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domingo, 11 de mayo de 2014

EL VIAJE.

Delante de ella había una larga fila de personas que apenas parecía moverse.
Elsa sentía deseos de empujarlas, de urgirlas a que avanzaran, para llegar luego al borde del muelle, donde las esperaba el barco.
El cielo tenía un extraño color púrpura y el sol se veía frío y remoto, como una estrella que se apaga. Sus rayos no daban calor, sólo una luz blanquecina bajo la cual las cosas ya no arrojaban sombras.
Elsa sentía que le faltaba el aire y a ratos se desesperaba. Pero junto a ella estaba su hermana Silvia, que le oprimía la mano, tranquilizándola.
-¡Cálmate, Elsa! Está mal que te agites así. Todo va a salir bien, te lo prometo.
Una cantidad enorme de peces muertos flotaba sobre el mar y había un silencio extraño, sin viento y sin el grito de las gaviotas, como si la vida en el planeta se estuviera extinguiendo.
-¡Eso es lo que pasa!- dijo Elsa- el planeta se muere y la única solución es llegar hasta el barco...¿Pero a dónde nos va a llevar?
La fila de gente, atónita y silenciosa, apenas movía los pies y el barco se veía siempre lejos. A ratos, su silueta desaparecía, como borrada por la bruma.
Elsa despertó de súbito y se encontró en una cama de Hospital. Silvia se inclinaba sobre ella, ansiosa y esperanzada.
-¡Estás despierta, Elsa!  ¡Qué alivio!  Hacía tantas horas que dormías...
-No podía despertar- respondió ella- ¡es tan urgente llegar hasta el barco, antes de que el sol se apague...!
Sintió que caía hacia atrás, como si una fuerza extraña la succionara. Y se encontró de nuevo caminando en el muelle.
Pero ahora el barco estaba mucho más cerca. Por fin lograba  ver a la gente que estaba acodada en la borda. Le pareció distinguir a sus padres, que le hacían señas con la mano.
Se sentía muy débil y adivinaba que no tendría fuerzas para subir por la rampa. Pero Silvia la sostenía y de alguna forma lograban avanzar. Caía la noche y no había ninguna estrella.
El vórtice oscuro que la succionaba, la soltó y se encontró acostada entre una maraña de tubos.
-¡Silvia!  ¿Es ésto la realidad?
-¿Qué quieres decir?
-¿Estoy aquí en esta cama o estamos las dos haciendo fila para subir al barco?
-Estamos aquí, Elsa. No te agites, por favor.
Entonces recordó con nitidez el estruendo del choque,  el olor de la bencina y luego las llamas...Volvió a sentir que la sacaban de entre los fierros.
-¡Mamá, papá!  ¿por qué no vienen a verme?
Silvia palideció, pero Elsa no pareció notarlo.
-¡Estuvieron aquí mientras dormías!  No pude despertarte...
  -Es que es necesario subir a bordo ahora...Ya el sol no calienta... ¡Tengo tanto frío, Silvia!  Siento que me hielo...
Entró el médico y le indicó a la enfermera que aumentara la dosis de calmante.
-Elsa me preguntó por nuestros padres, doctor.  ¿Qué puedo decirle?
-Nada que la inquiete más. Ocúltele la verdad mientras pueda.
El goteo lento del sedante en su sangre la sumió de nuevo en un letargo.
Vio el barco frente a ella y a sus padres que la invitaban a que subiera. 
-¡Silvia!-urgió a su hermana- Ya llegamos...¡apúrate!
Pero sintió que la mano de Silvia se soltaba de la suya y una oleada de gente la empujó. Sin saber como, se encontró sobre la cubierta.
El abrazo de sus padres la envolvió en una dulce tibieza y ya no sintió frío. Notó que lejos, en el horizonte, el cielo se veía traslúcido y lleno de una claridad radiante.
-¡No pudimos salvarla, Silvia!  Lo siento- dijo el médico con tristeza y le hizo un gesto a la enfermera, para que desconectara los tubos.   
El barco se apartó suavemente del muelle y se internó en el mar.



3 comentarios:

  1. Que creación mas preciosa amiga. Entre la muerte y la vida un entretejido que lo haces con destreza. Me gustó. Felicitaciones.

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  2. He llegado por alguna calle que ya no importa su nombre, hasta llegar a tu casa, digo página, para conocer tus cuentos. Me tomaré el tiempo. Abrazos.

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  3. La vida y la muerte de la mano. Entrelazadas de tal forma, que del otro lado nos esperan los que se fueron primero. No se conoce científicamente que sucede -o tal vez-, no existe nada y todos aquellas señales recibidas sean solo producto de nuestro cerebro.
    Muy buen relato Lilly. Un abrazo compatriota.

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