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domingo, 30 de mayo de 2021

DOS VIDAS.

-¡ Qué oficio tan ingrato es el mío!-  rezongaba la Muerte, mientras subía a un autobus.

El hombre que aparecía en su lista vivía en los suburbios y a esa hora de la noche, ya le dolían los pies.

Al subir a la pisadera, le crujieron los huesos y sintió un dolor agudo en la cintura, como si le clavaran un cuchillo en los riñones.

-Es el peso de los siglos- suspiró, apesadumbrada-¿ Cuando me podré jubilar?

Pensó con rencor en su hermana, la Vida. siempre tan joven y rozagante. Tenían la misma edad, pero, mientras la Muerte envejecía, su hermana parecía rejuvenecer con cada nacimiento que se producía en la tierra. 

-¿Por qué me tocó a mí este destino?- se condolía- Todos me odian y procuran escapar de mí, mientras que a ella la aman y lo único que ansían es conservarla....

Rumiando su amargura, se pasó de largo por la esquina en que debía bajarse. Luego de retroceder varias cuadras, llegó por fin a la casa de Juan. Así se llamaba el mortal que encabezaba su lista.

Repasó los datos que aparecían a continuación:    Sexo masculino. Edad treinta años. Causa del fallecimiento: ataque cardíaco.

- ¡Vaya!  ¡ Pobre! Tan joven aún...pensó con lástima fría, aunque su corazón estaba encallecido y era difícil que algo llegara a conmoverlo.

Cuando Juan la vio entrar, adivinó de inmediato quién era.

-Por favor ¡ te lo ruego! Concédeme un día más...

-¿ Y para qué quieres un día más? ¿Crees que en veinticuatro horas va a cambiar tu destino?

-¡ Sí!  Porque estoy seguro de que ella vendrá. Le escribí diciéndole que estoy enfermo y que necesito verla una vez más...Moriré feliz si antes puedo pedirle perdón por mi abandono.

- ¡Bah!- se burló la Muerte, despectiva- Aquí tenemos un caso de verdadero amor...¡ Hacía tiempo que no veía uno! 

-¡ Por favor!  -le suplicó Juan- Ven pasado mañana, cuando ya la haya visto y te juro que me iré contigo sin quejas.

Si esto hubiera ocurrido más temprano, la Muerte no habría tenido piedad, pero a esa hora de la noche estaba muy cansada y no le quedaban fuerzas para discutir.

-Está bien- le respondió con voz dura- Hoy es Martes. te doy hasta el jueves a medio día y ni un minuto más.

Salió arrastrando los pies y consultó su lista. El siguiente era un nombre de mujer:   María. Veinticinco años. Causa de muerte: atropeyo en la vía pública.

Por la dirección, constató que vivía en una ciudad más o menos alejada y decidió irse en tren para dormir un rato.

Llegó al amanecer, reanimada por unas horas de buen sueño y se dirigió de inmediato a la casa de María.

La encontró preparando una maleta.  Al verla entrar, la joven palideció y se afirmó en el borde de la mesa.

-¿ Por qué vienes a buscarme?  No estoy enferma...

-No es parte de mi trabajo el darte explicaciones.

-  Tienes razón,perdóname...Pero, te ruego que me concedas un día más.

-Y ¿para qué, si puede saberse?  ¿ Qué es lo tan urgente que tienes que hacer?

-Tengo que ver a alguien... ¡Está enfermo y me ha rogado que vaya!  Quiero que sepa que ya lo perdoné y que lo sigo amando, igual que antes.

- ¿ Otra  más?  ¿ Será entonces que el amor existe todavía?  Nadie lo creería, viendo como marcha el mundo...

-Está bien-concedió la Muerte- Te doy hasta mañana, pero ni un día más, mira que mi tiempo es valioso y no estoy acostumbrada a conceder prórrogas...

A esas alturas, le pareció demasiado grande la coincidencia y la siguió con sigilo. Cuando la vio subir a un tren, fue tras ella y se acomodó al fondo del vagón. 

 Cuando María bajó en una estación, la Muerte bajó pegada a sus talones, como si fuera su sombra. Tal como lo sospechaba,  se encontró en el mismo pueblo y en el mismo barrio a donde había estado la noche anterior.

María caminaba apresurada, casi corriendo, ansiosa por llegar pronto a su destino.

Cruzó la calle sin mirar y un automóvil que viajaba a gran velocidad, se precipitó sobre ella.

La Muerte, sin saber lo que hacía, la sujetó del vestido y la arrastró a la verda.

-Pero ¿ qué he hecho?  Yo, la Muerte, he salvado una vida...¿ Qué me pasa?  ¿ Es que ya estoy  senil?

Al mirar su lista, donde antes decía que María moriría atropellada, vio que su nombre se había borrado.

Sin sorprenderse, la vio tocar el timbre en la casa de Juan. Se abrió la puerta y un grito y un suspiro resonaron en la calle desierta. Entraron abrazados y ya no los vio más.

-Bueno, es verdad que el amor existe- murmuró entre desdeñosa y contenta. Y para asumir completo su fracaso, borró también de su lista el nombre de Juan.





6 comentarios:

  1. Que bien, que hasta la muerte pueda comprender lo del amor...
    Bueno ella sabe , que al final será derrotada definitivamente , por el gran amor de Dios hacia sus hijos e hijas...

    Abrazos.

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  2. A pesar de mis decadencias,mis imaginaciones me ayudan a ...

    Tu posees ese encanto que nunca podre alcanzar

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  3. A la muerte la destinaron para hacer el trabajo sucio. Triste vida le ha tocado en suerte...

    Abrazo!!

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  4. Que bueno lo que haz escrito,
    el amor a Dios es así, solo con
    amor vencerá el mundo.

    besitos dulces

    Siby

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  5. La cultura siempre esta presen en tus comentarios.

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  6. Disfrutemos de esta vida aunque a nuestras edades nos hace pensar mas de un a vez en ella,mi no creencias en mitos la espero con mas naturalidad

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