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domingo, 16 de noviembre de 2014

UN TREN ESPECIAL.

Juan se había enamorado de una chica que conoció en el Norte, durante sus vacaciones.
¡Cómo se arrepentía de no haberle confesado su amor cuando se despidieron!   Ahora, ella no contestaba los correos y Juan no hallaba qué hacer para volver a verla.
Se convenció de que la única opción que tenía era viajar a su encuentro y se dirigió a la estación para tomar el siguiente tren.  Olvidó que la Estación había sido clausurada como tal desde hacía años y estaba convertida en un recinto de exposiciones artísticas.
Al llegar, vio que se estaba desarrollando la Feria Internacional del Libro. Pero, como era terco, se sentó en un banco a esperar que pasara el tren.
Mientras, observaba la Feria y notaba que lo que menos se vendía era libros. La gente se agolpaba en los puestos de comics. Los preferidos eran los de terror.
Mientras, los libros permanecían arrinconados, pálidos de envidia.
Poco a poco, las palabras iban resbalando de sus páginas y dejándolas en blanco. Caían al suelo, como las hojas en Otoño y ya habían formado una gruesa alfombra de letras, que la gente pisaba sin fijarse. Las palabras más agresivas les mordían los tobillos cuando pasaban y las más sentimentales, les humedecían los zapatos con sus lágrimas.
-Nuestro destino es la muerte lenta- vaticinó lúgubremente el segundo tomo de una novela rusa.
-¡ Ya nadie lee poesía!- suspiró un librito pequeño encuadernado en azul- Ahora a alguien se le ocurrió inventar la anti-poesía, que no es más que el mal chiste de un payaso senil...
Juan escuchaba ese diálogo mientras esperaba que sonara el pito que anunciaba la llegada del tren.
Al rato, se le acercó una chica y le preguntó:
- ¿ Esperas a alguien?
-No. Estoy esperando el tren para ir a ver a una amiga...
Iba a decir " a mi novia", pero al ver lo agraciada que era la chica, se calló a tiempo.
-Pero ¿ cómo?- dijo ella- Si por aquí no pasa ningún tren.
En ese preciso instante sonó un pito y envuelta en una nube de vapor ingresó a la estación una locomotora, bufando y rechinando.
-¡No te subas!- le advirtió la chica- ¡Ese tren no existe!  Es sólo imaginación tuya... 
Juan no le hizo caso y saltó al primer vagón. No alcanzó a viajar ni diez segundos, cuando la locomotora chocó contra un muro y se desintegró. Se encontró sentado en el pavimento, frente a un puesto de libros de auto ayuda.
-¡ Te dije que ese tren no existía!- lo amonestó la chica.
Le tendió la mano para ayudarlo a levantarse. Luego le sacudió el polvo del traje y terminó por abrazarlo y darle un beso.
-¡No estés triste!- le dijo con dulzura- ¡Vamos mejor a comprar algún libro!
-¡No! -respondió Juan- los libros me aburren...¡Compremos mejor un comic de vampiros! 

3 comentarios:

  1. hola amiga
    te dejo un abrazo
    como siempre disfrute tu texto imaginario...
    aunque me hubiera gustado que si existiera ese tren...
    y él hubiese preferido leer un libro de poemas...

    abrazos!

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  2. hola
    me gusta tu cuento donde tu imaginacion vuela alto
    besos

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