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domingo, 7 de abril de 2019

UN EXTRAÑO EN LA CARRETERA.

Mariana no recordaba  cuantas horas llevaba conduciendo. Se había propuesto no detenerse
 hasta llegar a la ciudad donde la esperaba un empleo.
De pronto, vio a un hombre parado al borde de la carretera que le hacía señas para que lo llevara.
Se veía muy pálido. Quizás llevaba mucho rato esperando. Pero, Mariana no quiso parar. Jamás se le ocurriría llevar a un desconocido, con la cantidad de asaltos y robos que aparecían en los diarios.
Por el espejo retrovisor lo vio empequeñecerse en la distancia, mientras su boca esbozaba una mueca de amargura.
Por unos momentos, se sintió mal, pero luego, en una vuelta del camino lo perdió de vista y ya no se acordó más.
Continuó manejando, pero se notó cansada. Tuvo miedo de quedarse dormida y decidió detenerse en una bomba de bencina, para tomar un café.
Se disponía a frenar, cuando vio al mismo hombre que había dejado  muchos kilómetros más atrás. ¿ Como era posible que hubiera llegado hasta ahí?   El hombre la miraba fijamente y de nuevo le hacía señas para que lo llevara.
Tuvo miedo, no sabía de qué. ¿ Quién era ese hombre y por qué la perseguía?  Luego se tranquilizó pensando que sencillamente otro automóvil lo había llevado hasta la bomba de bencina y lo había dejado ahí. Era solo una coincidencia.
Siguió conduciendo sin detenerse hasta que empezó a oscurecer. Recordó que no había comido nada y que además, necesitaba un café.
Pensó hacer un alto en algún pueblo y pedir alojamiento en algún motel. Era peligroso que siguiera el viaje sin haber descansado unas horas primero.
Distinguió unas luces y aminoró la marcha. Pero, parado al borde del camino estaba el hombre otra vez.
Pensó que se estaba volviendo loca.           Que el cansancio la hacía ver visiones....
Se detuvo unos kilómetros más allá frente, a un restaurant carretero y decidió llamar a su madre.
Le respondió una voz desconocida.
-¡ Aló!  ¡ Aló!  ¿Quién habla?
-¿ Con quién desea hablar usted?
-Con la señora Elvira- dijo torpemente, sin poder controlar su angustia.
-Lo siento, ella  tomó un sedante por orden del médico y ahora duerme...
-¿ Qué dice?  ¿ Que le pasó?
-Es que la señora recibió una mala noticia .Su hija se accidentó....
En ese momento, Mariana fijó la vista en un periódico que había sobre el mostrador.
" Accidente fatal en la carretera. Dos muertos" - decía el titular. Más abajo explicaba que una conductora había arrollado primero a un hombre para luego estrellarse contra un árbol.
Mariana soltó el teléfono y cerró los ojos, confundida.
Cuando los abrió, vio al hombre parado frente a ella. Se fijó en su ropa llena de polvo, como si lo hubieran arrastrado por el suelo.
-Señorita ¿ me lleva?  Los dos vamos hacia el mismo lugar.


3 comentarios:

  1. Un magnífico relato...
    he leído otros parecidos y cierto es eso como dicen algunos que han vuelto de la muerte
    muchas veces no se dan cuenta que han fallecido, precisamente aquellos que se van en forma sorpresiva...
    pero de eso solo quien lo ha vivido puede dar fe de esa consecuencia de la existencia...

    De principio a fin se entra en el suspenso...

    Un abrazo grande!

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  2. El circular con cansancios nos puede llevar a buscar la muerte

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  3. Vengo a dejarte un abrazo y gracias por estar siempre en mis poesías...a veces relatan nuestras historias , a veces las de otros...
    estoy bien en este transitar feliz con lo que me toca.
    besos.

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