pensar.

Unos años atrás, Gabriel los había sorprendido a todos al ponerse de novio con Chabela, una rubia muy atractiva de la sección Archivos. Todos se preguntaban qué había visto ella en ese flacuchento melancólico y no pocos envidiosos auguraban un fracaso en la relación. 

-   ¡Es tan corto el amor y tan largo el olvido!- declamaban en voz alta, recordando a Neruda.

Pero el romance siguió a delante y a fin de año, todos asistieron a la boda. Ella se veía preciosa y él, casi buenmozo en su traje oscuro. Su cara era como un letrero de neón, que proclamaba su dicha a los cuatro vientos.

Pero, meses después, empezó a llegar a la oficina con otro aspecto. Y de inmediato empezaron las especulaciones. A Chabela no la veían porque la habían trasladado a otro piso.  A él lo observaban llegar con unos ojos tristes de perro sin amo, pero nadie se dio por aludido ni se acercó a darle ánimos. Cuando entraba, se quedaban callados o se ponían a hablar de futbol.

¡ Hasta que un día se supo todo!  Chabela lo había abandonado por un tipo de la Sección Contribuciones, guapo y de bigote negro, al que apodaban Omar Sharif.

En el ambiente sudoroso y viciado del verano, estalló luego otra noticia. Lo suficientemente trágica para ahorrarle a algunos las sonrisitas socarronas.  Chabela y su príncipe árabe habían sufrido un accidente de automóvil. El había muerto y ella yacía internada en una clínica, con la columna rota.

 Durante una semana, Gabriel anduvo como sonámbulo , pero un día su cara se iluminó desde adentro, como si un fuego se hubiera encendido en lo profundo de su ser. Se lo vio resuelto, como a punto de dar un paso trascendental. Había averiguado en qué clínica estaba Chabela y empezó a ir todas las tardes, a la salida de la oficina.

Ella estaba grave, no se sabía si volvería a caminar.

 Alguien que vio a Gabriel a lado de su cama, les describió la escena.

Ella permanecía muda, con los ojos clavados en el techo, mientras un rictus de amargura y de rabia deformaba su boca. Él le sostenía la mano y a ratos se la besaba con ternura. Chabela no parecía siquiera saber  que él se encontraba en la pieza.

Pero él persistía. Ni un solo día dejó de ir a verla. Le llevaba flores y hasta un osito de peluche, buscando en vano arrancarle una sonrisa.  Cuando le dieron el alta,   se fue a su lado en la ambulancia, al mismo departamento que hacía un año atrás ella había abandonado para correr tras su aventura.

Gabriel había renacido, literalmente, de sus cenizas.   En la oficina, andaba todo el día alegre, el trabajo lo hacía con energía y a las seis volaba fuera del edificio. Le había contratado una enfermera que no sé cómo pagaba con su sueldecito mísero...

Ella se fue recuperando. Creo que era más la rabia que la esperanza lo que le dio fuerzas para erguirse y abandonar la silla de ruedas, con pasos vacilantes.  Pronto se vio a Gabriel, las tardes de los Sábados, llevarla del brazo a recorrer la cuadra. Tiernamente la sostenía y le acercaba la silla, cuando ella se cansaba...

Largos meses duró la convalecencia. La enfermera se fue y Chabela empezó a desplazarse sola, apoyada en bastones. El siguió la rutina feliz de correr a su lado, apenas el reloj piadoso marcaba las seis para liberarlo.

Llegaba al departamento a cocinas, lavar, quitar el polvo, mientras ella lo miraba desde un sillón. Seguramente sentía que toda la angustia había quedado atrás y que la vida le devolvía en monedas de dicha el capital que había gastado en abnegación.

Hasta que una tarde, al llegar, no la halló en el departamento. Los bastones yacían abandonados sobre la cama, vacíos los cajones de la cómoda. Ni una nota siquiera.

Nunca más la volvió a ver.




11 comentarios:

  1. Veo un pajaro, que aunwue sea de colores, me recuerda aquello de cria cuervos y te sscaran los ojos.
    Pobre diablo, mi tocayo.
    Abrazoo, Lillian.

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    1. Querido Gabiliante, yo contesté hace días tu comentario, pero aquí no figura. Este cuento también recuerda la canción que decía: Ella era gavilán y yo paloma. El pobre Gabriel era un palomo cegado a picotazos.

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  2. Saludos amiga, espero estés muy bien.
    Sabes, esta historia me produce muchas encontradas opniones y de tal manera , que mejor me callo.
    Pero de esas hay muchas en la realidad.
    Abrazos.

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    1. Querida Meulén: Creo que en " Servidumbre humana" de Somerset Maugham hay un amor así...El de Felipe por Mildred. Pero no sé si en la vida real podría darse algo parecido.

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  3. La indolencia y la indignidad hechas personajes... Pero ¿quién es quién y cuál es cuál?

    Abrazo hasta allá, Lillian.

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    1. Tienes razón, Carlos. Un amor así de servil, no es digno. Y una mujer como ella, tampoco. Pero, la naturaleza humana es insondable.

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  4. Volví a releerlo. En realidad, ambos son indolentes e indignos... Pobre gente.

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  5. Mi bella dama
    Disfruto leerla
    Me gustan tus ideas y tus palabras
    Un abrazo infinito
    desde la distancia

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    1. Recomenzar es bella como el recomienzo de un cuento de hadas. Gracias amiga por tu gentileza.

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  6. Tu agilidad mental es digna de recprdar

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  7. Si bien la historia y los personajes son de ficción. Te puedo decir que conozco una Chabela y un parecido Gabriel. El amor excesivo hace perder todo signo de autovaloración y, no nos corresponde juzgar. Las personas deben vivir y aprender del dolor.
    Besos Lilly

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