La
nave tocó la superficie de la Tierra y el rayo impulsor se fue apagando hasta
no ser más que un siseo inaudible. Nahir supo que su misión exploratoria
comenzaba.
Lo
habían instruido sobre los habitantes de ese planeta. Sabía que se
autodenominaban "Humanos" y
que en tiempos remotos su lenguaje había sido expresivo y rico en imágenes.
Pero se había ido reduciendo a unos pocos vocablos.
Pensó
que debía salir a explorar el entorno y abrió la escotilla de la nave. Lo
recibió la noche como un manto enjoyado por las estrellas. Rápidamente localizó
la suya, aquella que era su patria y se tranquilizó.
Nahir
carecía de cuerpo físico. Era una mente que se desplazaba, emitiendo un tenue
resplandor. Si alguien lo hubiera visto desde lejos, lo habría confundido con
una luciérnaga.
En la
distancia vio la mole de una ciudad iluminada. Era allí donde debía dirigirse,
pero antes debía adquirir forma humana.
Entró
a la cabina de concreción molecular y al cabo de unos minutos salió de ella
provisto de un cuerpo bastante hermoso. Pero, como nunca había tenido uno, lo
sentía pesado e incómodo.
Mientras
se dirigía a la ciudad iba repasando sus conocimientos sobre la especie humana.
Sabía que los hombres eran dados a actuar guiados por instintos y emociones y
que dos conceptos parecían regir sus vidas:
Dinero y Poder. En épocas pasadas había habido una palabra, Amor, que
había sido importante en sus vidas, pero ya casi no la pronunciaban.
Había
llegado la hora de interactuar con ellos. Su trabajo consistiría en tomar notas
mentales sobre su conducta y entregar un reporte a su regreso. Sería solo un
chequeo de rutina, como tantos que se
hacían periódicamente para registrar la rápida decadencia que evidenciaba la
especie humana.
Se
alejó rápidamente de la nave, atravesando un campo verde cubierto de rocío. Al
sentir la humedad en su piel, recordó que iba desnudo.
Debía
cubrir su cuerpo, para no llamar la atención.
En el patio trasero de una casa vio unas ropas colgadas de una cuerda y
rápidamente tomó una camisa y un pantalón.
Cuando
entró a la ciudad, se veía igual a cualquier transeúnte de los que se cruzó en
su camino.
Frente
a un bar, vio a un grupo de hombres.
-¡
Oye! ¡ Ven! ¿ Tienes sed?- lo llamó uno,
ofreciéndole una lata de cerveza.
Nahir
sentía los labios secos y se acercó confiado. Alguien lo tomó violentamente por
la espalda y le clavó una punta afilada entre los omóplatos.
-¡
Entrega el dinero y el celular, si no quieres que te mate!
-¡ No
tengo celular! ¡ No tengo nada!
Lo
arrojaron al suelo y varias manos registraron sus bolsillos.
Al
cerciorarse de que no llevaba objetos valiosos, le dieron de puntapiés y luego
se alejaron, riendo.
A su
lado quedó la lata con un resto de cerveza y Nahir la apuró de un trago.
Siguió
caminando y llegó a una casa iluminada, de cuyas ventanas brotaba una música
estridente.
Una
mujer lo llamó desde el umbral.
-¡
Hola, guapo! ¿ A donde vas tan
apurado? Mejor entra conmigo y yo te
daré mucho amor.
Esa
palabra llamó la atención de Nahir y la miró expectante. Los labios de la mujer
oprimieron los suyos. Pero, de pronto lo apartó y lo miró con sospecha:
-¡
Habrás traído dinero, me imagino...
-No
tengo dinero- volvió a repetir el joven. Era la segunda vez en la noche que se
lo pedían...
- Y ¿
qué haces aquí, entonces? -le gritó la mujer- ¿ Crees que por tu linda cara te
va a salir gratis?
Caminó
largo rato hasta que atravesó los límites de la ciudad. Cansado, se sentó en un
banco de madera, junto a una casa de pobre apariencia.
Un
anciano se asomó por la puerta y lo miró, compasivo.
-No sé por qué se me ocurre que tienes
hambre...¿ Quieres entrar a compartir la sopa conmigo?
-Es
que no tengo dinero- murmuró Nahir.
-Pero
¿ por qué crees que tienes que pagarlo todo? Muy triste debe ser tu vida si
piensas así.
Lo
guió hasta el interior de una cocina. Sobre el fogón se veía una olla humeante.
Nahir
comió con avidez. Tenía sed y hambre. Pero, sobre todo, tenía deseos de llorar.
Aquel cuerpo le trasmitía un cúmulo de emociones desconocidas. Estaba muy
cansado. ¡ Ya no podía más!
Se
despidió del anciano y volvió a la nave. Estaba ansioso por librarse de esa
envoltura humana y volver a ser solo una mente, capaz de razonar pero no de
sentir. Los sentimientos hacían mucho
daño...
Pensó
que solo quería regresar a su patria, en la lejana estrella y no volver a la
Tierra nunca más.
Tus inquietudes literarias hacen que tus relatos sean fantásticos
ResponderEliminary llevan al leerlos hasta tus seguidoras con ese vigor que tu sabes darle
Un relato de las cosas posibles que sucedan a futuro
ResponderEliminarno tan alejado de una realidad actual y que peor puede ser más allá
aunque nunca hay que perder del todo la esperanza
que el amor existe y es lo que prevalecerá en el mundo.
Te dejo un abrazo.