Yo
estudiaba en un Liceo mixto y al curso de mi hermana menor, había llegado una
niña que me traía loco.
Era
bajita y tenía unas cuantas pecas en la punta de la nariz. Mientras otras se
planchaban el pelo o se rapaban un lado de la cabeza, ella se hacía unos chapes
anacrónicos, como niñita de orfanato.
Me
gustaba mucho, pero mantenía en secreto mi interés, porque sospechaba que de
enterarse, mis compañeros me iban a hacer burla. En los recreos, se me iba los
ojos a buscarla por el patio y siempre la veía sola, leyendo un libro bajo un
árbol.
Fingiendo
desinterés, le comenté a mi hermana:
-Tienes
una compañera nueva...
-¡
Sí! Es del campo y le decimos " la
huasa". ¡ Es más fome!...Se lo pasa
leyendo...
No me
atreví a preguntarle el nombre y decidí averiguarlo yo mismo, a como diera
lugar.
Armándome
de valor, me atreví a acercarme a ella en el patio.
-¡
Hola! - apenas me salía la voz, pero me fingí canchero- ¿ Como te
llamas?
-Ana
Belí.
-¡
Ana Belí! ¡ Qué nombre tan original!
-Sí,
me lo puso mi papá, por un poema que él conoce. Que trata de una niña que vivía
en un reino junto al mar.
Comprendí
que se refería a Anabel Lee, el poema de Edgar Alan Poe, pero no le dije nada,
para no poner en entredicho los conocimientos literarios de su papá.
En
eso, sonó la campana y ella se despidió con una sonrisa. Yo me quedé como un tonto, repitiendo su nombre: Ana
Belí.
Me encantaba, porque rimaba con "
alelí" , "te quiero a
ti" y " me gustas desde que te vi".
Me pasé el resto del año, mirándola de lejos, consciente de que ella también me miraba, pero sin atreverme a acercarme, mitad por timidez y mitad por miedo a las burlas de mis compañeros.
Me pasé el resto del año, mirándola de lejos, consciente de que ella también me miraba, pero sin atreverme a acercarme, mitad por timidez y mitad por miedo a las burlas de mis compañeros.
Pero,
a fin de año hubo una kermes con baile.
A mi hermana, la mamá la mandó a cambiarse, porque quería ir con medias
de malla negra y una mini del ancho de un cinturón...Yo fui con ella,
haciéndome el desganado, pero dispuesto a encontrar a mi amada y acortar las
distancias, de una vez por todas.
¡Al fin la divisé! Llevaba un vestido azul y una flor prendida
en el escote. Se había soltado los chapes y el pelo castaño se le rizaba a los
lados de la cara. Las pecas se veían como un polvillo dorado y a mí se me
ocurrió que era como polen en los pétalos de una flor.
Logré
bailar con ella tres veces y aproveché de preguntarle donde iba a pasar las
vacaciones.
- Me
voy a mi casa, a Talcarehue.
-¿ Y
donde queda eso?
-Por
San Fernando, cerca del río
Tinguiririca.
A mí,
todos esos lugares me sonaban a realismo mágico y no me hubiera extrañado que
me dijera que su casa quedaba en las afueras de Macondo.
Se
acabaron las clases y no la vi más. Pero, el verano se me hacía eterno y decidí
ir a buscarla.
Tomé
un bus hasta San Fernando y en el paradero pregunté por Talcarehue.
- No
hay locomoción hasta allá - me informó el chofer- pero puede irse a pie, porque
es cerquita...
Partí
confiado, pero por más que andaba, no llegaba nunca.
Empezó
a anochecer y el campo estalló en un concierto de sapos y de grillos. Al rato
apareció la luna, grande y dorada, rodando por los cerros como una rueda
desprendida de alguna carreta.
¿ Me
habría equivocado en algún cruce? Pensé
que el chofer, al verme cara de santiaguino, se había reído de mí.
Pero
escuché rumor de voces y vi luz entre unos matorrales. Había una fogata y alrededor de ella, tomaban
café unos baqueanos.
-¿ Se
perdió, patrón?-me preguntó uno- Arrímese p'acá que se puso fresca la noche.
-¿ A
donde va a estas horas?- me preguntó un huaso canoso, que parecía mandar en el
grupo.
-Voy
a Talcarehue- dije yo, esperando escuchar un coro de risas.
-¡
Nosotros también vamos p'allá! Pero será
mañana. Ahora estamos muy cansados.
Fuimos al cerro a arriar las reces y se nos vino la noche encima.
El
canoso me pasó una manta y me indicó que me acercara al fuego.
-¡
Echese una dormidita y verá que pronto amanece!
-Oiga,
on Hilario- exclamó uno de los hombres- ¿ Por qué no nos recita pa acortar la
noche? Esa poesía tan re bonita que
declama siempre...
-¿ Te
refieres a Ana Belí? -preguntó
complacido y sin esperar que lo rogaran, empezó a recitar:
-Hace
mucho, mucho tiempo, en un reino junto
al mar...
Yo,
en la oscuridad, sonreí tranquilo. ¡
Ahora estaba seguro de que iba bien encaminado!
Pero, antes de quedarme dormido, pensé en como le iba a decir a Don
Hilario, al otro día, que iba a Talcarehue a ver a su hija....
QUe ternura de cuento!!
ResponderEliminarme sonreí al final...pobrecillo , pero ya ves lo que hace el amor...
me recordé semejante hazaña que me pasó ...viajando al campo quedé en la penumbra , nunca olvido ese pasaje espeluznante que viví, pero logré llegar a destino en medio de la noche entre ladridos de perros y luces extrañas...