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domingo, 26 de diciembre de 2021

UN CUENTO DE AÑO NUEVO FELIZ.

Faltaban tres días para que terminara el año y Olivia como siempre, se sentía melancólica. 

Había pasado la Navidad sola, porque su familia vivía de Provincia y ahora se preguntaba qué haría la noche de Año Nuevo. No había recibido todavía ninguna invitación...

Estaba desvelada y ya eran pasadas las doce. Se levantó para ir a la cocina a buscar un vaso de leche y a través de los vidrios de la ventana que daba a la calle, vio un inusitado resplandor azul.

Levantó la cortina y se llevó una sorpresa. 

En la casa de enfrente,  que había estado largo tiempo vacía, se había instalado una tienda. La luz azul brotaba de un letrero de neón que decía:

"  Tienda de medianoche .  Artículos no tradicionales. "

¡ Qué raro! Pero, si esa misma tarde había pasado frente a esa casa y había visto la puerta y las ventanas cerradas, como siempre...

El poco sueño que tenía se dicipó como por encanto. Olivia se dijo que ya no quería dormir. ¡ Quería ir a conocer la tienda misteriosa!

Se vistió apurada y cruzó la calle. La luz la envolvió como un halo mágico. No solo brotaba del letrero sino que reinaba dentro de la tienda también. Al fondo, detrás del mesón había una señora vestida de azul, que le sonreía, invitándola a entrar.

-¡ Señora!- exclamó Olivia- ¡ Qué rara es esta tienda que tiene usted, que está abierta a esta hora!

-Es para los que no pueden dormir.

-¿ Acaso vende somníferos?

-¡ Claro que no!- respondió ella, sonriendo- Los que no pueden dormir es porque están tristes o preocupados, y aquí se vende lo que podría calmar su inquietud.

Olivia, intrigada, miró los anaqueles y los vio llenos hasta el techo, de muchos frascos y cajitas envueltas en papel plateado.

-Y tú ¿ por qué no duermes?

-Porque siento en el corazón un vacío que ningún suspiro puede aliviar.

-¿ Y qué te gustaría comprarme?

-Me gustaría comprar Amor.

-No. Aquí no vendemos Amor, porque el Amor depende de otros. Pero, puedo venderte "Amar" que depende exclusivamente de ti.  Entiendes la diferencia ¿ verdad? 

Olivia quedó pensativa. Siempre había ansiado que la amaran a ella sin preocuparse de dar nada a cambio. Miró dentro de su corazón y vio una casa vacía.  Ella misma había mantenido la puerta cerrada sin invitar a nadie a entrar. ¿ A quien amo yo? se preguntó de pronto y no obtuvo respuesta.

La vendedora sacó del anaquel una cajita plateada y se la entregó.

- Tómala. Llévala siempre contigo y no la abras, por ningún motivo. Dentro hay un poderoso talismán, pero no debes mirarlo o su poder se desvanecerá.

-Pero ¡ no tengo dinero!

-No te preocupes. No tienes que pagarlo ahora. La última noche del año puedes venir y me contarás si te ha servido.   Todas las mañanas, al empezar el día, lee la palabra que está escrita en la tapa de la cajita . "  Amar" , esa es la palabra. ¡ No la olvides!

Toda la semana llevó en su cartera el talismán. Al influjo de su magia, sus ojos resplandecían cálidos y su sonrisa atraía a todos.  Fue generosa y amable con personas que antes apenas había mirado y notó cuan agradable era prodigar afecto sin esperar retribución.

Recibió una invitación para una fiesta de fin de año. Se la hizo una compañera a quién se quedó ayudando después del horario de salida.  Juntas lograron  terminar un pesado trabajo y luego se fueron a tomar un café.

-¡ Antes me habías parecido un poco fría y distante!  -le comentó la joven- ¡ Como se nota que no te conocía!

Olivia tocó la cajita plateada en el fondo de su cartera y sonrió sin responder.

Fue una fiesta maravillosa y era muy tarde cuando el hermano de su nueva amiga la fue a dejar a su casa. Olivia recordó que tenía que ir a la tienda a pagar el talismán, pero la vio cerrada y a oscuras.

Nunca más volvió a abrir.  Al cabo de una semana,  llegaron unos albañiles y empezaron a pintar la fachada de la casa. Otros sacaron algunos escombros del interior y luego trajeron máquinas para pulir el entablado.

Olivia comprendió que ya nunca volvería a ver a la vendedora. Entonces, se atrevió a desenvolver la cajita plateada. Bajo el papel de estaño encontró una caja de cartón corriente. Al abrirla, no se asombró mucho de encontrarla vacía.

Tampoco se sintió decepcionada, porque ya antes había comprendido que el sortilegio de Amar no se encontraba ahí, sino en su propio corazón.  





domingo, 19 de diciembre de 2021

UN CUENTO DE NAVIDAD TRISTE.

Marina subió al altillo de la casa en la que siempre había vivido con sus padres, a buscar el árbol de Navidad y los adornos.

Los bajó con cuidado y los llevó al salón.  Notó que al árbol estaba cubierto de polvo y limpió una a una las ramas hasta que recuperaron el verdor. Pero, al abrir la caja donde se guardaban las esferas de vidrio, vio que estaba rotas.

Se acordó con dolor de aquella Nochebuena en que su padre en un arrebato de cólera las había aplastado con el pie.

Estaba ebrio y se enfureció al ver que Marina quería adornar el árbol.

-¡ Aquí ya no hay Navidad!  ¿ Oíste? - le había gritado con rabia y luego se había puesto a llorar, con los hipos entrecortados de un borracho.

Fue unos meses después de que su madre los había abandonado.  Se había ido un día cualquiera, sin decir adios. Marina había vuelto del Liceo y había hallado la casa desierta y el closet vacío, donde antes habían estado sus vestidos.

Fue después de eso que su padre había empezado a beber.

Apartó de su mente esos recuerdos que le hacían daño y adornó el árbol lo mejor posible.

Era Nochebuena y  no quería estar triste. 

Repitiendo los gestos de su infancia ya lejana, preparó un plato de galletas y un vaso de leche, para cuando viniera Santa Klaus.

Se sentó en un sillón, y miró su obra, complacida. Le pareció que volvía al pasado. Que su padre estaría por llegar, cargado de paquetes y que su madre en la cocina, preparaba la cena cantando.

Se adormiló un rato y despertó sobresaltada. Ya eran más de las doce. ¡ Tan tarde!  ¿ Era que entonces Santa Klauss no vendría?

Sus ojos se llenaron de lágrimas y a través de ellas, vio que la puerta se abría suavemente.  Una risa conocida llegó a sus oídos. 

Santa Klauss entró arrastrando los pies y se sentó frente a la mesa servida. Tomó un sorbo de leche y suspiró, complacido.

Luego miró a Marina y le reprochó estar despierta.

-Pero ¡ si ya no soy una niña!  Me imagino que los adultos sí podemos verte...Dime ¿ qué me has traído?

-¡ Ay, Marina!  Lo he repartido todo. No me queda ningún regalo para ti.

La miró compungido y al ver la desilusión en sus ojos, agregó :

- Bueno, no tengo regalos , pero quizás hay algún deseo tuyo que yo podría realizar...

-¡ Ay, Santa Klaus!  ¡ Qué bueno!  ¡ Mi deseo es volver a la Navidad más feliz de mi infancia !

Santa Klaus la tomó de la mano y juntos salieron de la casa. Marina se extrañó al ver que la calle y los edificios habían desaparecido y en su lugar había un tupido bosque, que parecía una muralla infranqueable.

-La mejor Navidad de tu infancia está detrás de ese bosque. Tendrías que atravesarlo, pero está muy oscuro y temo que te vayas a asustar.

-¡ No, no tengo miedo!  Lo atravesaré sin mirar a ningún lado. ¡ Ya verás que pronto llegaré a mi Navidad feliz!

Era cierto que estaba muy oscuro. Los árboles se erguían tan tupidos y tan altos que no dejaban pasar los rayos de la luna. Tejían un techo sobre su cabeza y ni siquiera las estrellas se podían divisar. Pero, siguió caminando esperanzada y a lo lejos creyó ver, al final del bosque, un resplandor dorado.

Echó a correr, pero de pronto perdió pie y se hundió en un agua pantanosa. Sintió que un lodo espeso la tiraba hacia el fondo, como si quisiera tragarla. 

Entonces vio un hombre en la orilla. Estaba sentado bebiendo de una botella y no prestaba atención a sus gritos.

Reconoció a su padre.

-¡ Papá!  ¡ Papá! ¡ Ayúdame, que me hundo!

-  ¿ Quién grita ahí?  No veo nada...

-¡ Soy yo!  Marina, tu hija...  ¡Sácame del agua, que me ahogo! 

 Pero, el borracho dio un último trago a la botella y recostándose en la orilla, se puso a dormir.

El agua siguió envolviendo a Marina y antes de hundirse, miró por última vez el resplandor dorado de aquella Navidad que nunca podría regresar.

Al amanecer, el río de su sueño la arrojó a la orilla y se encontró sentada en la silla, frente a la mesa servida.

El vaso de leche y las galletas permanecían intactas.  ¡No había venido Santa Klaus! 





domingo, 12 de diciembre de 2021

EL DIARIO DE LETICIA.

Hacía años que Rosa escribía un diario, pero ella misma lo hallaba aburrido. Nunca le pasaba nada digno de interés. Todos los días eran iguales, sin que ningún acontecimiento novedoso rompiera su pesada monotonía.

Hasta que decidió inventar que era otra.  Una mujer atractiva, con una profesión interesante. ¿ Y como se llamaría?  ¡ Leticia!  ¡ Siempre le había gustado ese nombre!

Leticia llegaba apurada del trabajo, cada tarde. Se cambiaba ropa, se maquillaba de nuevo y salía a comer con Rodolfo. ¡ Qué novio tan guapo tenía!

Rosa imitaba su peinado frente al espejo. Un rodete en la nuca y unos rizos rebeldes cayendo sobre la frente. Cada día se sentía más en la piel de Leticia y su pobre vida sin brillo ya no le causaba desazón.

Se compró un vestido de terciopelo verde para esa noche mágica en que sospechaba que Rodolfo le pediría matrimonio...Y así fue. El se puso de rodillas y colocó en su dedo un anillo de brillantes. 

Sin embargo, al volver esa noche, Leticia escribió en el diario:

" Voy a casarme con Rodolfo, pero no estoy segura de amarlo"

Rosa se indignó. ¿ Como era posible que despreciara esa oportunidad? ¿ Una oportunidad que ella nunca había tenido?

Empezó a vigilar a Leticia y pronto se dio cuenta de que engañaba a Rodolfo. ¡  Se quitaba el anillo de compromiso para salir con otro!  Rosa estaba espantada de su cinismo...

Una tarde llegó una caja de flores. Para la señorita Leticia, dijo el mensajero.

Traía una tarjeta que decía:  " Esta noche a las nueve iré a buscarte. Te amo. Rodolfo"

¡ Ah, no!  Rosa no permitiría que esa hipócrita se siguiera burlando de un hombre así...

Guardó el diario de vida con llave en el closet y cuando Rodolfo tocó el timbre, fue ella quién salió abrir la puerta.

Él la miró confundido. -Perdone, busco a Leticia.

-Lo siento, ella salió, pero puede pasar a esperarla.

 Se sentaron frente a frente y Rodolfo la miró con curiosidad:

-Ustedes dos se parecen mucho. Se peinan igual...y ese vestido de terciopelo ¿ no lo usaba Leticia el otro día?

Rosa no contestó porque en ese momento empezó a escuchar golpes que venían del dormitorio. ¡ Era Leticia que luchaba por escapar del closet donde estaba encerrado el diario!

Para lograr que Rodolfo se fuera, le espetó de golpe:

-Lo siento. La verdad es que Leticia se ha ido y dijo que no va a volver.

El se puso pálido y se paró para irse. En la puerta, se volvió hacia Rosa y le dijo:

-Vendré otro día, para saber si hay noticias de ella...

Pero, apenas se fue, Rosa sacó el diario de su escondite y lo quemó en la llama de la estufa.

 ¡ No! ¡ Ya no habrían más noticias de esa malvada!

Luego, más tranquila, pensó:    Rodolfo dijo que nos parecemos...Si me sigo peinando igual y usando este vestido, talvez  termine por enamorarse de mí.





domingo, 5 de diciembre de 2021

UN ANGEL EN EL CLOSET.

Había despertado recién, cuando por la ventana de mi dormitorio entró un hombre con una maleta. Llevaba traje y sombrero, que a juzgar por el corte, deberían haber estado de moda en los años treinta.

Se sentó a los pies de mi cama y suspiró aliviado.

Me quedé mirándolo atónita. Creí que todavía estaba durmiendo y que el tipo era parte de un sueño. Pero, al mismo tiempo me llegaban de la cocina los ruidos que hacía mi mamá preparando el desayuno y en ese instante sonó la campanilla de mi despertador. Eran las siete y quince.

El hombre se sacó el sombrero y una cascada de rizos dorados le cayó sobre los hombros. Sospeché entonces que era un ángel.

-Perdón- le dije- ¿ Podrías explicarme....?

-Me escapé del Cielo, eso es todo- respondió con soltura.

-O sea, que de verdad eres un ángel...¿ Y donde están tus alas?

Se quitó la chaqueta y lo que parecía una joroba, resultó ser un un par de resplandecientes  alas blancas se desplegaron con suave rumor.

-Me gustaría saber por qué te escapaste del Cielo. Muchas personas se pasan la vida haciendo méritos  para estar ahí...

-No aguanté más. Hacía tiempo que estaba aburrido. El Cielo no es lo que  la gente cree. Allá no hay penas ni alegrías.  No hay nada. En realidad, el Cielo es una Nada resplandeciente y a Dios no lo vemos nunca.

-¡ No te creo!

-Es verdad. Cada cierto tiempo corría el rumor de que se acercaba. Nos empujábamos unos a otros para llegar a una nube de la cual surgía una música prodigiosa. Era el mismo Mozart el que teocaba...Pero nunca alcanzábamos a verlo. Solo notábamos  una luz y la intuición de algo infinito que no estaba a nuestro alcance... Luego nos decían que ya había pasado.

-¿ Y por eso te fuiste?

-Bueno, no solo por eso. Fue por el vacío de no vivir. ¡ Hasta echaba de menos los sufrimientos de la Tierra!  No quiero esa  serenidad rosada e insípida como postre de hospital. ¡ Yo quiero estar vivo!

-Pero, estás muerto.. ¿no?

-Bueno, eso es relativo. Por ahí anda gente que se cree viva solo porque respira...Ni se va a notar si me mezclo con ellos.

-Pero, en el Cielo notarán tu ausencia.

-Sí, pero entre millones de ángeles, se demorarán un poquito...

-Bueno, está entretenida tu charla- le dije - pero tengo que levantarme para ir al colegio.

Y si no te parece descortés la pregunta ¿ donde piensas quedarte?

-En tu closet estaría bien ¿ no crees?

Me reí por lo bajo al pensar en el susto que se llevaría mi mamá cuando subiera a ordenar mi pieza.... Pero ,cuando volví en la tarde, ella no hizo comentarios y al ángel no lo vi por ninguna parte.

Pensé que se habría devuelto al Cielo, pero al otro día lo encontré sentado en el paradero de buses. Llevaba bien abrochada la chaqueta y el sombrero calado hasta las cejas. A veces, un destello de luz se filtraba bajo el ala. Era un rizo dorado que pugnaba a escapar de su escondite...

-¿ A donde vas ahora?- le pregunté.

-Voy a buscar trabajo. Cuando vivía en la tierra era gásfiter y no he olvidado mi oficio. En esta maleta ando trayendo mis herramientas.

-¿ Y crees que vas a poder quedarte aquí para siempre?

-Ese " Para siempre"  solo existe en el Cielo. Aquí en la tierra, todo es " Mientras".  Esa incertidumbre es lo estimulante que tiene la vida...Así es que me voy a quedar aquí  "mientras" y ojalá que me dure.

Lo ví subir al bus por la puerta trasera. ¡ Claro! Si no tenía plata para pagar su pasaje. Pero, como varios hicieron lo mismo, pasó totalmente inadvertido.

No he vuelto a saber de él.

Pero les advierto. Si en su casa se les rompe alguna cañería y llaman a un gasfiter, fíjense bien. Si se deja puesto el sombrero mientras trabaja y tiene un sospechoso bulto en la chaqueta...¡ Ya saben!  ¡ Es él!  

Pero, disimulen.¡ No le digan que yo les conté...!