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domingo, 3 de marzo de 2019

LA MUJER EN LA PLAYA.

Gabriela se unió al grupo de turistas que visitaría la isla.
Partieron temprano y a medida que navegaban, la isla parecía que se alejaba más.
Pero, al fin pusieron pie en la playa y se asombraron de su misteriosa belleza.
El guía los condujo hasta las ruinas de una fortaleza colonial y luego visitaron el pequeño pueblo, rodeado de pinos.
Gabriela se apartó del grupo cuando vio a una mujer, sola sobre una roca. Clavaba los ojos en las olas, como si quisiera arrancarles algún secreto.
Se acercó a ella y se sentó a su lado.  La mujer no la miró y siguió escudriñando el mar.
-¿ Espera a alguien?- le preguntó Gabriela.
-Espero que el mar me devuelva a mi hijo. Me dicen que no lo espere más. Que encontraron su lancha destrozada en otra playa. Pero sé que no era la suya....
Gabriela la miró con tristeza y no supo que contestarle.
-El mar mece sus olas acunando a sus hijos.  Peces, caracoles, algas... Son los hijos del mar.   Y si tiene tantos ¿ para qué querría quitarme al mío?
Gabriela se alejó en silencio y algo en la actitud de la mujer le hizo pensar que desvariaba.
Rugía el mar y su bramido acallaba el grito de las gaviotas.  Empezaba a atardecer y se apresuró a unirse al grupo.
Los encontró reunidos en el único bar del pueblo y se le ocurrió interrogar al mesero.
-¿ Hace muchos años que usted vive en la isla?
-Toda una vida, pues, señorita- respondió el hombre sonriendo.
-Entonces habrá conocido al hijo de la señora, de esa que está allá, sentada sobre la roca.
-No, la verdad es que ella nunca ha tenido un hijo.
 Gabiela lo miró sin comprender. El mesero hizo una pausa y luego continuó con voz pesarosa.
-Llegó sola a la isla, hace muchos años.  Al principio la veíamos en la playa, cantando y riendo como si jugara con alguien. Después empezó a ir a la escuela, para ver la salida de los niños. Y ahora dice que su hijo fue a pescar y se va a esperarlo todas las tardes hasta que cae la noche. La gente, compadecida, trata de hacerla volver, de convencerla de que espera en vano...
El hombre se quedó pensativo unos momentos y luego exclamó como si una idea nueva lo entusiasmara:
-¿ Y como sabe si un día el hijo de verdad regresa?   Llega en su lancha, con la red cargada de peces, alto y guapo, como ella dice que es... Y desde lejos la saluda, feliz de ver que lo está esperando en la playa... Es mejor pensar que así será...¿ Como podríamos vivir si no creyéramos en milagros?
-Es cierto- respondió Gabriela- ¿ Como podríamos ?




4 comentarios:

  1. Que hermoso relato
    me gustó mucho
    porque me habla de muchas cosas
    sobretodo de la esperanza y d los sueños
    que tanto mujer y hombre no pueden perder
    la fuerza de la fe y la esperanza a veces puede mucho

    tengas días buenos estimada.

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    Respuestas
    1. Espero hayas tenido un regalón día de la mujer
      aunque en verdad eso debería ser todos los días de la vida

      abrazos.

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  2. Un bello relato.
    Muy esperanzador y lleno de colorido.
    Un abrazo estimada amiga.

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  3. Sigo admirando tu forma de escribir,sigo siendo devoto de esa facilidad que posees y consigue transmitir

    Un fuerte abrazo

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