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miércoles, 11 de febrero de 2015

PALABRAS DE AMOR.

En el Día de los enamorados. 14 de Febrero.

Elisa estaba soñando con Mario.
Se veía a su lado, de nuevo, escuchando sus palabras de amor.  Estaban parados frente al muro donde hacía tiempo él había escrito: Elisa, te amo. 
Pero las palabras se habían borrado.
 De pronto se encontró sola. Había caído la noche, súbitamente y vio que Mario se alejaba sin mirar atrás. Desesperada, lo llamó sin obtener respuesta.
El río de su sueño la arrojó a la orilla y despertó angustiada con su nombre en los labios.
-¡Mario! -susurró y las lágrimas acudieron a sus ojos.
Hacía más de un año que se habían separado.  Una discusión absurda, unos celos tal vez infundados y su amor, que había sido tan grande, terminó convertido en rencor.
El se fue al extranjero y Elisa sintió que no le quedaba  nada más que los recuerdos. Y aquellas letras en el muro, donde él le confesaba sus sentimiento.
Muchas veces, al salir de su trabajo, volvía a recorrer aquella callecita de los suburbios.
A su lado habían demolido casas antiguas, para edificar condominios. Pero el viejo muro había sobrevivido y la pequeña inscripción aún podía leerse, entre consignas y propagandas políticas.
El nunca le escribió ni la llamó. Mutuamente se echaban la culpa de su ruptura y el orgullo sepultaba en sus cenizas los rescoldos aún vivos de su amor.
Con el tiempo, Elisa sintió que había dejado de sufrir. Sólo le quedaba la añoranza.
El rostro de Mario, que al principio se le aparecía cada noche en sus sueños, se le iba borrando lentamente de la memoria, como si el tiempo pintara encima con brochazos de olvido.
Pero esa mañana, al despertar, sintió que el dolor revivía en su corazón. ¿ Sería cierto lo que decía el sueño, que las palabras en el muro se habían borrado?
 Decidió esa tarde pasar de nuevo por la callecita.
 ¡ Será la última vez!- pensó con amargura.
Ni siquiera sabía si él había vuelto del extranjero. ¿ Para qué seguir alimentando su nostalgia?
Estaba lloviendo y una neblina fría desdibujaba los árboles.  Elisa sintió acrecentarse su melancolía mientras se arrebujaba en su abrigo. En una tarde de Invierno, igual a esa, Mario había escrito en el muro sus palabras de amor.
Desde lejos, en la penumbra del anochecer, divisó a alguien parado frente al muro. ¿ Estaría escribiendo encima o borrando la inscripción que ella tanto atesoraba?
Sobresaltada, reconoció a Mario.
Lo vio escribir algo y luego alejarse cabizbajo, sin notar su presencia.
Presurosa, se acercó a leer lo que había escrito. Vio que junto a la frase:  "Elisa, te amo" había añadido: "Elisa, te sigo amando"
Su corazón dio un salto dentro de su pecho. En un segundo se borraron los meses de rencor y sufrimiento. Y toda su emoción vibró en su garganta, cuando le gritó a la silueta que se alejaba en la lluvia:
-¡Mario, yo también te amo todavía!

2 comentarios:

  1. hola amiga
    tengas en tu caminar siempre una sonrisa de amor por lo que eres y lo que llevas grabado en tu corazón
    la luz del verdadero sentimiento
    que vamos donando por la vida...

    te dejo un abrazo!

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