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domingo, 19 de diciembre de 2021

UN CUENTO DE NAVIDAD TRISTE.

Marina subió al altillo de la casa en la que siempre había vivido con sus padres, a buscar el árbol de Navidad y los adornos.

Los bajó con cuidado y los llevó al salón.  Notó que al árbol estaba cubierto de polvo y limpió una a una las ramas hasta que recuperaron el verdor. Pero, al abrir la caja donde se guardaban las esferas de vidrio, vio que estaba rotas.

Se acordó con dolor de aquella Nochebuena en que su padre en un arrebato de cólera las había aplastado con el pie.

Estaba ebrio y se enfureció al ver que Marina quería adornar el árbol.

-¡ Aquí ya no hay Navidad!  ¿ Oíste? - le había gritado con rabia y luego se había puesto a llorar, con los hipos entrecortados de un borracho.

Fue unos meses después de que su madre los había abandonado.  Se había ido un día cualquiera, sin decir adios. Marina había vuelto del Liceo y había hallado la casa desierta y el closet vacío, donde antes habían estado sus vestidos.

Fue después de eso que su padre había empezado a beber.

Apartó de su mente esos recuerdos que le hacían daño y adornó el árbol lo mejor posible.

Era Nochebuena y  no quería estar triste. 

Repitiendo los gestos de su infancia ya lejana, preparó un plato de galletas y un vaso de leche, para cuando viniera Santa Klaus.

Se sentó en un sillón, y miró su obra, complacida. Le pareció que volvía al pasado. Que su padre estaría por llegar, cargado de paquetes y que su madre en la cocina, preparaba la cena cantando.

Se adormiló un rato y despertó sobresaltada. Ya eran más de las doce. ¡ Tan tarde!  ¿ Era que entonces Santa Klauss no vendría?

Sus ojos se llenaron de lágrimas y a través de ellas, vio que la puerta se abría suavemente.  Una risa conocida llegó a sus oídos. 

Santa Klauss entró arrastrando los pies y se sentó frente a la mesa servida. Tomó un sorbo de leche y suspiró, complacido.

Luego miró a Marina y le reprochó estar despierta.

-Pero ¡ si ya no soy una niña!  Me imagino que los adultos sí podemos verte...Dime ¿ qué me has traído?

-¡ Ay, Marina!  Lo he repartido todo. No me queda ningún regalo para ti.

La miró compungido y al ver la desilusión en sus ojos, agregó :

- Bueno, no tengo regalos , pero quizás hay algún deseo tuyo que yo podría realizar...

-¡ Ay, Santa Klaus!  ¡ Qué bueno!  ¡ Mi deseo es volver a la Navidad más feliz de mi infancia !

Santa Klaus la tomó de la mano y juntos salieron de la casa. Marina se extrañó al ver que la calle y los edificios habían desaparecido y en su lugar había un tupido bosque, que parecía una muralla infranqueable.

-La mejor Navidad de tu infancia está detrás de ese bosque. Tendrías que atravesarlo, pero está muy oscuro y temo que te vayas a asustar.

-¡ No, no tengo miedo!  Lo atravesaré sin mirar a ningún lado. ¡ Ya verás que pronto llegaré a mi Navidad feliz!

Era cierto que estaba muy oscuro. Los árboles se erguían tan tupidos y tan altos que no dejaban pasar los rayos de la luna. Tejían un techo sobre su cabeza y ni siquiera las estrellas se podían divisar. Pero, siguió caminando esperanzada y a lo lejos creyó ver, al final del bosque, un resplandor dorado.

Echó a correr, pero de pronto perdió pie y se hundió en un agua pantanosa. Sintió que un lodo espeso la tiraba hacia el fondo, como si quisiera tragarla. 

Entonces vio un hombre en la orilla. Estaba sentado bebiendo de una botella y no prestaba atención a sus gritos.

Reconoció a su padre.

-¡ Papá!  ¡ Papá! ¡ Ayúdame, que me hundo!

-  ¿ Quién grita ahí?  No veo nada...

-¡ Soy yo!  Marina, tu hija...  ¡Sácame del agua, que me ahogo! 

 Pero, el borracho dio un último trago a la botella y recostándose en la orilla, se puso a dormir.

El agua siguió envolviendo a Marina y antes de hundirse, miró por última vez el resplandor dorado de aquella Navidad que nunca podría regresar.

Al amanecer, el río de su sueño la arrojó a la orilla y se encontró sentada en la silla, frente a la mesa servida.

El vaso de leche y las galletas permanecían intactas.  ¡No había venido Santa Klaus! 





4 comentarios:

  1. Hola estimada, espero estés muy bien...
    Tristes vidas tienen algunos provocados por otros y eso muchas veces impide a algunos saber salir de ese círculo de dolor ...Más si es provocado por los propios padres,así como estan las cosas y otras que,se avisoran como que,nada bueno se presagia adelante ...como sea al menos tiene ese árbol que ilumina su pobre Navidad.

    Te dejo un abrazo.

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  2. Es en tiempos como estos, en Navidad por ejemplo, que arrecia el ayer... Triste pero real, Lillian, así como lo contás.

    Abrazo de corazón!!

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  3. Gracias estimada por siempre estar
    en estos tiempos complejos el amor no nos suelte de la mano
    que se cumplan siempre en tu familia principalmente
    que junto al nacimiento de nuestro Señor se manifieste
    la fe y esperanza verdadera
    el real regalo a todos nosotros.

    Abrazo
    Bendiciones.

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  4. Felicidad para vos, los tuyos y todos los que vos quieras, Lillian.

    Abrazo de corazón hasta allá!!

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