Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 25 de noviembre de 2018

EL DIA QUE DIOS SE FUE.

José se levantó una mañana y vio que la ciudad estaba vacía.  En las calles, los autos permanecían detenidos con el motor en marcha, mientras los semáforos les daban inútilmente sus luces verdes.
Las puertas de las casas estaban abiertas, pero nadie salía a caminar por las veredas.
Un silencio nuevo y desconocido se había adueñado de la ciudad.  Solo los pájaros continuaban cantando en los árboles, porque la ausencia de los humanos les era indiferente.
-¡Se fueron todos!- exclamó José- ¿ Habrá habido una alarma de ataque nuclear durante la noche y nadie me avisó?
Caminó todo el día por las calles desiertas.  Le dio hambre y sacó una caja de leche del anaquel de un supermercado. No había nadie que le cobrara, así es que dejó un billete sobre el mostrador vacío.
Una semana después, para entretener en algo su soledad, decidió limpiar las calles.  Se pondrán contentos si encuentran  todo limpio cuando vuelvan, imaginó, complacido.
Partió recogiendo los papeles y las colillas de cigarro. La ciudad no era muy grande, así es que al cabo de dos meses, había logrado eliminar la basura. También había barrido las veredas y regado los jardines,  y todo lucía limpio y brillante bajo los rayos del sol.
Pero  nadie volvía. Así es que decidió salir a buscarlos.
Atravesó muchas ciudades en las cuales encontró la misma aterradora soledad. Solo se veían algunos perros que vagaban gimiendo, en busca de sus dueños.
Comprendió que las cosas eran más graves de lo que había creído y decidió conducir hasta la Capital.   Allí  seguro habría alguien que pudiera darle una respuesta.
Entró al Palacio de Gobierno, que era una gran casa blanca, con una fachada adornada con columnas.
Sus pasos resonaban lúgubres en los corredores vacíos.
En una habitación donde las cortinas permanecían echadas, vio a alguien sentado en la penumbra.  Estaba encorvado y se sostenía la cabeza entre las manos.
Al escuchar un ruido, alzó la vista hacia José.   
- ¿ Quién eres?- le preguntó.
-Soy José. Y supongo que tú serás el Presidente.
Negó con tristeza.
-En realidad, soy Dios.
- Entonces, debes ser el responsable de la desaparición de la humanidad- le reprochó José, sin cohibirse demasiado.
- Sí y no. La verdad es que no quería que las cosas resultaran de este modo.
Ante el silencio interrogante de José, continuó hablando:
-Estaba enojado y quise castigarlos. Primero pensé en un diluvio, como el de Noé, pero los tiempos han cambiado.  Ahora, los hombres se salvarían en barcos acorazados y submarinos.  Si les mandara una tormenta de fuego, como en Sodoma, se refugiarían en los bunkers que han construido para protegerse de sus propias bombas...Dominé mi ira y decidí ser indulgente. Creé un programa computacional que garantizaría la salvación de todos los hombres generosos. Eché a andar el programa y me acosté a dormir. Cuando desperté, no quedaba nadie sobre la tierra.
-¿ Y yo? - preguntó José.
-Bueno, me imagino que eras el único hombre generoso que quedaba...
- ¿ Yo, generoso?  No creo... Diría que más bien soy un decepcionado. Hace tiempo que dejó de importarme mi propia vida y empecé a preocuparme por la vida de los demás.
-Esa sería una respuesta- sonrió Dios, y su cara ensombrecida se iluminó por un instante.
-Y ahora ¿ qué vamos a hacer?-  le preguntó José.
- Yo no quiero hacer nada. Solo quiero pensar y tratar de entender por qué fracasé de esta manera.
Volvió a cogerse la cabeza entre las manos y se sumió en sus amargas reflexiones.  José salió en silencio, para no molestarlo.
Al pasar por un jardín, vio un rosal con un único capullo que ya empezaba a florecer. Decidió regarlo y cuidarlo hasta que la rosa hubiera abierto por completo.
-Se la llevaré a Dios, para aliviar su tristeza, murmuró esperanzado y con una azada empezó a limpiar la tierra junto a las raíces.
Cuando la rosa desplegó sus pétalos, era tan bella que José  quedó deslumbrado y cerró los ojos.
Cortó el tallo con delicadeza y se dirigió a la casa de Gobierno.
Encontró a Dios tendido sobre un sofá de la estancia.   Estaba muerto. Junto a él había una carta dirigida a José.
" Pérdóname, José, por dejarte solo. Pero no tengo fuerzas para empezar de nuevo y no quiero seguir lamentado mi fracaso. Como soy Todopoderoso, puedo morir cuando lo decida,  y elijo este momento".
José tomó sus manos que colgaban exánimes y las juntó sobre su pecho. Entre sus dedos sujetó la rosa. Luego salió de puntillas, como si temiera interrumpir el reposo de Dios.
-Siempre supe que la vejez es un asunto solitario, pero nunca imaginé que la mía lo sería tanto.
Se sentó en un banco del  parque. Anochecía y miles de estrellas parpadeaban en el cielo. Un ruiseñor elevó su trino melodioso indiferente a quién pudiera escucharlo.
-¿ Cuanto tiempo más brillarán las estrellas ahora que Dios se fue?-  preguntó José, entristecido.

Sabía que su pregunta era inútil porque no quedaba nadie que pudiera responderla.   



3 comentarios:

  1. Huyyy que penita, has escrito un relato magnífico, que me ha impresionado por su originalidad, sobre todo cuando Dios hace mención al Diluvio o la destrución de Sodoma y Gomorra y como ahor se vale de las modernas tecnologías para castigar a una humanidad deshumanizada.
    Si Dios decidió irse, las estrellas llorarán lágrimas de luz y lloraran tanto, que se quedarán negras y no habrá ni Dios, ni mundo, ni estrellas...

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Ese Dios al que este mundo adora,fue inventado por alguien mas listo que el

    ResponderEliminar
  3. Lindo u triste relato
    Claro que Dios para nada esta conforme con nuestro proceder y nuestra poca fe en todo...culpamos a él de todas las atrocidades que hace el ser humano, que son muchas ....y que decir de reconocer lo positivo que tenemos a cada paso que damos...el dolor es grande en muchas partes y quizás Dios ya está cansado de sostener ...
    A pesar de todo nunca nos falte El para deshacer tanta oscuridad.

    Besos

    ResponderEliminar