Faltaban tres días para que terminara el año y Olivia como siempre, se sentía melancólica.
Había pasado la Navidad sola, porque su familia vivía de Provincia y ahora se preguntaba qué haría la noche de Año Nuevo. No había recibido todavía ninguna invitación...
Estaba desvelada y ya eran pasadas las doce. Se levantó para ir a la cocina a buscar un vaso de leche y a través de los vidrios de la ventana que daba a la calle, vio un inusitado resplandor azul.
Levantó la cortina y se llevó una sorpresa.
En la casa de enfrente, que había estado largo tiempo vacía, se había instalado una tienda. La luz azul brotaba de un letrero de neón que decía:
" Tienda de medianoche . Artículos no tradicionales. "
¡ Qué raro! Pero, si esa misma tarde había pasado frente a esa casa y había visto la puerta y las ventanas cerradas, como siempre...
El poco sueño que tenía se dicipó como por encanto. Olivia se dijo que ya no quería dormir. ¡ Quería ir a conocer la tienda misteriosa!
Se vistió apurada y cruzó la calle. La luz la envolvió como un halo mágico. No solo brotaba del letrero sino que reinaba dentro de la tienda también. Al fondo, detrás del mesón había una señora vestida de azul, que le sonreía, invitándola a entrar.
-¡ Señora!- exclamó Olivia- ¡ Qué rara es esta tienda que tiene usted, que está abierta a esta hora!
-Es para los que no pueden dormir.
-¿ Acaso vende somníferos?
-¡ Claro que no!- respondió ella, sonriendo- Los que no pueden dormir es porque están tristes o preocupados, y aquí se vende lo que podría calmar su inquietud.
Olivia, intrigada, miró los anaqueles y los vio llenos hasta el techo, de muchos frascos y cajitas envueltas en papel plateado.
-Y tú ¿ por qué no duermes?
-Porque siento en el corazón un vacío que ningún suspiro puede aliviar.
-¿ Y qué te gustaría comprarme?
-Me gustaría comprar Amor.
-No. Aquí no vendemos Amor, porque el Amor depende de otros. Pero, puedo venderte "Amar" que depende exclusivamente de ti. Entiendes la diferencia ¿ verdad?
Olivia quedó pensativa. Siempre había ansiado que la amaran a ella sin preocuparse de dar nada a cambio. Miró dentro de su corazón y vio una casa vacía. Ella misma había mantenido la puerta cerrada sin invitar a nadie a entrar. ¿ A quien amo yo? se preguntó de pronto y no obtuvo respuesta.
La vendedora sacó del anaquel una cajita plateada y se la entregó.
- Tómala. Llévala siempre contigo y no la abras, por ningún motivo. Dentro hay un poderoso talismán, pero no debes mirarlo o su poder se desvanecerá.
-Pero ¡ no tengo dinero!
-No te preocupes. No tienes que pagarlo ahora. La última noche del año puedes venir y me contarás si te ha servido. Todas las mañanas, al empezar el día, lee la palabra que está escrita en la tapa de la cajita . " Amar" , esa es la palabra. ¡ No la olvides!
Toda la semana llevó en su cartera el talismán. Al influjo de su magia, sus ojos resplandecían cálidos y su sonrisa atraía a todos. Fue generosa y amable con personas que antes apenas había mirado y notó cuan agradable era prodigar afecto sin esperar retribución.
Recibió una invitación para una fiesta de fin de año. Se la hizo una compañera a quién se quedó ayudando después del horario de salida. Juntas lograron terminar un pesado trabajo y luego se fueron a tomar un café.
-¡ Antes me habías parecido un poco fría y distante! -le comentó la joven- ¡ Como se nota que no te conocía!
Olivia tocó la cajita plateada en el fondo de su cartera y sonrió sin responder.
Fue una fiesta maravillosa y era muy tarde cuando el hermano de su nueva amiga la fue a dejar a su casa. Olivia recordó que tenía que ir a la tienda a pagar el talismán, pero la vio cerrada y a oscuras.
Nunca más volvió a abrir. Al cabo de una semana, llegaron unos albañiles y empezaron a pintar la fachada de la casa. Otros sacaron algunos escombros del interior y luego trajeron máquinas para pulir el entablado.
Olivia comprendió que ya nunca volvería a ver a la vendedora. Entonces, se atrevió a desenvolver la cajita plateada. Bajo el papel de estaño encontró una caja de cartón corriente. Al abrirla, no se asombró mucho de encontrarla vacía.
Tampoco se sintió decepcionada, porque ya antes había comprendido que el sortilegio de Amar no se encontraba ahí, sino en su propio corazón.