Tarea
de Taller.
Querida
Nora :
¡Qué bueno que me escribiste! ¡ Así me das la
oportunidad de desahogarme!
Me
cayó un ladrillo encima. ¡ No ! Con el último temblor no. Fue otra clase de
ladrillo. Ten paciencia, que te lo contaré todo.
Hace
unas semanas me llamó mi hijo, tú sabes, el que trabaja en Iquique, para que
alojara a un amigo suyo, por un mes, mientras buscaba empleo. No me gustó nada
la idea, porque iba a coartar mi libertad, pero no tuve tiempo de inventar una
excusa, porque el visitante llegó casi de inmediato.
Era
un muchacho de unos veinticinco años, pero representaba dieciocho. Y era de
esos que no volvieron a ver una peineta desde que su mamá los arreglaba para
llevarlos al colegio. Buenmozo eso sí. Y para colmo, llegó con un aire humilde
de perrito con sarna, que suplica que lo acojan a pesar de todo.
Al
principio me tenía mareada con sus entradas y salidas, pero, de repente me di
cuenta de que lo echaba de menos cuando no estaba y que me pasaba pendiente de
la puerta de calle. Fue la primera luz
roja que se me prendió, pero no le hice caso al semáforo...
Sin
darme cuenta, empecé a tratarlo con sequedad y el pobre me miraba con cara
de"qué hice ahora" . Pero yo sentía que algo le estaba pasando a mi
corazón y no sabía donde esconderme de la vergüenza.
¿ Te
acuerdas, Nora , de cuando leímos " Los amores ridículos" de Milan Kundera? ¿ Te acuerdas que en uno de los cuentos salía
una mujer madura que sentía el amor como a los veinte años pero " estaba
encarcelada en su vejez" ? Bueno,
yo soy esa mujer, Nora ¿ Para qué negármelo más?
Me
miro al espejo y estoy plenamente consciente de mi edad. Quisiera escribírmela
en la frente y en el pecho, para que le
sirva de freno a mis pensamientos y a mi
corazón.
¿ Por qué la vida me traicionó así?
Me
dibujó un mapa de arrugas en la cara. Es el mapa de los caminos que he
recorrido, de los países que he visitado. ¿ Sabes cómo se llaman esos
países? Tristeza, Desengaño. Soledad.
Domino todos sus idiomas. Soy una políglota de la desolación.
Pero,
no quiero aburrirte más con mis quejas.
El se fue ayer, por fin. Nunca sabrá lo que
llegué a sentir. Nunca sabrá que soñé que estábamos juntos...Se fue agradecido
por mis atenciones ¡pobre ingenuo! Y yo,
aunque experimenté alivio por su partida, derramé un par de lágrimas junto a la
ventana.... Pero, creo Nora, que lloraba por mi perdida juventud.
¿ Te
ríes de tu pobre amiga? Sí, Nora.
Riámonos mejor. Pero no dejes de contestarme. Esta ridícula aventura merece más
de una reflexión.
Un abrazo de Betty.
Sucede amiga
ResponderEliminarDebemos aprender de una que quirn yace junto a un joven corre el riesgo. Y es casi seguro que amaneces con el agua al cuello.
Te dejo un abrazo
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