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domingo, 10 de octubre de 2021

VENGANDO A CELINA.

( Un cuento feminista)


Arrojaba los días por sobre mi hombro, como un puñado de arena.

Sentada en la orilla de la vida, veía pasar los barcos a lo lejos y vigilaba el agua, por si veía venir alguna botella con mensaje. Quizás en otra playa, al otro lado del mundo, alguien miraba el agua como yo. Pero, no podía saberlo.

Hasta que, de golpe, la Casualidad me hizo la más extraordinaria de las ofertas: Vivir una vida que no era la mía.

¿ Como rechazar aquella aventura, que llegaba sin que la buscara, porque yo nunca había tenido el valor de romper por mí misma la monotonía de mi existencia?

Todo empezó una tarde, arriba de un bus que se iba quedando vacío mientras nos acercábamos al terminal.

Yo iba sentada junto a la ventanilla, mirando los colores del atardecer:  violeta, rosado, verde limón..., mientras se iban encendiendo los faroles de las calles.

 Era la hora que más me gustaba, porque señalaba el final del día. La angustia se iba apaciguando y el corazón parecía flotar en un agua mansa, que lo mecía con un vaivén de sosiego.

Muchas tardes tomaba el bus y viajaba hasta el terminal. Luego volvía. Rodeada de tantas caras anónimas, me sentía menos sola.Y el paseo era lo suficientemente largo para dejarme en la esquina de mi casa, cuando ya era de noche.

Esa tarde, iba mirando por la ventanilla, como les contaba, cuando sentí que algo me tiraba desde atrás. Era como una fuerza que me obligaba a mirar al interior del bus. 

Dos asientos más allá, un hombre me miraba fijamente.  Tenía una expresión rara, como alguien que ve a un fantasma y no sabe si salir huyendo, presa de pánico o acercarse y entrar en contacto con el ser querido vuelto desde el Más Allá.

Su lucha pareció cesar de pronto y se levantó del asiento, presa de un violento temblor.

-¡ Celina! -exclamó  emocionado- ¡ Celina!  ¿ Es posible que seas tú?

No, no es posible, pensé para mis adentros, porque me llamo Marta y es la primera vez que te veo.

Pero guardé silencio y lo miré, expectante.

El se sentó a mi lado y tomó mis manos, mirando con devoción cada dedo, cada trozo de piel.

Quise retirarlas, humillada, porque estaba consciente de que se veían ajadas y  ya habían perdido la tersura de la juventud. Pero, él me lo impidió y las apretó contra su pecho, como quién recupera un tesoro perdido hacía mucho tiempo en las profundidades del mar.

-¡ Celina!- repitió- ¡ No sabes cuantos años llevo buscándote!  ¡ A cuanta gente le he preguntado por tí!  Fui varias veces a tu pueblo y siempre recibía la misma respuesta, que te habías ido y nadie sabía a donde...

Mi cerebro trabajaba intensamente, pero no me decidía a sacarlo de su error.  Algo  en sus ojos me retenía y por otra parte, lo insólito de la situación me cautivaba. 

-¿ Como me reconociste después de tanto tiempo?- le pregunté para sonsacarle algo más.

-Pero ¡ si no has cambiado tanto! - suspiró-  ¡Tus ojos son los mismos!  Y ya ves, yo también estoy más viejo...

Guardé silencio, en espera de lo que venía y tal vez asaltada por el recuerdo de un viejo desengaño, solté dos lágrimas que lo dejaron consternado.

-¡ Mi amor!- trató de abrazarme y me resistí con furia- ¡ Ya sé que es difícil que puedas perdonarme!   Actué como un cobarde. Te dejé sola cuando más me  necesitabas. Pero lo he pagado con el dolor de todos estos años y la impotencia de no poder encontrarte para pedirte  perdón...  

Lo dejé hablar porque al escucharlo, se me iba aclarando la situación.  Y la triste historia de Celina empezaba a tomar cuerpo en mi mente.

¡ Así es que la había abandonado y ahora suplicaba que  lo perdonara!

 ¡  Cínico, más que cínico !  -pensé-  El daño que le hiciste a ella me lo hiciste también a mí, porque ahora yo soy Celina y te lo voy a hacer pagar...

-¡ Años me lo pasé llorando, sin poder aceptar tu abandono!- le solté de repente, sorprendida de mí misma- Mientras tú te solazabas junto a la otra, yo estaba sola, prisionera de tu amor. Incapáz de pensar en otro que no fueras tú. Perdí mi juventud añorándote y ahora el espejo me devuelve la imagen de una mujer marchita...

Y largué un sollozo desgarrador que lo dejó consternado.

Con rabia arranqué mis manos de la suyas e hice amago de pararme del asiento, pero él me retuvo.

-¡ Celina!  ¡ No me dejes ahora que te he encontrado!  Estoy tan solo....Mi pasión por esa mujer fue efímera...Y luego, pasé todos estos años buscándote.  ¡ Aún es posible rehacer nuestras vidas!

Volví a sentarme y me quedé en silencio, maquinando el desquite.   

El me miró esperanzado, seguramente vislumbrando la posibilidad de que lo perdonara. Lo dejé que se engañara.

Alcé la cara y le sonreí debilmente, entre mis lágrimas.

Emocionado, volvió a tomarme las manos y suspiró:

-¡ Gracias, querida!  ¡ Gracias por ser tan generosa!

Nos bajamos del bus y llamó a un taxi, para ir a dejarme a mi casa.

Le dí una dirección falsa en ese barrio para mí desconocido. Lo dejé que me acompañara hasta una puerta cualquiera.

-¡ Déjame hasta aquí!  - le pedí en un susurro- No quiero darle que hablar a los vecinos...

-¿ Puedo venir a buscarte mañana? 

- ¡ Sí!  Ven a las seis. Te estaré esperando.

 Me aseguré de que se hubiera alejado lo suficiente y me encaminé al paradero de buses, para volver a mi casa.

Ese noche dormí sin necesidad de somníferos.  Y al cerrar los ojos en la oscuridad, le sonreí a Celina.

¡ Sentí que juntas nos habíamos desquitado!





14 comentarios:

  1. No me extraña que este sola. Podría aprovechar la oportunidad, pero prefiere vengar a otra. No entiendo demasiado el sentido de la sororidad.
    Baoosss, Lillian

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    1. Querido Gabiliante, qué bueno que no te enojaste conmigo por mis comentarios sobre La metamorfosis. Tal vez soné algo pedante. Pero es que me fascina la obra de Kafka.
      En cuanto a la sororidad, me carga igual. Yo creo que Marta, recordando algún abandono personal, se identificó con Celina. Además, no le gustó el tipo, quizás era más feo que el pecado. Por eso no enganchó con la oportunidad, jaja

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  2. Respuestas
    1. Tienes rzón amigo. Este cuento muestra la tremenda soledad de Marta. Quizás ella podría haber seguido fingiendo que era Celina, pero pudo más su rebelión ante el engaño de ese hombre, que a ella le recordada alguna traición personal.

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  3. jajajajjajajajajja Lilly!!! Bueno en verdad no me considero feminista pensé que iba a tener peor desenlace !!! Fue leve dentro de todo.. Buen relato, tu siempre sorprendiendo!!

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  4. Me encantó sobretodo la prosa poética que lograste, Lillian, se destaca junto a tu habitual manejo del suspense con imaginación...

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  5. Reconheço o valor do enredo, mas penso que vale sempre a pena mostrar compreensão por quem está, de facto, arrependido dos seus atos negativos.
    Abraço amigo.
    Juvenal Nunes

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    1. Juvenal, tienes razón, Marta estaba llena de rencor por pasados desengaños y encontró en esta ocasión una forma de vengarse. Nunca las cosas son como parecen y ella quizás debió conocer más a fondo la historia de ese hombre.

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  6. Bueno , esta mujer como es de cuadrada , estoy segura que ya le vendrá el arrepentimiento...haciendo justicia amorosa , también creo que más por ella que una desconocida, seguro que se venga de su propio desamor...y busca al fin la manera de vengarse...porque así vista la situación, el que ha vivido torturado por su mal proceder ha sido el hombre y que seguirá tras los pasos de alguien que quizás ni lo recuerde como tal...

    Bueno tu relato

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  7. Tienes razón, Meulén. La protagonista elige a Celina como la protagonista de su desquite, pero en el fondo, son sus viejos rencores los que se ven apaciguados.

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