Mariela
se trasladó a la capital para empezar sus estudios universitarios y llegó de
pensionista a casa de un matrimonio ya maduro.
Habitaban una casa antigua y algo fría, en un barrio que había visto
tiempos mejores.
Muebles
pesados, cortinas gruesas, todo contribuía a crear un aire de melancolía.
Sobre
el piano, llamaba la atención la fotografía, ya amarillenta, de una joven muy
linda.
Le
preguntó a la dueña de la casa quién era esa niña y ella le dijo que era su
hermana Camila, que había muerto a temprana edad.
-Pero
¿ de qué murió?- preguntó Mariela, impresionada.
-Tú
te vas a reír si te lo digo. Los jóvenes de ahora se ríen de los sentimientos
románticos..Pero la verdad es que Camila se murió de amor.
-¡
Ay! Pero, nadie se muere de eso, pues,
señora Amalia.
-¡
Sabía que te ibas a burlar! En realidad,
estaba enferma del pecho. En los años cuarenta, la tuberculosis todavía se
llevaba muchas vidas. Pero un amor contrariado hizo que ella no se cuidara...
-¡
Cuénteme, por favor! ¡Quiero saber la
historia!
-Bueno,
no pudo casarse con el hombre que quería. A mi papá no le gustaba, porque era
pobre. Y ella, por no contrariar la autoridad de nuestro padre, rompió con él.
-¿ Y
qué pasó?
-
Pasó que no quiso cuidarse, a pesar de las advertencias del médico. Adrede salía a mojarse en la lluvia y un día que
nevó, la vi en el jardín frotándose el pecho con puñados de nieve...
Mariela
quedó muy impresionada con la historia. Le parecía increíble que en el siglo pasado pasaran cosas así. Que a una no le dejaran casarse con el hombre
que quería y que la gente se muriera de tuberculosis...
Cada
vez que pasaba junto a la fotografía se quedaba mirándola. Le parecía que
Camila la seguía con los ojos, como si quisiera decirle algo...Estaba segura de
que se había creado un lazo invisible entre las dos.
Una
noche, despertó sobresaltada. Sintió que no estaba sola. Abrió los ojos y vio a
Camila sentada a los pies de su cama. ¡ Se veía igual que en la
fotografía! Sencillamente, como si se
hubiera escapado del marco...
-¡
Camila!- exclamó Mariela, sin asombrarse mucho, tal vez creyendo que todavía
soñaba- ¿Viniste a decirme algo?
-Sí,
que me voy. Que no puedo quedarme más.
-¿ Y
a donde piensas ir?
-¡ A
buscarlo a él! Voy a romper con
todo...Sé que él me quiere todavía.
-Pero,
Camila...Si eso pasó hace tantos años...Estamos en otro siglo. El tiene que
haber muerto hace ya mucho tiempo.
-No,
te equivocas. ¡Esta noche es mágica! Cuando sean las doce, todo volverá a ser
lo de antes y podremos encontrarnos los dos... ¡ Voy a la Estación Mapocho, a
tomar el tren. ¡Acompáñame!
- Es
que por esa estación ya no pasan trenes... Hace años que la transformaron en un
Centro cultural...
-Te
digo que esta noche el pasado volverá y todo será como antes.
Llegaron
a la Estación y Mariela la vio iluminada y llena de gente. Un tren iba
ingresando al andén con un lento rechinar de ruedas.
Camila
se soltó de su mano y de un salto se subió a un vagón. Había varios pasajeros
sentados y Mariela pensó que serían otras fotografías escapadas de sus marcos
que viajaban al encuentro del pasado, aprovechando la magia de esa noche
especial.
A la
mañana siguiente, la despertó un grito
angustiado de la señora Amalia.
-¡
Braulio, Braulio! ¡Ven a ver lo que ha pasado!
Cuando
llegó al salón, todavía en piyama, vio a los dos viejitos abrazados mirando el
marco. En lugar de la fotografía, había
solo una cartulina descolorida.
-Pero
¡ no entiendo! ¿ Como pudo ser?
-
¡Pero, mi hija! - decía don Braulio, consolándola- La humedad y el tiempo la
fueron borrando. ¡ Acuérdate de lo amarillenta que estaba! ¡ Ya no podía durar más !
Mariela
subió despacito a vestirse y partió a la Universidad sin hacer comentarios.
Un relato conmovedor...
ResponderEliminarFicción?
Realidad?
Lo cierto es que me atrapó del principio al final.
Abrazos.
Que bella historia estimada
ResponderEliminaraún después de muertos quizás se logré la felicidad perdida para muchos...o en las otras dimensiones , tal vez
pensando en la metafísica
Como sea, me parece bien la revancha para un amor
que a pesar de todo se hace eterno
Te dejo un gran abrazo