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domingo, 7 de agosto de 2022

EL VIAJE.

La Vida es como ir viajando en un bus. Generalmente, uno se resigna a hacer todo el recorrido, le guste o no.  Es cierto que hay algunos que se bajan sobre andando, antes de llegar al terminal, pero son los menos.

Se viaja colgado de la barra, mirando como desfila el Mundo a través del vidrio, ajeno e inaccesible. Uno va siempre rodeado de caras anónimas, que lo miran sin verlo. Gente de la cual no se puede esperar nada, excepto una mala cara o un empujón, si uno invade su espacio sin querer.

Los pobres vamos siempre de pie. Los ricos, sentados. Me imagino que el conductor estableció esa regla y no tenemos el valor de oponernos a ella. Tampoco sacaríamos nada, creo yo.

Nunca supe como llegué aquí. Me encontré viajando, sencillamente. Sin entender gran cosa, como si me hubiera subido por equivocación, en un paradero que quedó borrado por la niebla.

Al principio iba con mis padres, mudos los tres, con esa resignación que tenemos los pobres. Sufriendo los pisotones y las malas palabras, sin despegar los labios. Y pidiendo nosotros perdón, cuando son otros los que nos empujan.

Ellos se bajaron antes.  Primero fue mi viejo, tan chiquito y encorvado que casi no ocupaba espacio. Parecía que una máquina trituradora lo hubiera estado carcomiendo por dentro. Apenas quedaba de él un pellejito arrugado, cuando se despidió con un gesto y se bajó en una esquina.

Después le tocó el turno a mi madre. Me apretó la mano sin decir palabra y la vi bajarse en un barrio gris, mojado por la lluvia. Se perdió por una calle larga, a la que no se le veía el final ni tampoco el nombre, pero yo sabía bien como se llamaba.

Y seguí vajando solo, buscando a mi alrededor una mirada tibia, algún gesto amistoso, entre tanta cara impávida...

Sin saber como, me fijé en una muchacha de pelo oscuro que iba a mi lado. La masa de gente la había empujado hacia mí y ella se acomodó en el refugio de mi brazo, apretando contra su pecho una carterita humilde. Me miró y vi que tenía los ojos tristes, como si se le hubiera quedado atrapado en ellos algún invierno de su niñez.

Sentí en el corazón una tibieza nueva y me embargó la convicción de que ya no iba viajando solo. Y así seguimos los dos, hombro con hombro, viendo pasar el mundo a través de los cristales. No nos mirábamos, pero sé que nos sentíamos, porque ella llevaba en los labios una sonrisa secreta, que solo yo podía ver.

Luego divisé a un hombre al otro lado del pasillo. Vestía muy elegante y se veía satisfecho, como todos los que tienen el privilegio de viajar sentados.

La miraba a ella, fijamente, y al cabo de un rato, se levantó y le ofreció el asiento. Ella me miró, como dudando y luego aceptó, entre avergonzada y contenta. 

Esa fue la última mirada que me dio. 

Esquivando los pisotones, fui retrocediendo por el pasillo. ¿ Qué podía hacer si no tenía nada que ofrecerle?  Los que viajamos de pie, siempre somos los perdedores.





6 comentarios:

  1. pues no has dejado mucho para consolarse. El que nace pa martillo, del cielo le caen los clavos. pero me quedo con la sonrisa secreta que solo el protagonista podia ver. Y l a mirada entre avergonzada y contenta¿crees que la chica es culpable?
    besooo Lillian

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    1. Bueno, la mirada de la chica, entre avergonzada y contenta se debe a que ella está contenta de que el rico le ofrezca asiento pero tiene verguenza de aceptar y dejar a su amor pobre. Pero lo hace. ¿ Quién la puede culpar?

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  2. Estamos de viaje. Podría estar de acuerdo con la metáfora, aunque no con la filosófica resignada mirada de la voz en off que lo narra...

    Impecable relato igualmente, Lillian. Abrazo hasta vos.

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  3. Lo único en lo cual creo es que la vida es triste, y para los pobres, más triste todavía.

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  4. Los libros son la clave para poder adquirir un poco de sabiduria

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  5. Mucho habría que decir aquí en este relato filosófico o cuento reflexivo como sea...tengo pensamientos encontrados , porque eso de pobre no me cuadra ,si es que de pobre de tener es una cosa, pero se puede ser pobre de haberes ,pero grande en espíritu...no se trata de quien llegué primero...si sentado o de pie, para mi es de como llegas al final de ese viaje...

    Te dejo un abrazo.

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