Marcos había llegado bastante cansado del trabajo y se disponía a calentar un poco de leche, antes de irse a dormir. En ese momento, el timbre sonó con insistencia.
Era tarde, así es que entreabrió la puerta con cautela. En el umbral vio a un hombre joven, que se notaba nervioso.
-¿ Está Marcela?- preguntó con ansiedad.
-Aquí no vive nadie con ese nombre...
-¡ No le creo! Sé que está aquí. ¡ Necesito verla!
Marcos se molestó y quiso cerrarle la puerta en la cara. Pero, el muchacho interpuso la mano en el marco.
-Por favor ¡ dígame al menos dónde puedo encontrarla!
Su angustia era evidente, así es que Marcos lo invitó a pasar. Le mostró todo el departamento, bastante desordenado, por lo demás, para que se convenciera de que él vivía solo.
-Pero ¡ ella me dio esta dirección! No cabe duda de que se burló de mí...
Se alejó cabizbajo por el pasillo y Marcos pensó: Típico. Un pobre tipo enamorado como un tonto y una chica que le da una dirección falsa para librarse de él.
Al otro día, ya no se acordaba del incidente, hasta que tarde en la noche, apareció Marcela. Por lo menos, adivinó que era ella.
- ¿ Habrá venido Antonio por aquí?
-Es el colmo tu desfachatez- le respondió Marcos, enojado- Por culpa de tus mentiras anoche pasé un mal rato con tu novio...
Ella bajó la cabeza, ruborizada.
-Supongo que él anduvo por aquí, buscándome...
-¿ Podrías explicarme por qué le diste esta dirección?
-Perdona, fue lo primero que se me ocurrió. Ni siquiera sabía si existía...
Rompió a llorar y varias puertas se abrieron en el pasillo. Marcos la hizo entrar, por temor a que lo acusaran de estarla maltratando.
-Antonio me busca- suspiró- pero no quiero que me encuentre.
-¿ Y por qué no le dices de frente que no lo quieres y ya está?
-Pero ¡ si lo quiero! ¡ Lo quiero con toda el alma! Pero, también quiero a Julián...
-¡ Ah, no! Tú no me vas a envolver en tus jueguitos. Te ruego que te vayas a tu casa y allá te dediques con calma a ordenar tu puzle sentimental.
Con alivio, cerró la puerta a sus espaldas y se dispuso a calentar un poco de leche para asegurarse el sueño.
Se prometió que si otra noche volvía a sonar el timbre, por ningún motivo abriría la puerta, aunque le aseguraran que quien llamaba era el mismo Amor. O la Felicidad. O cualquier tontería de esas.....