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domingo, 16 de mayo de 2021

EL FANTASMA QUE LEIA.

Marcos, muchacho provinciano,  había quedado aceptado en una prestigiosa Universidad de la capital.  El problema del alojamiento lo solucionó su mamá : tenía allá  una amiga viuda que recibía pensionistas.

Así fue como una tarde, cargado con su maleta, Marcos tocó el timbre en una casa antigua en un barrio periférico.

Le abrió una señora gordita que se notaba que vivía sola,porque de inmediato se largó a hablar, como si le hubieran quitado una mordaza.

-¡ Pasa, Marcos!  Estoy encantada de tenerte aquí...

Y parloteando sin descanso, lo condujo a un dormitorio pequeño, con una cama y un velador. El resto del espacio lo ocupaba un librero que cubría casi toda una muralla.

Pablo se puso a revisar los libros. Estaban llenos de polvo, evidenciando que nadie los había leído en años. El nombre de la dueña se repetía en las primeras hojas : Edelmira.

Esa noche se durmió en seguida, cansado por el viaje.  Pero al amanecer lo despertó una sensación extraña. ¡ Había alguien más en la habitación!

Se sentó en la cama y asombrado, vio que junto al librero estaba parada una mujer. Sus formas se distinguían apenas, como si estuviera formada de vapor o de niebla.

A Marcos se le erizó el pelo de la nuca al comprender que se trataba de un fantasma. 

Lanzó una exclamación de espanto y entonces, el fantasma se volvió hacia él y le señaló el librero con un gesto imperioso de su mano.

-¿ Qué quiere?- logró articular Pablo, con un hilo de voz.

Ella no respondió y siguió señalando el librero.

-¿ Quiere que le lea algo?- le preguntó Marcos, ya más envalentonado- ¿ Se quedó en la mitad de una novela y quiere saber el final? 

Ella negó violentamente con la cabeza. Se notaba furiosa al no ser comprendida. Le dio una última mirada de frustración y desapareció.

Pablo no pudo volver a dormirse. Le dolía la cabeza. Trató de creer que todo había sido un sueño, pero estaba bien seguro de que la visita del espíritu   había sido real.

A la hora del desayuno, no pudo evitar contarle su aventura a la dueña de la pensión.

A medida que lo escuchaba, la señora se iba tornando más pálida.

-¡ Oh!  ¡ Es mi hermana Edelmira!  Murió hace muchos años...

-¿ Y qué cree usted que pide?

Ella se quedó pensativa unos minutos y luego exclamó:

-¡ Ya sé!  ¡ Es la carta!

Marcos la miró interrogante y la señora le explicó que Edelmira tenía un novio estudiando  en el extranjero y que días antes de morir, le había escrito una carta.

-¡ Me pidió que la llevara al correo!   Yo la puse entre las páginas de un libro y después, con el dolor de su partida y los meses de duelo, la olvidé...¡ Ahí tiene que estar todavía!

Junos fueron al dormitorio de Marcos y vaciaron sobre la cama todos los libros del mueble. Se levantó una nube de polvo y hasta una cucaracha salió de entre las páginas de una novela de Kafka...

Al fin, la encontraron.

-Y ¿qué hacemos ahora? - preguntó Marcos.

-Buscar al destinatario, creo yo- reflexionó la gordita con un suspiro hondo-  Edelmira no

 podrá descansar mientras él no reciba la carta.

-¿ Y ese señor  habrá vuelto ya del extranjero?

-  Han pasado más de veinte años- suspiró la señora - Tuvo tiempo de sobra para hacerlo.

En el sobre estaba la dirección y Marcos se ofreció a investigar.

Su búsqueda lo llevó a una casa antigua, en las afueras de la ciudad.

Tocó el timbre y le abrió una mujer madura, con cara de pocos amigos.

-¿ A quién busca?- le preguntó con acritud.

-Busco a don Emeterio Quiñones.

-Y ¿ para qué lo quiere, si se puede saber?

-Le traigo una carta de Edelmira...

-¿ De esa ingrata, vampiresa, mala pécora?  ¿ Y ahora se acuerda de escribir?  Mi pobre hermano murió esperando una carta suya.

Y le cerró la puerta en la cara, sin tomar el sobre que Marcos le tendía.

Ël pensó que no le quedaba más que ir al cementerio.

Allá le dieron las señas de la tumba de Emeterio.

Estaba en un rincón del camposanto, bajo las ramas de un ciprés que le prestaba su sombra.

Marcos dejó la carta sobre la lápida y se alejó, pensando que había cumplido su misión.

Había caminado unos pasos, cuando un ruido leve lo hizo mirar atrás.

Vio como la loza se deslizaba hacia un lado y una mano larga y neblinosa se apoderaba de la carta y se la llevaba a la profundidad de la tumba.

Esta vez no se asustó. Pero, salió rápido del cementerio. La verdad es que a esas alturas,  los enredos de fantasmas ya lo tenían harto.  





4 comentarios:

  1. Saludos Lilian
    me parece algo conocido este relato, de algún cuento tuyo anterior...pero genial
    hay cosas que se dejan a media y peor aun si lo que debíamos hacer depende de otros.
    Al menos en esta historia tendrán su final al fin.

    Buena semana que viene!

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  2. Gran relato, Lillian. Te superas cada vez...

    Abrazo hasta allá.

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  3. Que buen relato!!! A veces hay que creer que cuando quedan cosas pendientes podrian suceder! Me mato de amor la artida del señor esperando una carta que nunca llego! Un abrazo grande Lillian!

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  4. Hola amiga
    Espero estés muy bien
    Paso a dejarte mi saludo y agradecer siempre tu paso por.mis escritos
    Y si el ultimo poema es referido a mi.madre ...creo fue por el.año 2011 su data en uno de los viajes a mi casa , mirando los ciruelos floreciendo...

    Abrazos.

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