Ruth amaba a los cisnes que poblaban la laguna. Cada tarde, al salir del Liceo, atravesaba corriendo el bosque y se acercaba a la ribera. Ahí estaba la bandada, reposando quietamente sobre el agua. Parecían copos de nieve o flores blancas que alguien hubiera esparcido sobre las ondas.
Al verla llegar, la saludaban con un suave rumor de alas. Ruth sabía que los cisnes son mudos y se dice que solo cantan antes de morir.
Había uno en especial, que se apartaba de la bandada para salir a su encuentro. La blancura de su plumaje contrastaba con el color de su cuello, negro como el azabache. Nadaba hacia ella majestuosamente y apoyaba su cabeza sobre el hombro de Ruth.
Sus ojos brillaban, como queriendo decirle algo y ella se imaginaba que era una forma de
declararle su amor.
-¡ Soy la novia de un cisne!- pensaba - Un día me convertiré en cisne también y volaré con ellos, lejos de aquí.
Pero una Industria se había instalado en las cercanías y pronto se vio que estaba contaminando las aguas de la laguna. Se extinguieron las algas de las cuales se alimentaban los cisnes y algunos empezaron a morir.
La niña lloró desconsolada cuando una tarde divisó dos cuerpos blancos inertes sobre la arena de la ribera.
El cisne que era su amigo, salió a su encuentro nadando lentamente y apoyó la cabeza en su hombro. Ruth comprendió que le decía adios. Después de un momento de muda comunión, se apartó de ella y se unió a la bandada. Ruth los vio enmprender el vuelo para no volver.
La niña regresó a su casa muy triste y al cabo de una semana, empezó a decaer. Sentía dolores en los huesos y en su espalda, una rigidez extraña que no la dejaba dormir.
La llevaron a una clinica, donde la examinaron varios médicos que ordenaron una multitud de exámenes.
Al ver los resultados, movieron la cabeza con desaliento.
A Ruth la tranquilizaron diciéndole que no estaba enferma, que eran los dolores propios del crecimiento. Pero, a sus padres les dijeron la verdad sin tapujos:
- Su hija tiene una enfermedad a los huesos, muy extendida ya. A estas alturas, solo podemos indicar cuidados paliativos.
Tres veces al día su mamá le daba unas pastillas con un vaso de leche. Los dolores se calmaron, pero un bulto en su espalda parecía crecer.
Una noche, Ruth se quitó el piyama y palpó su espalda, intrigada. De pronto, creyó tener la respuesta al enigma: ¡ le estaban creciendo alas!
-¡ Me estoy convirtiendo en un cisne! - exclamó maravillada- Debo guardar el secreto y no volver a quejarme más.
-Creen que estoy enferma- reflexionó- Pero, es solo el prodigio de mi transformación. ¡ Pronto podré volar para reunirme con mis amigos !
Pasó el tiempo y Ruth, sobrecogida ante el milagro que se avecinaba, no notaba como se iba debilitando y como su cuerpo adelgazaba ostenciblemente.
Sus padres la miraban abatidos y su madre lloraba a escondidas. Ambos se sentían impotentes ante el avance de la enfermedad.
Una noche, Ruth sintió más que nunca la presión en su espalda. Escondida en su dormitorio, se quitó la blusa y vio que dos alas blancas prendidas a sus hombros se extendían con un sueve rumor. Resplandecieron en la penumbra, como si la luz de una estrella hubiera entrado a la habitación.
Al mismo tiempo, escuchó uno golpecitos leves en el vidrio de la ventana. La abrió y con júbilo vio que el cisne había venido a buscarla.
El la miraba en silencio, pero sus ojos brillantes parecían decirle:
-LLegó la hora. ¡ Por fin eres uno de los nuestros!
Ruth extendió sus alas y juntos emprendieron el vuelo. La noche caía sobre la tierra y miles de estrellas los envolvieron en su suave fulgor.
A la mañana siguiente, los padres de Ruth la encontraron inerte en su cama.
Cogidos de la mano lloraron sin consuelo. Pero, luego, al advertir que una sonrisa había quedado impresa en sus labios, se consolaron pensando que había volado a un mundo mejor.
Hola amiga
ResponderEliminarEspero en primer lugar estés muy bien, yo por mi sur de fríos y soles tibios viviendo la primavera algo esquiva.
Tu relato me recuerda unos cisnes blancos de una laguna artificial que conocí por el sur , en Villarrica , pero que al fin creo desaparecieron o se los cazaron, pero al verlos nadar sentía una gran curiosidad y eran amigables, se acercaban a uno, me gustan las aves de agua ,en especial los patos.
Que lindo escrito, aunque triste para los padres , pero ella en si inocencia pudo ver más allá y saber que la muerte al fin es un paso a otra mejor vida.
Te dejo un gran abrazote.
Maravillosa metáfora se desprende de tu historia, Lillian...
ResponderEliminarAbrazo grande.
me gusta como escribes en silencios que yo escucho
ResponderEliminarGracias, amiga Recomenzar. es para mí una alegría recibir tu visita en mi blog.
EliminarFelizmente que esses cisnes migraram a tempo de evitar o extermínio pela poluição.
ResponderEliminarPensei que a menina pudesse ter surgido como ambientalista, mas a história evolui para um lado fantástico, que não explora essa possibilidade.
Nem todas podem ser a Greta Thunberg.
Abraço amigo.
Juvenal Nunes
Juvenal, para serte sincera, me carga la Greta Thunberg. es como una bruja chica. mejor es que vaya al colegio, porque la fama es efímera, ya lo va a comprobar. Mi cuento tiende a lo fantástico. Tengo una manía por salir de la realidad prosaica.
EliminarLos escritos de mi amiga escrfiora son muy originales,en ellos se pueden se pueden v er el cariño que tu tienes a la literatura.
ResponderEliminarGracias, mi Juanito poeta, dueño de las mejores fotografías. Tú siempre tan amable y exagerado.
EliminarMe ha gustado mucho este relato. Si hubieras omitido los dos últimos párrafos también me hubiera gustado igual.
ResponderEliminarMe encanto :"soy la novia de un cisne" y también llamar "rumor" al breve aleteo de las alas
Besoss Lillian
Tienes razón amigo inteligente. habría quedado mejor como una fantasía hermosa. Pero preferí ponerle un final realista, para hacer coincidir ese vuelo fantástico con la muerte de la niña.
ResponderEliminarTu sentimientos como poeta salen en ese comentario.
ResponderEliminarBonita historia. Merecía ser leída. Te sigo y me quedo. Saludos
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