Era
un atardecer de niebla. Delia se dirigía
en tren a pasar unos días en casa de sus padres.
No
supo qué la motivó a bajarse dos estaciones antes. Quería caminar, no tenía apuro...O bien
quería saborear su soledad antes de llegar a su destino.
Se
adentró en un pueblo de casas bajas. No se encontró con nadie, pero al final de
la calle, vio el anuncio de un hotel que se divisaba desvaído entre las
sombras.
Un
anciano tras el mesón mostró un gesto de
sorpresa al verla entrar con su maleta. ¡ El tren había depositado al fin a un
pasajero en el andén intransitado de la estación!
Al otro
día, despertó temprano. Una luz lechosa se filtraba por los visillos de la
ventana. La niebla aún no se disipaba y un rumor de agua le indicó que el
pueblo se alzaba a orillas de un río.
Se
levantó y arropada en su abrigo salió a la calle. No se encontró con nadie en
el vestíbulo del hotel, pero desde la cocina le llegó un ruido de vajilla
mañanera. Alguien preparaba el desayuno del único pasajero. ¡ Ella!
Caminó
hasta la orilla del río y vio que era manso y tranquilo. El agua lamía la
orilla y su rumor le pareció una voz sedante que musitaba palabras de consuelo.
Vio
un puente y empezó a cruzarlo aunque la niebla no dejaba ver el otro
extremo. Una ancha grieta le impidió
seguir avanzando. ¿ Por qué estaría roto sin que nadie se hubiera preocupado de
reconstruirlo? ¿ Qué pueblo desconocido
habría al otro lado?
La
niebla se levantó de pronto, como un manto de gasa que se descorre. Un pálido
sol iluminó el paisaje y comprobó que desde el otro extremo del puente, un
joven avanzaba hacia ella.
Llegó
hasta el borde de la grieta que los separaba y desde ahí la contempló en
silencio.
Sorprendida,
Delia creyó reconocer en él a un hombre que había amado hacía veinte años.
Pero, no podía ser él...¿ Sería su hijo acaso?
Se parecía tanto...
-¡
Buenos días!- la saludó él, agitando la mano.
-¡
Buenos días!- balbuceó Delia- Perdona mi sorpresa, pero te pareces mucho a
alguien que conocí hace tiempo.
-¿
Algún enamorado?- preguntó el joven, queriendo halagarla.
-Sí,
era pintor y se llamaba René.
El la
miró perplejo y luego dijo: Yo me llamo
René y soy pintor. ¿ Nos hemos conocido en alguna parte?
Delia
enmudeció. Miró el puente roto y el río, que muy abajo se deslizaba murmurando
en la hondura.
Comprendió
que frente a ella estaba el Pasado, separado por una ancha grieta infranqueable
y que el muchacho que la miraba desde el borde era el mismo que había amado
hacía mucho tiempo.
-Es
solo una coincidencia- murmuró con tristeza- ¿ De donde podrías conocerme si
soy tan mayor que tú?
-Sin
embargo, su voz me parece conocida- respondió él- Y se parece a una niña que
conocí en un baile.
-¿ Y
has seguido viéndola?
-No,
porque me dejó y se casó con otro.
-¿ Y
supiste de ella, después?
-Sí.
Supe que fue muy desdichada.
Delia
enmudeció y un nudo de llanto se apretó en su garganta. Cuando pudo hablar, se
despidió brevemente.
-Me
voy, René. Hace frío y tengo que volver al pueblo para tomar un tren...
Se
subió el cuello del abrigo e inclinó la cabeza para evitar las agujas de hielo
que el viento le clavaba en la cara.
Empezó
a desandar su recorrido por el puente, pero se volvió a mirar al joven por
última vez. Vio que ya la había olvidado y estaba ocupado en armar un caballete
para ponerse a pintar.
Regresó
al hotel que aún permanecía silencioso. Se quitó el abrigo y se echó sobre la
cama.
No
supo cuanto tiempo había dormido. La despertó el sonido de la campanilla que la
llamaba a desayunar en el comedor.
Passando para regar nossa amizade,
ResponderEliminarque mesmo sendo virtual é muito importante.
Pouco importa saber
em que parte do mundo
nossos amigos se encontram,
se podemos sentir na alma
que dentro de nós e dentro deles,
há um espaço reservado que nada mais
poderá preencher. Talvez por serem tão raras,
amizades verdadeiras são
como tesouros preciosos
que devemos tentar
manter a vida toda.
feliz domingo
Abraços da amiga Lourdes Duarte
Parabéns aos pais pelo seu dia!
Te vuelvo a felicitar por tus relatos,cada vez esos cuentos parecen sacados de una mente muy creativa que nos tiene mucho que decir para que tus seguidores difruten al leerlos
ResponderEliminarQue buena forma de sostener una historia , que bien se puede apreciar esa vida que erró en su elección y que debe asumir sus consecuencias , lo que ya fue nunca volverá...aunque a veces se desee con anhelo y de corazón.
ResponderEliminarPero , ya sabe que adonde dirige sus pasos mada encontrará...
el sueño le reveló esa verdad.
Al menos tendrá paz.
Dejarte un gran abrazo...por aquí al dur mucho frío , pero algo de sol nos llega a ratos....
EliminarLindo finde...
Abrazos.
Gracias, Meulen. NO sabes como aprecio tus atinados comentarios. Me dan ganas de seguir publicando.
ResponderEliminarQuerida Meulén, el cuento del puente es bastante autobiográfico. Con los años, volví a ver a ese pintor, pero entendí que tampoco habría sido feliz con él...Pero, siempre me quedó esa nostalgia.
ResponderEliminarAsí sucede a veces estimada...
EliminarPero lo importante es sentirse satisfecha de lo que ha logrado en la vida...la felicidad es algo que siempre ha estado en uno mismo.
besos.
Lillian,
ResponderEliminarMuy interesante narrativa.
Realmente disfruté leyendo sus escritos más antiguos, ya que soy periodista y creo que se puede escribir literatura de buena calidad a cualquier edad.
Empecé a seguir tu blog.
¡Hasta la próxima!