Se
aproximaba la llegada de la Primavera y sin embargo, aún quedaba una hoja seca
sujeta en una rama.
Había
resistido ahí todo el Invierno, sin resignarse a dejarse caer. El viento, con
su soplo helado y el granizo con sus dedos de escarcha, habían pugnado por
desprenderla, pero la hojita rebelde, seguía aferrada a la rama desnuda.
El
árbol había empezado a cubrirse de brotes nuevos.
-¿
Qué sería de mí si me soltara ahora? ¿
A donde iría , a estas alturas?
Ya
todas sus hermanas habían caído hacía tiempo. Algunas habían volado lejos y
otras se habían ahogado en los charcos de la lluvia, sin un rumor.
Pero
la hojita había gemido, había tiritado y se había aferrado a la rama, sin
querer aceptar su destino.
Ahora
se veía rodeada de una nube fresca de brotes nuevos y se preguntaba qué haría
ella ahí, con su vestido viejo.
Los
brotes, de un verde radiante, la humillaban.
-¿
Qué pretendes quedándote aquí, pordiosera?
Tus harapos desentonan junto a nuestros vestidos de seda.
Bajo el árbol, pasó un viejo melancólico,
arrastrando los pies. Era el Invierno que partía.
Se
iba triste, porque sabía que no era bienvenido en ninguna parte.
-¿ A
donde vas, Invierno?- le preguntó la hojita, desde lo alto de su rama.
-Voy
al hemisferio Norte- respondió el viejo y una bocanada de aire frío salió de su
boca y le escarchó los bigotes.
-¿ Y
qué vas a encontrar por allá?
-Me
encontraré con el Otoño, que ya parte. Desprenderé las hojas secas que aún
queden en los árboles. Las haré volar y danzar sobre los campos mojados.
-¡
Entonces, llévame contigo! Allí estaré
con mis hermanas y volaré y danzaré con ellas!
La
hojita se desprendió sin esfuerzo y cayó sobre el hombro del anciano.
Ahí
se sujetó con fuerza y juntos emprendieron el largo viaje. Se hicieron mutua
compañía y conversaron de muchas cosas trascendentales, pero lo que dijeron, se
los contaré en otra ocasión .
Amiga escritora,te felicito por el cambios que tu has dado a tus relatos,ellos siguen con esa melancolía que tu tantos abraza,pero este es muy bueno.
ResponderEliminarGuau amiga me.encantado de un millón...en verdad es maravilloso y tienes una imágenes poéticas únicas y me.iba imaginando ese viejito...que bello y ejemplar ...al fin reconocerse en lo que somos y del paso del tiempo inevitable y que en cada época de nuestra vida podemos gozar y ser felices...
ResponderEliminarLa vanidad nunca ha sido buena, si la humildad y tener entereza para vivir la vida...
Un gran abrazo.