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domingo, 15 de enero de 2017

FANTASMAS EN EL MUSEO.

A Joel le ofrecieron un trabajo de vigilante nocturno en el Museo Histórico de la ciudad.
Cuando iba saliendo de la entrevista, lo interceptó el muchacho a quién iba a reemplazar.
-Yo me voy porque aquí hay fantasmas- le susurró con tono confidencial.
Don Pedro, el viejo portero lo alcanzó a escuchar.
-¡ No le hagas caso!  Lo despidieron porque se lo pasaba durmiendo y ahora se quiere desquitar asustándote.
-No, si no me asusto- respondió Joel, petulante - ¡ A los vivos hay que tenerles miedo, no a los muertos!
Sacó de su mochila un termos con café y una novela y se dispuso a pasar una noche tranquila.
Cada una hora, se paraba y daba una vuelta por las salas de exhibición. Había grandes óleos con retratos de antiguos presidentes y  escenas bélicas en alta mar.  Vitrinas con armas antiguas y una habitación llena de  maniquíes disfrazados...
Eso fue lo que más le gustó.
Leyó en un cartel que se trataba del famoso baile de máscaras realizado en el palacio Concha Cazotte,  hacía más de cien años. Había una fotografía amarillenta, con todos los asistentes al famoso baile, todos vestidos con el mayor lujo y originalidad.
- ¡Pensar que todos éstos ya pasaron a mejor vida! -reflexionó con melancolía.
Luego volvió a la lectura de su novela y a su café.
Todo iba bien hasta que sonaron las doce campanadas en el reloj municipal.
-¡ Hora de fantasmas!- exclamó Joel, con una sonrisa irónica- A ver si alguno me viene a acompañar un ratito...
  Acababa de decir eso, cuando escuchó unos pasos apresurados acercándose por el corredor.
Toda su jactancia se evaporó en un instante y sintió que se helaba de espanto..
Una joven irrumpió en la zona iluminada. Iba vestida como una dama del siglo XVIII, con un traje de raso azul y una peluca empolvada.
Al mirar a Joel, puso cara de enojo y golpeó impaciente las baldosas con su zapatito de tacón.
-¡ Cómo!  ¡ Aún no te has vestido y ya sonaron las doce!  ¿ A qué hora crees que vamos a llegar al baile?
Joel miró en todas direcciones, pensando que le hablaba a otro. Pero ella lo tomó de un brazo y lo tironeó como a un monigote.  Luego se dirigió a una de las vitrinas y sacó una capa negra y un sombrero que al parecer habían pertenecido a un gobernador.
-¡ Rápido!  ¡ Ponte ésto!  Por el camino se nos ocurrirá inventar de qué vas disfrazado...
Lo tomó de la mano y Joel la siguió dócilmente. Hacía rato ya que había dejado de pensar...
Atravesaron el Museo en penumbras y desde el fondo les llegó música y una intensa luz.  Se encontraron en un salón lleno de parejas disfrazadas, bailando con animación.
Por el camino, Joel había mirado de soslayo las vitrinas y había visto a los maniquíes desnudos. Los trajes desaparecidos vestían ahora a sus verdaderos dueños.
La joven lo arrastró en medio del tumulto y perdido en un sueño, él se dejó llevar....
A la mañana siguiente, Don Pedro llegó más temprano. Se sentía preocupado por el nuevo nochero.
-¡ Lo más seguro es que tenga que despertarlo! - se quejó- ¡ Con tal de que no hayan entrado ladrones aprovechándose de su inexperiencia....!
Lo buscó por todas las salas sin encontrarlo.  Pensó que se habría asustado y se habría ido corriendo. Pero no, porque ahí estaba su mochila y una taza de café a medio tomar.
 Dio muchas vueltas por los pasillos vacíos. Casualmente se detuvo frente a la fotografía amarillenta de los asistentes al baile. Siempre le había gustado mirarlos, sobre todo a la linda niña vestida de dama antigua que aparecía a un costado. Pero esta vez le pareció  que había algo nuevo en la foto. Junto a ella aparecía un tipo con una capa negra y un sombrero echado sobre los ojos...Y estaba casi seguro de que antes no estaba ahí.
-¡ Qué extraño !- exclamó- A éste no lo había visto ...  Y lo más raro es que se parece al nochero que dejé ayer aquí...Como si fueran mellizos...
 Luego reaccionó dándose un coscorrón en la frente.
-¡ Qué tontería!  ¡ Estoy soñando!  Lo mejor es que me vaya a preparar un café, mientras aparece ese irresponsable.
Pero Joel nunca volvió a dar explicaciones ni a recuperar su mochila.
 Al cabo de unos días,Don Pedro la arrojó al fondo de un armario y no se acordó más.



4 comentarios:

  1. Que genia...

    me sonrío este rato...
    tiene una picardía y misterio...

    supongo debe seguir...ya me imagino a ese bailando una eternidad y vivo...

    después de todo ese si va a vivir una vida de fiestas!! :))


    te cuento que anoche soñé con una...
    pero no en ese museo

    me aterraría quedarme muerta en vida...

    besos.

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  2. Gracias, Querida Magdeli por tu comentario y gracias también por lo que me transmites sobre el Tao. Hace tiempo me prestaron ese libro y supe que para los chinos el Tao es el principio de todas las cosas, o sea el equivalente a Dios. Me gustaría llegar alguna vez a esa serenidad y capacidad de comulgar con la Naturaleza. Pero ¡ ay! siempre estoy vuelta hacia el interior de mi misma, como tirando piedrecitas en un pozo.

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  3. Amiga escritora,tu imaginacion es superior a muchos de los escritores actuales

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  4. Vuelvo a leer tu cuento y vuelvo a admirar tus fantasias

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