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domingo, 1 de febrero de 2015

ESPERANDO LA NAVE.

Vengo de Aldebarán, una estrella de la Constelación de Tauro.  Desde aquí se distingue claramente. Es esa, la de resplandor anaranjado ¿ la ve?   Si usted se fija, somos vecinos de Las Pléyades....Aveces vamos allá de vacaciones.
Sí, todas las noches me siento en este banco para recibir las señales que me envían. Pronto van a venir a buscarme y el suplicio que estoy viviendo aquí en la Tierra se va a terminar de una vez.
Ya sé que usted se pregunta que cómo llegué aquí. Comprendo su suspicacia, pero es algo fácil de explicar.  Vine en una misión de reconocimiento, como tantas otras que llegan sin ser detectadas.
Era una misión de carácter meramente ecológico, porque hace mucho tiempo que renunciamos a influir en la conducta de ustedes. Comprendimos con desaliento que la agresividad y el odio se han adueñado del espíritu del hombre y que ya no hay vuelta atrás...
No, no se ofenda. Sé que hay excepciones, pero son pocas y no vale la pena ponerse a buscarlas. Vinimos a otra cosa. A ver si encontramos la forma de salvar al planeta de su extinción.
Como le decía, yo vine con un grupo de científicos de Tauro. A mí me tocó estudiar los glaciares y sin saber cómo, me quedé atrapado en uno de ellos...La nave tuvo que partir sin mí porque su itinerario es siempre inexorable.
Esperé mucho, hasta que el lento calentamiento derritió mi prisión de hielo y pude salir. Pero, ya era tarde. Hacía mucho que mis compañeros se habían ido y tuve que aceptar que me había quedado abandonado aquí en la Tierra...
Usted me preguntó recién que donde vivo mientras espero que vengan a buscarme. Mire, esa parte la tengo solucionada, porque me ha pasado algo insólito. Gracioso, si cabe aplicar el término en una situación tan compleja como la mía.
 Hace unas noches atrás, cuando estaba sentado aquí, esperando las señales luminosas que me mandan desde mi estrella, llegó un hombre y me tomó del brazo, como si me conociera.
-¡ Julio!- me llamó- ¡ Te vas a congelar sentado aquí!  ¡Vamos, que tu mamá está muy inquieta!
Comprendí que me confundía con alguien y no quise discutirle. Se veía muy cansado y muy triste y un hondo surco de preocupación le cruzaba la frente.
Me dejé llevar a una casa cerca de aquí.
Entramos a una habitación iluminada. Una estufa a gas calentaba la atmósfera y me acerqué a ella, tiritando.
Una mujer de pelo blanco vino hacia mí y me tomó entre sus brazos.
-¡ Julito!  ¿ Por qué sales sin avisarme?  Hace horas que te fuiste...¡Me tenías tan preocupada!
No le contesté. ¿Qué iba a decirle?   ¿ Yo no soy Julio y a usted no la conozco?
¡Imposible!...Así es que me dejé abrazar y hasta la acaricié un poco, de pura lástima, como he visto que hacen los humanos.
Me llevó hasta un dormitorio y me ayudó a poner un piyama. El de Julio, supongo.
Yo estaba aterido y tiritaba sin parar. Tal vez me duraba el efecto de haber pasado tanto tiempo atrapado en el glaciar...
Al rato, escuché a los dos viejos conversando en el comedor.
-El médico dice que debemos internarlo, Rosa...Pero yo no sé...¿Qué pasa si le hace más mal el contacto con otros enfermos?
-Con otros locos, quieres tú decir...Sé que crees que está loco, pero no es cierto. El es distinto, no más, y la gente no lo comprende...
-No, Rosa, no te engañes- le respondía el viejo, con tono agridulce, como cansado de escuchar siempre el mismo argumento- Su mente no está bien y tú lo sabes. Y ahora le ha dado por sentarse horas enteras a mirar el cielo, como esperando que algo venga de allá...
No pude seguir escuchando, porque me quedé dormido. Seguro que me pusieron algún somnífero en la leche que ella me hizo tomar.
¡Pobres viejos!  Tienen un hijo que se llama Julio y que se parece a mí. No pienso contradecirlos. Ya sufren lo suficiente...Y mientras aparece el verdadero Julio, me voy a quedar en esa casa.
¡ Total !...  ¡Pronto llegará la misión de Aldebaran a rescatarme!



2 comentarios:

  1. El hombre teme a lo diverso, al que opina y se muestra diferente. Las enfermedades mentales son temidas porque nos obliga a intentar comprender una nueva mirada de la vida, alejada de reglamentos y situaciones conocidas.
    Muy buen relato querida Lilly, porque nos insertas en una realidad que siempre se intenta ocultar o no aceptar.

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