Julio
estaba inquieto por un sueño que había tenido la noche anterior.
Había
visto a una mujer desconocida que lo esperaba en la puerta de su casa. Era alta
y pálida. Tenía un largo pelo oscuro y llevaba una vestidura extraña, como una túnica.
Despertó
con la seguridad de que se trataba de la Muerte que venía a buscarlo.
Pensó
que era un aviso. Y que iba a morir solo, en medio de los escombros de su vida
vacía. Alicia, su mujer había muerto hacía unos años y Renato, su único hijo,
se había ido a vivir a Italia con su mujer y no tenía planes de regreso.
Pasó
una mala noche y en el agitado duerme vela del amanecer, se acordó de
Margarita.
Aquella
novia que lo había abandonado para casarse con otro...Le había guardado rencor
durante mucho tiempo, sintiendo que, a pesar de sus esfuerzos, no podía dejar
de amarla.
Luego,
se había casado con Alicia. Había tratado honradamente de quererla, pero
sabiendo que solo le brindaba apenas tibios, los restos del otro amor...
Recordó
que hacía unos meses, había vuelto a encontrar a Margarita. Tan hermosa como
siempre. Le contó que vivía en ese mismo barrio y le dio sus señas, para que
pasara un día a tomar un café. Julio no
había ido, sintiendo que todavía no podía sacarse del corazón el viejo rencor
por su abandono.
Pero,
despierto en ese amanecer agitado, pensó que tenía que ir a verla. Que ahora
que iba a morir era preciso que hablara con ella de nuevo para cerrar aquella
herida que le había dolido tanto...
Al
atardecer, se dirigió a su casa. Temió
que no estuviera, pero aliviado, vió el
resplandor de una lámpara, encendida tras los visillos.
-¡
Julio! ¡ Qué gusto me da que hayas
venido!
-
Margarita, hace casi un año me invitaste a un café. No sé si es demasiado tarde
para aceptar tu invitación...
Lo
hizo pasar a un pequeño salón iluminado por una lámpara de sobremesa. Vio un
vaso con un ramo de flores frente al retrato de un hombre. Al notar que
Margarita vestía de luto, la miró interrogante.
-Sí-
respondió ella a su mirada- Yo también estoy sola ahora.
Estuvieron
conversando hasta que cayó la noche. Pequeñas gotas golpearon súbitamente los cristales
de la ventana. Había empezado a llover.
Julio
se despidió después de que quedaron en volver a encontrarse.
Caminaba
contento, aliviado de la congoja que antes le había oprimido el corazón.
Pero,
al acercarse a su casa, vio que en la puerta lo esperaba una mujer.Era pálida,
de cabello oscuro y llevaba una vestidura extraña, larga como una túnica.
Reconoció
a la mujer que había visto en su sueño.
-¡ La
Muerte!- exclamó, estremeciéndose- ¡ Y justo ahora que he encontrado a
Margarita!
Pero
al aproximarse más, vio que la mujer no llevaba una túnica, sino un largo
impermeable gris, mojado por la lluvia.
Ella le gritó, riéndose:
-¡
Como, Julio! ¿ Ya no me reconoce? Soy
Elisa, su nuera...Renato y yo volvimos de Italia y ya no nos iremos más.
Cosas de la imaginación , que bien pueden ser reales
ResponderEliminarquizás muchos tengan esa oportunidad de vida, ellos dársela con todo su derecho a deshacer lo que atormenta la vida y no deja vivir en paz
no es bueno arrastrar pesares que todo lo maltrata en un caminar que puede ser tan diferente.-
Gusto de leer tus narraciones estimad amiga.
besos.