Mariana
no recordaba cuantas horas llevaba
conduciendo. Se había propuesto no detenerse
hasta llegar a la ciudad donde la esperaba un
empleo.
De
pronto, vio a un hombre parado al borde de la carretera que le hacía señas para
que lo llevara.
Se
veía muy pálido. Quizás llevaba mucho rato esperando. Pero, Mariana no quiso
parar. Jamás se le ocurriría llevar a un desconocido, con la cantidad de asaltos
y robos que aparecían en los diarios.
Por
el espejo retrovisor lo vio empequeñecerse en la distancia, mientras su boca
esbozaba una mueca de amargura.
Por
unos momentos, se sintió mal, pero luego, en una vuelta del camino lo perdió de
vista y ya no se acordó más.
Continuó
manejando, pero se notó cansada. Tuvo miedo de quedarse dormida y decidió
detenerse en una bomba de bencina, para tomar un café.
Se
disponía a frenar, cuando vio al mismo hombre que había dejado muchos kilómetros más atrás. ¿ Como era
posible que hubiera llegado hasta ahí?
El hombre la miraba fijamente y de nuevo le hacía señas para que lo
llevara.
Tuvo
miedo, no sabía de qué. ¿ Quién era ese hombre y por qué la perseguía? Luego se tranquilizó pensando que
sencillamente otro automóvil lo había llevado hasta la bomba de bencina y lo
había dejado ahí. Era solo una coincidencia.
Siguió
conduciendo sin detenerse hasta que empezó a oscurecer. Recordó que no había
comido nada y que además, necesitaba un café.
Pensó
hacer un alto en algún pueblo y pedir alojamiento en algún motel. Era peligroso
que siguiera el viaje sin haber descansado unas horas primero.
Distinguió
unas luces y aminoró la marcha. Pero, parado al borde del camino estaba el
hombre otra vez.
Pensó
que se estaba volviendo loca. Que
el cansancio la hacía ver visiones....
Se
detuvo unos kilómetros más allá frente, a un restaurant carretero y decidió
llamar a su madre.
Le
respondió una voz desconocida.
-¡
Aló! ¡ Aló! ¿Quién habla?
-¿
Con quién desea hablar usted?
-Con
la señora Elvira- dijo torpemente, sin poder controlar su angustia.
-Lo
siento, ella tomó un sedante por orden
del médico y ahora duerme...
-¿
Qué dice? ¿ Que le pasó?
-Es
que la señora recibió una mala noticia .Su hija se accidentó....
En
ese momento, Mariana fijó la vista en un periódico que había sobre el
mostrador.
"
Accidente fatal en la carretera. Dos muertos" - decía el titular. Más
abajo explicaba que una conductora había arrollado primero a un hombre para
luego estrellarse contra un árbol.
Mariana
soltó el teléfono y cerró los ojos, confundida.
Cuando
los abrió, vio al hombre parado frente a ella. Se fijó en su ropa llena de
polvo, como si lo hubieran arrastrado por el suelo.
-Señorita
¿ me lleva? Los dos vamos hacia el mismo
lugar.
Un magnífico relato...
ResponderEliminarhe leído otros parecidos y cierto es eso como dicen algunos que han vuelto de la muerte
muchas veces no se dan cuenta que han fallecido, precisamente aquellos que se van en forma sorpresiva...
pero de eso solo quien lo ha vivido puede dar fe de esa consecuencia de la existencia...
De principio a fin se entra en el suspenso...
Un abrazo grande!
El circular con cansancios nos puede llevar a buscar la muerte
ResponderEliminarVengo a dejarte un abrazo y gracias por estar siempre en mis poesías...a veces relatan nuestras historias , a veces las de otros...
ResponderEliminarestoy bien en este transitar feliz con lo que me toca.
besos.