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domingo, 19 de mayo de 2019

TARDES DE LLUVIA.

Empezó a llover temprano y cuando Carlos salió de su oficina, ya las calles estaban inundadas.
En el paradero de buses vio sentada una joven. Tenía las manos sobre su regazo y miraba caer la lluvia con tranquilidad. Varios buses pasaron sin que hiciera amago de subir a alguno. Como empezaba a anochecer, Carlos se preocupó por ella.
-Disculpa, hace rato que te veo aquí, sola. ¿ Puedo ayudarte en algo?
-No se preocupe- respondió ella, sonriendo- En realidad no estoy aquí. Hay alguien que me está recordando y su recuerdo me sitúa en este paradero.
Carlos pensó que se estaba burlando de él.
-¡ No te entiendo!- le dijo, molesto.
-Es bien simple. Yo soy solo el recuerdo que alguien tiene de mí.  Con la fuerza de su nostalgia me trae a este paradero y solo me quedaré mientras esté pensando en mí.
De repente, su figura empezó a palidecer y a diluirse en las sombras.
-¿ Lo ve?  -preguntó con tristeza- Ya me está apartando de su mente.
Clavó en Carlos unos ojos llenos de pesar y en seguida desapareció.
Carlos se quedó perplejo y pensó que había tenido una visión, o que por un segundo se había dormido y había soñado.  Era tan absurdo el dialogo que acababa de tener, que prefirió olvidarlo.
Después de una semana, volvió a llover y encontró a la joven en el mismo paradero.
-¿ De nuevo te están recordando?- le preguntó con tono irónico.
Ella lo miró serena y le respondió con sencillez, sin hacer caso del tono escéptico de su voz.
-Un día de lluvia, como hoy, nos conocimos en este paradero. Por eso, cuando él piensa en mí, sus recuerdos me traen a este lugar.
-Y ¿ por qué no sale a buscarte, en vez de pensar en ti?
-Porque ya no hay ningún lugar en el que pueda encontrarme.
Carlos se quedó mudo, tratando de entender.
-Sí-continuó ella, sin alterarse- Hacen ya dos años de mi muerte .   Sé que me está olvidando. Lucha por no hacerlo, pero la fuerza de la vida  lo está venciendo. Pronto me borrará de su memoria..
-¡ No digas eso!- exclamó Carlos, conmovido.
-Pero ¿ es que acaso no se fija? ¿ No nota que mi figura se va diluyendo?
Carlos comprobó con dolor que era cierto. El cuerpo de la joven se iba haciendo transparente y a ratos se confundía con las sombras del anochecer.
-Debiera alegrarme saber que ya no sufre- suspiró ella- y sin embargo me duele. Todos los que me quisieron están empezando a olvidarme. Ya nadie me recuerda con suficiente fuerza como para traerme de nuevo al mundo.
Mientras hablaba, su imagen se fue borrando en la lluvia. Lo último que vio Carlos fueron sus ojos, grandes y tristes, que lo miraba desde la penumbra que iba envolviendo la ciudad.

Nunca más volvió a verla y comprendió que ya todos la habían olvidado.


1 comentario:

  1. Un triste relato
    ...será eso de verdad que cuando ya nadie te recuerdes es cuando realmente mueres...
    pero somos más que recuerdos, los que tenemos fe y esperanza en el amor divino, allí donde nunca estaremos solos.

    Un abrazo grande.

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