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Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 30 de abril de 2023

LAS MENTIRAS DE MARCELA.

    Marcos había llegado bastante cansado del trabajo y se disponía a calentar un poco de leche, antes de irse a dormir. En ese momento, el timbre sonó con insistencia.

Era tarde, así es que entreabrió la puerta con cautela. En el umbral vio a un hombre joven, que se notaba nervioso.

-¿ Está Marcela?- preguntó con ansiedad.

-Aquí no vive nadie con ese nombre...

-¡ No le creo!  Sé que está aquí. ¡ Necesito verla!

Marcos se molestó y quiso cerrarle la puerta en la cara. Pero, el muchacho interpuso la mano en el marco.

-Por favor ¡ dígame al menos dónde puedo encontrarla!

Su angustia era evidente, así es que Marcos lo invitó a pasar. Le mostró todo el departamento, bastante desordenado, por lo demás, para que se convenciera  de que él vivía solo.

-Pero ¡ ella me dio esta dirección!  No cabe duda de que se burló de mí...

Se alejó cabizbajo por el pasillo y Marcos pensó:  Típico. Un pobre tipo enamorado como un tonto y una chica que le da una dirección falsa para librarse de él.

Al otro día, ya no se acordaba del incidente, hasta que tarde en la noche, apareció Marcela. Por lo menos, adivinó que era ella.

-  ¿ Habrá venido Antonio por aquí?

-Es el colmo tu desfachatez- le respondió Marcos, enojado- Por culpa de tus mentiras anoche pasé un mal rato con tu novio...

Ella bajó la cabeza, ruborizada.

-Supongo que él anduvo por aquí, buscándome...

-¿ Podrías explicarme por qué le diste esta dirección?

-Perdona, fue lo primero que se me ocurrió. Ni siquiera sabía si existía...

Rompió a llorar y varias puertas se abrieron en el pasillo. Marcos la hizo entrar, por temor a que lo acusaran de estarla maltratando.

-Antonio me busca- suspiró- pero no quiero que me encuentre.

-¿ Y por qué no le dices de frente que no lo quieres y ya está?

-Pero ¡ si lo quiero!  ¡ Lo quiero con toda el alma!  Pero, también quiero a Julián...

-¡ Ah, no!  Tú no me vas a envolver en tus jueguitos. Te ruego que te vayas a tu casa y allá  te dediques con calma a ordenar tu puzle sentimental.

Con alivio, cerró la puerta a sus espaldas y se dispuso a calentar un poco de leche para asegurarse el sueño.

Se prometió que si otra noche volvía a sonar el timbre, por ningún motivo abriría la puerta, aunque le aseguraran que  quien llamaba era el mismo Amor. O la Felicidad. O cualquier tontería de esas.....




domingo, 23 de abril de 2023

MIRIAM.

Hacía semanas que Marcos no lograba escribir una frase coherente. Cada mañana se sentaba frente al computador, esperando en vano un soplo de la antigua inspiración. Escribía algunas palabras sueltas y luego las borraba fastidiado. Y así se le iban las horas sin lograr escribir ni un párrafo.

Recordó cuán diferente había sido todo, tan sólo unos meses antes. Se levantaba temprano, ya con la idea preconcebida para un nuevo cuento. Frente a la pantalla, las ideas fluían rápidas y certeras, expresando justo lo que él quería decir. ¿ Cuando había empezado a perder la inspiración, incluso el deseo de escribir, para concentrarse en un sólo pensamiento obsesivo?

¡ Miriam!  Sabía bien que había sido al conocerla a ella. La amaba con pasión y era correspondido de igual manera y era ese amor el que lo estaba consumiendo. Arrasando con su vocación de escritor, que había sido hasta entonces lo que más le importaba en la vida.

Sin darse cuenta, en lugar de escribir algo nuevo, empezó a escribirle a ella, con las mismas frases vulgares que los enamorados han empleado siempre. Mi amor, mi bien, te amo, Miriam...Miriam, Mimí.

Había acortado su nombre hasta dejar esas dos sílabas, que repetía con deleite. ¡ Mimí!

Fastidiado, borró lo escrito. ¿ Era posible que no se le ocurriera nada que tuviera el más mínimo valor literario? Y lo peor era que se acercaba el cierre del concurso de la revista  Paula. Año tras año había mandado algo y ya lo conocían en las oficinas de la redacción. A menudo quedaba entre los finalistas, pero eso no hacía más que humillarlo. ¡ El quería ganar!  ¡ Sería la puerta de entrada para el éxito!

Pero, así como iba, no lograría nada. Necesitaba librarse de esa obsesión que lo devoraba. Decidió romper con Miriam.

¡ Quizás este mismo dolor me sirva   inspiración!  pensó con cinismo. 

Ella lo miró incrédula, pero al comprender que hablaba en serio, sus ojos se llenaron de lágrimas.

- ¡ Marcos!  No puedes dejarme...¡ Yo te amo!

-Yo también te amo- respondió Marcos- pero quiero ser alguien y a tu lado, no soy nadie. Me absorbes, me aniquilas. Eres la ruina de mi carrera de escritor.

Miriam se colgó de su cuello llorando, pero él se soltó de sus brazos y se marchó sin mirarla.

Se sentía liberado. Estaba seguro que volvería a escribir como antes.

Con el transcurso de los días, la penosa impresión del rompimiento se fue borrando de su ánimo. Y algunas ideas que le parecieron buenas, fueron surgiendo lentamente en su mente.  Al cabo de una semana, ya tenía el cuento terminado.

Como ya casi vencía el plazo, el mismo lo llevó a la oficina de la Editorial. Se había hecho amigo de una de las secretarias y ella le prometió que lo llamaría apenas supiera algo.

Días después le anunció que ya estaba la lista de los ganadores y él se precipitó a la Redacción, lleno de expectativas.

-Lo siento, Marcos, no tengo buenas noticias. Este año ganó una mujer.

-¿ Una mujer, dices?

-Sí y tengo que reconocer que tiene talento. ¡ Escribió una historia de amor traicionado que nos conmovió a todos!  El jurado fue unánime...

-Por delicadeza podías ahorrarte los elogios. ¡ Dime de una vez como se llama!

-Mira, su nombre real no lo tengo en este momento. pero el seudónimo es cortito: Mimí.




domingo, 16 de abril de 2023

EL MANIQUÍ.

En Abril, por fin declinó el calor y llegaron días más suaves. Una fresca brisa soplaba por las tardes y mecía los árboles, cuyas hojas empezaban a perder  el color.

Una atardecer, el cielo se cubrió sorpresivamente de grandes nubarrones color púrpura y   poco rato después, llovía. Me asomé a la ventana y vi a los transeúntes caminar apresurados en busca de refugio. Y a mí, que estaba bajo techo, me dieron ganas de salir a mojarme.

Frente a una vidriera, vi parado a un joven, sin paraguas, con el pelo y la ropa oscurecidos por la lluvia. Permanecía allí, inmóvil, con la vista fija en el interior de la tienda, mientras una poza se iba formando a sus pies.

Intrigada, seguí la dirección de sus ojos. Se trataba de una tienda de alta costura, y tras el vidrio, rodeada de un decorado artístico, había un maniquí. Era una hermosa mujer de pelo oscuro y llevaba un vestido de fiesta de terciopelo rojo.  Me acerqué más al hombre y distinguí una lágrima que rodaba por su cara, confundiéndose con la lluvia.

Miraba el maniquí con una fijeza anormal y empuñaba las manos, como si lo embargaran la angustia y la frustración. 

Toqué suavemente su brazo y le dije:

-Se está mojando mucho. ¿ No quiere meterse bajo mi paragua?

El me miró un momento, como ausente y volvió a fijar la vista en el objeto de su obsesión.

-   ¡No puedo irme! - me respondió con voz ronca- ¡ No puedo dejarla sola!  Yo sé que ella me me necesita.

 Pensé que estaba frente a un loco, pero me conmovió su cara triste y le pregunté sin ánimo de burla:

-¿ Estás enamorado de este maniquí?

-¡ No es un maniquí!  ¡ Es mi esposa!  ¡ Es Paula!

Se volvió hacia mí y me contó una historia extraordinaria que he tratado de reproducir aquí con sus propias palabras:

-Ella vino hace un mes a trabajar a esta tienda. La contrataron para que modelara los vestidos. Venían las clientas y ella desfilaba por el salón, mostrando las últimas creaciones.

-Le pagaban bien y el dueño estaba encantado con ella.  En las tardes volvía a la casa, fatigada pero contenta...Hasta que un día no volvió más.

- Vine a buscarla y se rieron de mí. Me dijeron que no la conocían, que nunca había trabajado en esa tienda. Y cuando insistí y supliqué, llamaron a un guardia y me hicieron salir a empujones. Al mirar la vitrina, comprobé que ahí estaba ella. Rodeada de cortinajes plateados, modelaba un vestido azul. ¡ La habían trasformado en una muñeca de plástico!

-Golpeé el vidrio, desesperado y noté que sus ojos se clavaban en mí, pidiendo ayuda. 

-Me echaron por la fuerza, llamándome loco, desquiciado y otras cosas más. 

-Desde entonces, vengo todos los días. Sé que ella me ve y me escucha, pero no puede moverse. Todos los días lleva un vestido distinto...Y al verme llegar, sonríe, para darme aliento y que no sufra más...

-¡ No sé qué hicieron con ella!  No sé qué horrible método emplearon para transformarla en una muñeca.... ¡ Pero a mí no me engañan!  Apenas me ven llegar, llaman al guardia para que salga a vigilarme. Hoy, como está lloviendo, no ha salido y puedo mirarla en paz. 

-¡ Paula! Mi amor...¡ Aquí estoy!   ¡Nunca voy a dejarte!

Se volvió hacia el maniquí y apoyó su mano en el vidrio, como si pudiera tocarla.  Miré los ojos de cristal y creí ver que se clavaban en él, empañados por las lágrimas.

Pero, ¡ no!  Me estaba dejando contagiar por la loca fantasía de aquel hombre.

Me alejé de ahí, sin que notara mi partida. Siguió parado, inmóvil bajo la lluvia y lo estuve mirando un rato, hasta que se encendieron los faroles de la calle y poco a poco, fue dejando de llover.   



domingo, 9 de abril de 2023

TARDE DE SÁBADO.

¡ Qué tarde tan fría y triste!   se quejó Paulina, ahogando un suspiro.  Su novio había roto con ella hacía dos semanas y no había vuelto a saber de él.  En vano había esperado un llamado, pero el teléfono  permanecía mudo,   retumbando en sus oídos con un silencio ensordecedor.   ¿ Por qué la había abandonado de repente, improvisando explicaciones que no convencían a nadie? 

El corazón de los hombres es así- reflexionó filosófica- Una manzana dulce a la que una le da un mordisco, sin fijarse que tiene un gusano.  Lástima que se da cuenta cuando ya se lo tragó.

 Hizo una mueca de asco y decidió abandonar sus reflexiones inútiles y preparar la clase de Literatura que debía dictar el siguiente Lunes. Tomó un libro de Navokov y hojeándolo, se encontró con un párrafo que le pareció gracioso.

Decía que si queremos ver la Vida desde un ángulo diferente, nos agachemos y miremos hacia atrás por entre nuestras rodillas.

Paulina se rio, a pesar de su tristeza y decidió seguir el consejo del escritor. Se agachó hasta alcanzar la posición requerida, pero en ese preciso instante, el timbre de la puerta empezó a sonar con violencia.

Al tratar de enderezarse, perdió el equilibrio y se cayó de cabeza. Su frente rebotó contra el suelo. Por unos segundos, lo vio todo negro pero se levantó rápidamente y fue a abrir.

 En el umbral de la puerta estaba parado su ex.   El corazón le saltó en el  pecho y luego pareció detenerse. 

-¿ No me invitas a pasar?- preguntó él con voz humilde.  

Se hizo a un lado para que pasara, incrédula aún, creyendo que soñaba. Notó que se veía  encogido, como perro callejero bajo la lluvia. No quedaban en él ni rastros de la altivez y la frialdad  de que había hecho gala el día en que la abandonó.

 Paulina  permaneció en silencio, esperando que él hablara. Que le explicara la razón de su presencia ahí. El, sin decir palabra, la tomó entre sus brazos y la estrujó como si trabajara para la policía secreta y quisiera arrancarle alguna confesión. Pero ¿ qué podía confesar ella, sino que lo amaba irremediablemente?

-¡ Perdóname, querida!  Todo fue un error.

Acercó su rostro al de ella. Paulina cerró los ojos, esperando un beso que nunca llegó. Al abrirlos, se encontró tendida en el suelo, sobándose el machucón que tenía en la frente. El timbre de la puerta seguía sonando con insistencia.

Comprendió que solo habían pasado segundos desde que se cayera y que todo había sido una alucinación.

Pero ¿ y si se trataba de una especie de sueño premonitorio?  ¿ Y era de verdad él quién se encontraba al otro lado de la puerta?

Esperanzada, se levantó rápidamente y corrió a abrir. En la puerta estaba el conserje, con cara de disgusto.

-Señorita Paulina, le recuerdo que debe dos meses de gastos comunes.



domingo, 2 de abril de 2023

FRUSTRACION.

Había pasado otro día, ocioso y melancólico, sin haber escrito nada.  Mi mente se encontraba en blanco, como si nunca hubiera albergado un pensamiento digno de ser llevado al papel.

Mi lápiz de pasta yacía ocioso sobre el cuaderno y molesto, soltaba de vez en cuando una mancha de tinta, seguramente queriendo llamar mi atención.

Pero nada lograba distraerme de mis cavilaciones.  Desde hacía días venía incubando la inquietante idea de que no era yo la que escribía mis cuentos.  Al recordar episodios en que de pronto, como poseída por una inspiración repentina, escribía páginas y páginas, esta sospecha se reafirmaba en mi mente con molesta insistencia.  Por otra parte, muchos de mis escritos me resultaban ajenos, como si los argumentos y las palabras provinieran desde afuera, del éter, por decirlo así y mi único trabajo fuera ponerlos en el papel.

Resumiendo, más de alguna vez había imaginado que el espíritu de un escritor frustrado  se había posesionado de mí.  Y para colmo, ahora ese espíritu me había abandonado, dejándome en la más completa sequía literaria.

La penumbra del anochecer, apenas quebrada por el resplandor de una lámpara, iba invadiendo mi escritorio. Y tuve de pronto la extraña sensación de que no me encontraba sola. Escruté con fijeza las sombras y creí vislumbrar una figura sentada junto a la ventana. 

En ese momento, se encendió el farol de la calle y un rayo de luz cayó sobre la silueta de un hombre.  Llevaba un impermeable y, aunque afuera no llovía, se veía empapado. Gruesas gotas de lluvia manaban de su pelo y resbalaban por su frente. Cada cierto rato, las enjugaba con un pañuelo.

-¿ Quién es usted?- le pregunté, menos asustada que asombrada de no haberlo visto entrar.

-Deberías conocerme de sobra- me respondió molesto- Llevo bastante tiempo acompañándote...

-¿ Quiere decir que eres un espíritu?- le pregunté yo, agarrando confianza al ver  confirmarse mis  sospechas.

-Sí- me respondió melancólico- Fui en vida un escritor que nunca logró ver publicada su obra.  La tarde en que morí, me dirigía a una Editorial, llevando mis cuentos, con la esperanza de que me los aceptaran.  ¡ Era una puerta más que iba a tocar, después de varios humillantes rechazos!  Llovía a cántaros y al  cruzar una calle, resbalé frente a un autobús...

-Morí en forma anónima, tal como había vivido...La carpeta con mis cuentos se aflojó en mi mano y cayó en un charco. Nadie se molestó en recogerla...

-¿ Y son esos los cuentos que yo he estado escribiendo durante todo este tiempo?

-Bueno, no todos. Sólo los mejores. Los otros los has inventado tú, imitando mi estilo.  Y te han quedado bastante mediocres, sin ánimo de ofender.

Esto último me lo dijo con un aire de superioridad que me sublevó. Herida en mi amor propio, me sumergí en un terco silencio. Pero, luego pensé que no me convenía enemistarme con el espíritu y escondiendo mi resentimiento, le pregunté con humildad:

-   ¿Y donde has estado estas semanas en que no he podido escribir ? 

- Me invitaron a un Congreso de escritores difuntos. Pero no creas que lo pasé muy bien. Me encontré con un par de Premios Nobel que me trataron con menosprecio.  ¡ Si hubiera vivido más tiempo habría llegado a ser tan famoso como ellos!

No dije nada, pero en mi fuero interno pensé que se sobre estimaba.  Que su talento solo alcanzaba para poner cuentos en un blog. En mi blog, para ser exactos...

Suspiró, agobiado por la frustración y se levantó para irse. 

-¿ Volverás?- le pregunté ansiosamente.

-Trataré- me respondió dándose importancia. Y sin agregar más, se esfumó en las sombras, dejándome un charco de lluvia sobre el parquet.