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domingo, 26 de mayo de 2019

FINAL DE FIESTA.

Era una fiesta de matrimonio. El club de Campo resplandecía con mil guirnaldas de luces tendidas entre los árboles.
Bajo un ancho toldo, se había distribuido pequeñas mesas adornadas con flores blancas.
Comida exquisita, música, baile...Los novios se veían felices. ¿ No era todo perfecto?
Cuando la gente se empezaba a retirar y los músicos de la orquesta, fatigados, habían hecho un alto, Marina se fijó en un hombre solitario que bebía lentamente en una mesa apartada de la pista.  Se veía pensativo y el bullicio de la fiesta parecía resultarle ajeno.
Marina se acercó a él.
-¿ Te molesta si me siento contigo?  Estoy tan cansada que apenas me tengo en pie.
El hombre la miró con poco entusiasmo, pero se paró cortés y le acercó una silla.
-Quizás sería más conveniente que tratara de conseguir dos tazas de café- sugirió Marina, intentando animarlo.
-Te lo agradecería- respondió él- Sería bueno despabilarse un poco antes de partir...Creo que la fiesta terminó hace rato.
Cuando Marina volvió con el café, le preguntó con franqueza:
-¿ De quién eres amigo?  ¿ Del novio o de la novia?
-De los dos...o de ninguno. ¿ Y tú?
-Yo era la novia de Pablo, antes de que conociera a Silvia.
El pareció sobresaltarse.
-¡ Fíjate qué coincidencia!  Yo era el novio de Silvia, antes de que conociera a Pablo.
En un gesto instintivo, se estrecharon la mano por sobre la mesa.
Empezaba a amanecer y un tinte rosado iba borrando las últimas estrellas.
-¿ Vamos?- preguntó él, tomándola del brazo- ¡ No cabe duda de que la fiesta terminó!




OTOÑO.


domingo, 19 de mayo de 2019

TARDES DE LLUVIA.

Empezó a llover temprano y cuando Carlos salió de su oficina, ya las calles estaban inundadas.
En el paradero de buses vio sentada una joven. Tenía las manos sobre su regazo y miraba caer la lluvia con tranquilidad. Varios buses pasaron sin que hiciera amago de subir a alguno. Como empezaba a anochecer, Carlos se preocupó por ella.
-Disculpa, hace rato que te veo aquí, sola. ¿ Puedo ayudarte en algo?
-No se preocupe- respondió ella, sonriendo- En realidad no estoy aquí. Hay alguien que me está recordando y su recuerdo me sitúa en este paradero.
Carlos pensó que se estaba burlando de él.
-¡ No te entiendo!- le dijo, molesto.
-Es bien simple. Yo soy solo el recuerdo que alguien tiene de mí.  Con la fuerza de su nostalgia me trae a este paradero y solo me quedaré mientras esté pensando en mí.
De repente, su figura empezó a palidecer y a diluirse en las sombras.
-¿ Lo ve?  -preguntó con tristeza- Ya me está apartando de su mente.
Clavó en Carlos unos ojos llenos de pesar y en seguida desapareció.
Carlos se quedó perplejo y pensó que había tenido una visión, o que por un segundo se había dormido y había soñado.  Era tan absurdo el dialogo que acababa de tener, que prefirió olvidarlo.
Después de una semana, volvió a llover y encontró a la joven en el mismo paradero.
-¿ De nuevo te están recordando?- le preguntó con tono irónico.
Ella lo miró serena y le respondió con sencillez, sin hacer caso del tono escéptico de su voz.
-Un día de lluvia, como hoy, nos conocimos en este paradero. Por eso, cuando él piensa en mí, sus recuerdos me traen a este lugar.
-Y ¿ por qué no sale a buscarte, en vez de pensar en ti?
-Porque ya no hay ningún lugar en el que pueda encontrarme.
Carlos se quedó mudo, tratando de entender.
-Sí-continuó ella, sin alterarse- Hacen ya dos años de mi muerte .   Sé que me está olvidando. Lucha por no hacerlo, pero la fuerza de la vida  lo está venciendo. Pronto me borrará de su memoria..
-¡ No digas eso!- exclamó Carlos, conmovido.
-Pero ¿ es que acaso no se fija? ¿ No nota que mi figura se va diluyendo?
Carlos comprobó con dolor que era cierto. El cuerpo de la joven se iba haciendo transparente y a ratos se confundía con las sombras del anochecer.
-Debiera alegrarme saber que ya no sufre- suspiró ella- y sin embargo me duele. Todos los que me quisieron están empezando a olvidarme. Ya nadie me recuerda con suficiente fuerza como para traerme de nuevo al mundo.
Mientras hablaba, su imagen se fue borrando en la lluvia. Lo último que vio Carlos fueron sus ojos, grandes y tristes, que lo miraba desde la penumbra que iba envolviendo la ciudad.

Nunca más volvió a verla y comprendió que ya todos la habían olvidado.


domingo, 12 de mayo de 2019

EL ANGEL DE CLARITA.

A Clarita la habían criado sus tíos y nunca había echado de menos un cariño distinto.
Pero las otras niñas iban al parque con su mamá y a ella la llevaba la tía Luisa.
Después, cuando fue a la escuela y aprendió a leer, la primera palabra que le enseñaron a deletrear fue Mamá.
Le preguntó a su tía si ella era su mamá y si no lo era  ¿por qué ella no tenía una mamá como las otras niñas?
La tuya está en el cielo con los ángeles, le dijo la tía. Pero Clarita notó que su tío Raúl la miraba con un gesto raro, como si no le gustara lo que ella decía.
-Mi mamá ¿ también es un ángel, entonces?
La tía Luisa le dijo que sí y que la cuidaba desde el cielo y esperaba que siempre se portara bien.
Clarita eligió una estrella , la más brillante y pensó que en ella vivía su mamá.
Tenía unas alas blancas y desde un balcón luminoso se asomaba, inclinándose sobre la tierra para mirarla.
-Ella sabe que soy yo ¿ verdad?  ¿ No podría equivocarse y mirar a otra niñita?
- ¡ Claro que no!  Las mamás no se equivocan nunca. Aunque te escondieras en el fondo del mar o en lo más espeso de un bosque, sus ojos te buscarían hasta encontrarte.
Al principio, Clarita se sintió consolada pero después, una carencia nueva se instaló en su corazón.
A veces, sus tíos discutían cosas que ella no entendía. El tío Raúl hablaba de una mujer sin escrúpulos que había abandonado a su hija. La tía Luisa lo hacía callar.
-Tú no puedes juzgarla. No sabes lo que le pasó. Quizás estaba enferma...
Se callaban delante de Clarita. Pero ella se quedaba pensando en quién sería esa mujer y donde estaría la niñita que vivía sin su mamá.
-Mi mamá es un ángel y vive en el cielo- le contó a su mejor amiga, en el patio de la escuela.
La niña pareció impresionada y se quedó mirándola, en silencio. Pero, al salir de clases, se fue de la mano de su mamá. Antes de doblar la esquina, se volvió a mirar a Clarita como diciéndole que, a fin de cuentas, tener una mamá en la tierra era mucho mejor.
Un día llegó a la casa una mujer desconocida.  Clarita estaba en su dormitorio y las escuchó discutir. Terminaron llorando las dos.
-¡ Déjame verla ,al menos!- gritaba la mujer, con la voz quebrada por el llanto.
La niña dejó sus muñecas y se asomó por la baranda de la escala. Vio a una mujer pobre y la encontró muy fea. Quizás había venido a pedir plata. Pero, entonces ¿ por qué la tía Luisa no le daba unas monedas en lugar de empujarla fuera de la casa?
-Debiste pensarlo antes... ¿Después de todos estos años te acuerdas de ella? Perdiste todos tus derechos. Nosotros la criamos y ahora es nuestra.
-¡ No, Luisa!  Ella es mi hijita. No pude venir antes ¡ te lo juro!
Pero la tía Luisa le cerró la puerta en la cara.
Esa noche, Clarita se esforzó por ver en su imaginación al ángel que la miraba desde el cielo. Pero en lugar de la dulce visión, se le presentaba una y otra vez, la figura de la mujer llorando ante la puerta cerrada.
Incapaz de dormir se levantó a mirar por la ventana. Quería buscar en el cielo la estrella , ese palacio dorado donde vivía su mamá.
Pero abajo, en el jardín, vio a la mujer pobre. Estaba parada bajo un árbol, con la mirada fija en las ventanas de la casa.
Al ver a Clarita, lanzó un gemido y le tendió los brazos.
La niña bajó en puntillas la escala y abrió la puerta sin hacer ruido.
Miró a la mujer que antes le había parecido fea. Y ahora la encontró linda, porque vio que la miraba con tanto amor, que su cara parecía iluminada.
-Tú eres mi mamá? - le preguntó, acercándose.
-Sí, Clarita. Soy yo.
-Bajaste del cielo ¿ verdad? Pero ¿ donde dejaste tus alas?
La mujer la rodeó con sus brazos y no le respondió.
-¡ Perdóname por no haber venido antes!
Pero  Clarita ya había olvidado ese " antes" que se llamaba soledad, porque su corazón estaba lleno de ese " ahora" que se llamaba  amor.
Rodeó el cuello de la mujer con sus bracitos  y juntó su mejilla a la  cara mojada de llanto.

En medio de la noche, el árbol del jardín brotó de pronto y se llenó de flores blancas. 


domingo, 5 de mayo de 2019

LAS TRIBULACIONES DE MARCIA.

Cuando el matrimonio de Marcia se rompió, sus amigas le prestaron todo su apoyo.
Mirándola con incredulidad le decían:  ¿ Como Victor pudo hacerte una cosa así?  No va a encontrar una mujer que te haga el peso...¡ Volverá, te lo aseguro!
Pero el tiempo pasó y al ver que Marcia no reaccionaba, se cansaron de escucharla. Al principio la llevaban a tomarse un trago a la salida del trabajo. Allá  iba Marcia, arrastrando los pies y repitiendo su historia   patética, siempre con nuevos detalles.
De a poco dejaron de prestarle atención. Y ella se refugió en sus recuerdos de felicidad al lado de Victor. Olvidaba los desencuentros, las discusiones violentas, el lento tedio que se había ido instalando en su matrimonio. El velo de la nostalgia lo deformaba todo y solo recordaba con nitidez los momentos felices que habían disfrutado.
Sus amigas se fueron alejando y ya nadie le aseguraba que Victor volvería.
Y como ella necesitaba voces comprensivas que la alentaran y oídos pacientes que la escucharan, se le ocurrió pedir una cita con la doctora Gordo.
Pilar Gordo era una psicóloga influyente. Sus libros de Autoayuda siempre estaban en la lista de los más vendidos.
En su consulta, Marcia pudo al fin explayarse en su dolor.
Después de escuchar todos los detalles, la doctora le aseguró con absoluto convencimiento.
-  ¡ Esto pasará!  Victor se encuentra sin duda en la crisis de la mediana edad. Es una mezcla de nervios exacerbados y desequilibrio metabólico. No pierda su confianza en sí misma ni le eche la culpa al desamor.  ¡ Es una crisis pasajera y pronto lo tendrá de vuelta a su lado!
Marcia se sintió reconfortada y se aferró al diagnóstico de la Doctora con fe casi religiosa. Ella le recomendó varios libro suyos que terminaron por restaurarle la confianza en su propia valía y en el amor de Victor.
A la semana siguiente, él la llamó.
Quería pasar por el departamento a hablar con ella, la tarde del Viernes.
Marcia, eufórica, llamó a la Doctora Gordo para darle la buena noticia.
-No pierda la cabeza- le advirtió ella- No lo acepte inmediatamente. Hágalo dudar de su perdón hasta el último momento.  Muéstrese dulce pero distante. Invitadora y al mismo tiempo inaccesible...¡ Ah!  ¡Y manténgalo lejos del dormitorio!  ¡ Nada de flaquear a la primera!
La tarde del Viernes Marcia se arregló como nunca.
- ¡ Qué bien te ves!- le dijo él- ¡ Luces sencillamente espléndida!
-Es raro- respondió ella- porque estoy agotada... ¡No he parado de salir y acostarme tarde todas estas noches!
-Marcia- susurró él, tomándole la mano-  Ya hemos sufrido lo suficiente. ¿ No crees que merecemos un poco de felicidad?
-¡ Sí, Victor! Nunca es tarde para enmendar los errores.
-Pienso igual que tú, Marcia. Tenemos que dejar el pasado atrás y empezar una nueva vida. Lo dos lo merecemos...
Ella lo miraba expectante, con los ojos húmedos, olvidando todos los consejos de la Doctora Gordo.
-Por eso es que he venido a pedirte el divorcio- continuó él- ¿ Para qué quedarnos estancados en el primer fracaso?  Los dos podemos rehacer nuestras vidas ¿ no crees? Yo, por ejemplo, he encontrado a alguien cuando menos lo esperaba. Una mujer muy comprensiva que...
A continuación le explicó los trámites legales que se avecinaban y le agradeció efusivamente su disposición.
Cuando Victor  se hubo ido, Marcia se quedó inmóvil en medio de la habitación. Una rabia tumultuosa empezó a crecer en su pecho, ahogándola.
Se sentía engañada, traicionada en sus delirantes ilusiones. ¿ Y quién tenía la culpa de que ella concibiera falsas esperanzas?

Con creciente furia, marcó el número de la doctora Gordo.